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fabián w. waintal
Viernes, 19 de enero 2018
Apenas unos 20.000 seguidores en su «nueva» cuenta oficial de Twitter y menos de 50 tuits demuestran que Eric Clapton viene de otra generación. Pero, a día de hoy, sus canciones siguen sonando como si las acabara de componer. A sus 72 años, con ... serios problemas de audición y pese a que se plantea dejar la música para siempre, continúa de gira. La cerrará el 8 de julio en el Hyde Park de Londres. El pasado mes de septiembre se presentó en el Festival de Toronto el documental ‘Eric Clapton: Life in 12 Bars’, dirigido por Lili Fini Zanuck, para el que ha permitido que las cámaras muestren un lado de su vida que muy pocos conocen. Showtime emitirá el documental el 10 de febrero.
- ¿Cómo se siente tras haber capturado su carrera en un solo documental?
- Fue algo muy difícil, pero al mismo tiempo resultó bien verlo de principio a fin. Cuando empezamos ni siquiera sabíamos dónde se iban a centrar. Pensé que iba a tratar solo una parte de mi vida, hasta que me di cuenta de que la cubriría toda. Verlo fue emocionante. Ni siquiera me acordaba mucho de lo que había filmado. .
- ¿Cómo surgió la idea?
- La compartía con un grupo de amigos. Sabía que teníamos suficiente como para hacer una película, pero tampoco quería que se estrenara después de que me muera. Esa idea… no me gustó (risas).
En la ciudad de Surrey, en Inglaterra, Eric Patrick Clapton nació el 30 de marzo de 1945. Su verdadero padre había sido un piloto canadiense, pero él nunca lo supo hasta que cumplió los 53 años. Cuando apenas tenía dos años, su madre sintió que no podía cuidarlo y lo dejó al cuidado de los abuelos. Había cumplido los 14 cuando aprendió a tocar la guitarra, con la influencia del blues de BB King y John Lee Hooker. Y empezó a llamar la atención en 1963, imitando a sus ídolos, hasta que creó su propia banda, Cream, en 1966, con el bajista Jack Bruce y el baterista Ginger Baker. En los 70 lanzó su carrera como solista, después de haber sido el único guitarrista que llegó a tocar en uno de los álbumes de los Beatles (él es quien toca en la canción ‘While My Guitar Gently Weeps’), además de ser el guitarrista de Aretha Franklin en ‘Good to Me as I Am to You’.
Compositor
Pero con los Beatles tuvo algo más en común: él y George Harrison estuvieron casados con la misma mujer, la modelo Pattie Boyd (George Harrison, primero, después Eric) y, entre bromas, siempre dijeron que eran «cuñados esposos». Las canciones ‘Layla’ y ‘Wonderful Tonight’ fueron compuestas pensando en ella. Era la época en que también vivió la peor adicción a la heroína y el alcohol, recluyéndose en su casa de Surrey, para abandonar la música. Entretanto, pudo dejar la droga gracias a la electroacupuntura, al igual que haría Boy George diez años después. Pero gradualmente empezó a beber más alcohol, mientras grababa la famosa la canción ‘Cocaine’.
Confesaba en su autobiografía que «en los peores momentos no me suicidé solo porque sabía que no iba a poder beber más si estaba muerto». Ya se había recuperado cuando volvió a casarse a los 56 años con Melia McEnery en una boda sorpresa. Hoy figura en los puestos de arrina de la lista de los músicos más ricos del planeta, con una fortuna estimada en más 195 millones de dólares.
- ¿Entre todas las canciones que ha producido, hay alguna que le guste especialmente?
- Sí, la que escribí para mi esposa (Melia McEnery), ‘Believe in Life’. Estaba en el álbum ‘Reptile’. Cada vez que salgo de gira la toco. Es mi canción favorita de todas las que compuse y grabé.
- ¿El documental sobre su vida es el mejor legado que va a dejarle a sus fans?
- Mi legado ha sido mi compromiso con la música, porque siempre me pareció importante. En cierta forma yo me veo como un mensajero. Empecé a darme cuenta de que podía ser un ejemplo para otras personas, aunque todavía me resulta difícil comprenderlo.
- ¿Qué cambió en ese sentido?
- Bueno, hace tiempo que había dejado de beber alcohol. La evolución fue bastante lenta. Después de tener a mis hijos, empecé a darme cuenta de lo que se ve en la película. Gracias a la desesperación empecé a ver que tenía que enfrentarme a mis responsabilidades.
- ¿Cree que el futuro de la guitarra eléctrica puede estar en peligro desde que los jóvenes ya no escuchan rock?
- Sí, ni yo me había dado cuenta de que la situación era tan mala. No sé lo que puede pasar. Mis hijos escuchan rock clásico, pero a lo mejor solo es porque es lo que yo siempre les toqué, desde que eran bebés, desde que estaban en el vientre de su madre incluso. Supongo que les lavé el cerebro a mis hijos en ese sentido. La guitarra estuvo siempre presente en casa. Yo tengo fe en la música.
- ¿Qué guitarristas son los que más le han llegado al corazón?
- La lista es larga. Jimmie Vaughan y Gary Clark son colegas que todavía viven. Robert Cray está ‘arriba’, Freddie King y BB King, Albert King, Steve Cropper... La lista sigue y sigue. Hay muchos guitarristas muy buenos que no son conocidos. Me gustan todos, solo que algunos más que otros.
- ¿Hay algo que se cuestiona alguien a quienes siguieron las cámaras durante 50 años?
- Sí, todo (Risas). Todo, de verdad. Es difícil verlo, obviamente, porque supongo que debe pasarnos a todos en la juventud, donde hay cierto nivel de arrogancia y creemos que lo sabemos todo. Pero cuando crecemos, al menos yo me di cuenta de que no sé nada.
Futuro
- ¿Hubo algún momento de su vida donde realmente no disfrutó con lo que hacía?
- ¿Componiendo música?
- En su carrera, en general…
- No me gustan las fotos, no me gusta hablar con periodistas, pero amo la música. No se ofenda, no es nada personal, pero es algo que no sé cómo hacerlo.
- En el documental no da la sensación de que esté por cerrar el libro de su vida. Creo haber leído que quería retirarse incluso antes de las últimas presentaciones en el Madison Square Garden de Nueva York y el Forum de Los Ángeles…
- Sí, tengo unos conciertos más y después se terminará mi carrera, aunque vengo diciendo lo mismo desde que tenía 17 años. En el documental se ve cuando hablo de un amigo mío, Ben Palmer. Él tuvo que convencerme para seguir. Y eso fue cuando yo tenía 17 años. El último año me di cuenta de que puedo dejar de tocar. Me basta con vivir escuchando música.
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