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Este jueves acabamos los bolos en el Kafe Antzokia, donde hubo unas 500 almas (¡muchas jóvenes!) para atestiguar la escala bilbaína de la gira del vigésimo aniversario de Los Punsetes (Madrid, 2004), que han celebrado la efemérides con el disco 'Que le den por culo a tus amigos' (noviembre de 2024), donde 21 grupos distintos versionan otras tantas canciones suyas, siendo los mejores los que los adaptan con respeto, admiración y, sobre todo, fidelidad: La Paloma, Aiko, Las Ligas Menores, Menta, Triángulo de Amor Bizarro en gallego, y casi paren de contar.
Los Punsetes -así bautizados por el simpático científico, divulgador y todólogo Eduardo Punset (Barcelona, 1936-2019)- dieron en el Antzoki un bolo intenso y diáfano de 24 canciones en 74 minutos en el que, ¡albricias, sonaron bien! Distinguimos muchos juegos de las dos guitarras inapreciables en bolos anteriores por la suciedad de fondo. La base rítmica contundente y limpia sirvió de pedestal para una como siempre estatuaria, pero más perfilada que nunca Ariadna, a la que le distinguimos gran porción de las letras.
Ariadna que (ya lo saben) sale a escena, se queda quieta con los brazos caídos, no habla nada hasta la fugaz despedida final (estos madrileños no dan bises), lucha por reprimir la sonrisa de felicidad cuando se apagan las luces y el público ovaciona y en cada concierto estrena un vestido de un solo uso que no vuelve a ponerse jamás. La hierática Paniagua es diseñadora, estudió moda, y desde hace tres años se dedica al vestuario de cine y publicidad.
La también profesional de la moda y la publicidad Ania López analizó así el modelo elegido para esta noche de jueves: «Es un vestido rojo de franela con estampado de cabezas de Minnie Mouse, mangas largas y el bajo reforzado con alambre para darle forma. Parece confeccionado con la típica manta calentita... Por encima lleva un jersey tuneado color rosa con una cuadrícula. Las mangas descosidas por abajo las ha convertido en una manga corta con fruncidos. El bajo que ha cortado del jersey lo está luciendo a modo de lazo para el pelo. Completa el look con unas zapatillas de enorme plataforma». Claro, entre la plataforma y el aro de la falda, normal que no se mueva la cantante… Y añadió Ania: «Ariadna se presenta en LinkedIn y en su Instagram como diseñadora. Tiene una línea de ropa y todo».
Lo dicho, 24 canciones tocaron en 74 minutos Los Punsetes desde que sonó la musiquita de fondo hasta que Ariadna hizo mutis después de que, ella ya sola en escena, mirara irónica e inquisidora en derredor, también al anfiteatro superior, y dijera únicamente: «eskerrik asko, Bilbao, muchas gracias, buenas noches». Fue un concierto directo al grano, agilísimo (la mitad del repertorio, las primeras doce canciones, las tocaron en 34 minutos), con buen sonido que realzó todo, sin que los músicos se dirigieran al público (aunque el guitarrista calvo a veces se asomaba al borde para caldear los ánimos), con la banda sin parar apenas entre canción y canción, respirando únicamente en algunas más lentas (por ejemplo la 16ª, la larga, lisérgica y flotante 'Estrella distante').
Colando pop en su caso naif ('155'), adelantando a una movida nacional indie pop mediante rock alternativo (como los madrileños por fin sonaron limpios y contundentes, resultaron más pop-roqueros que indies shoegazers), dosificando fuerzas mediante temas a medio gas (a lo The Cure 'Maricas'…) e instilando en el respetable sus letras cáusticas e inteligentes, entre las 21 canciones que ejecutaron Los Punsetes las más destacadas, por encima de otras molonas como 'Tu opinión de mierda', 'Vas hablando mal de mí', 'Idiota', 'Arsenal de excusas', 'Dos policías', 'Tu puto grupo' o 'Tus amigos', sin duda fueron estas:
El tétrix organizativo o kanban existencial de 'Mabuse' («Dejo mis discos a mi novia / Dejo mis libros a mis hijos / Dejo mis hijos a mi novia / Para que puedan poner discos / Dejo mi ropa en un cajón / Del armario de mi habitación / Ordenada por color y tamaño / Se pondrá de moda dentro de unos años»); el indie planetario y generacional con los timbales batiendo raudos latidos de 'Untitled' («estaría mejor borracho, solo y desquiciado, y ahora quiero llorar, quiero vomitar. Quiero que me dejes de una santa vez en paz, quiero sufrimiento, y lo quiero ahora, quiero que salgas por la puerta sin demora»); la aparente autoayuda en voz alta de 'Camino'; el pop urbanita de 'Madrid me ataca' («Madrid me insulta / Madrid me ataca / Madrid me tira al suelo / Y luego me remata»); el pop acelerado de 'Me gusta que me pegues'; la optimista y nuevaolera '¡Viva!' («Viva la oficina, viva el trabajo / Sólo de pensarlo me vengo abajo»); y la despedida con la tribal 'Una persona sospechosa', tan coreada ella («Dime que nunca has copiado / Que nunca has engañado a tu pareja / Y que nunca has robado / En un supermercado»).
Como dice José Mota: no te digo que me lo mejores, iguálamelo.
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