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Óscar Cubillo
Miércoles, 27 de diciembre 2017, 14:18
El Izar & Star, el ciclo de conciertos en que músicos vascos versionan y adaptan a sus influencias, ídolos y favoritos, celebró el martes su concierto centenario, aunque en realidad era el número 105. Ante dos centenares de aficionados (muchas chicas bien rubias y de ojos ... azules) actuó en este orden un interesante tridente: primeros los getxotarras McEnroe (el grupo 403 que vamos viendo en acción este año), los mejores de la velada, osando con El Último De La Fila, el grupo anterior de Manolo García; segundos los irundarras Jupiter Jon (el 404), los más chocantes del lote con su cóctel llamado 'Punky Reggae Party', en el que cupieron temas de Gong, Rolling Stones o Lydia Lunch; y terceros los bilbaínos Señores (el 405) recreando a R.E.M., los más coreados y aplaudidos de la cita, con un cantante que imitó a su líder Michael Stipe, ¡hasta al hablarnos en inglés!
Como nos contaba el organizador del Izar & Star, el periodista Javier Corral, éstos no son conciertos tributo, sino cancioneros ajenos adaptados a la personalidad de otro artista. Explicaba Jerry sobre el Izar & Star: «Es que son algo diferente. Se trata de artistas vascos con su propio repertorio y su propia personalidad, no son 'impersonators'. Todo el mundo empieza tomando referencias, en todos los campos y desde siempre. Nadie inventa nada de la nada, pero cada generación crea su impronta. A partir de ahí, la libertad es total. Se puede ser fiel, o se puede ser absolutamente heterodoxo y transformar el original a tu antojo. En ambos lados hemos disfrutado mucho con lo conseguido. Imagínate: a veces se ha musicado a Leopoldo Panero, o a Gloria Fuertes, o a artistas huéspedes del Chelsea Hotel. Y hemos tenido a la Coral de Bilbao interpretando pop. O a Anari en mi menor. O a Tulsa llevando a Dylan a un rock electrónico. Estos ejemplos a los que me refiero no tienen nada que ver con los conciertos tributo al uso».
Venga, al lío. Abrieron plaza los getxotarras McEnroe rindiéndose a El último De La Fila durante 34 minutos para 6 canciones: cuatro de El Último con el líder Ricardo Lezón sentado en una silla, y las dos últimas de McEnroe con el líder en pie. En quinteto y a tres guitarras, McEnroe supieron adaptar a su personalidad el cancionero de Portet y García, y explicó Lezón: «Fui muy fan de El Último De La Fila, sobre todo de los dos primeros discos. Luego ya no. Los tenía grabados en una casete. También estaban los Smiths. La oí tanto que al final se confundían las voces», ironizó con una graciosa imitación.
También Ricardo reconoció en un parlamento anterior que el reto de versionar a sus ídolos «la verdad es que acojona». Y estas fueron sus cuatro adaptaciones: 'Insurrección', flotante y amoldada a su estilo; el cénit de la cita con 'Aviones plateados', en plan Lezón en solitario, con reverb y espacio infinito tipo The National y epílogo agónico; un 'En los árboles' donde McEnroe fagocitaron a El Último y lo asimilaron a su entonación como si les hubiera poseído su espíritu; y etéreos vía Jeff Buckley en 'Sin llaves', cuya letra se nota que ha marcado la lírica de Lezón («soy alga en el mar de la calma / soy tabla de mi propia salvación»).
Y tras cumplir con sobresaliente el examen, Ricardo, con su camisa de cuadros y su gorra de gasolinero yanqui se puso en pie y los cinco McEnroe nos regalaron dos originales propios: 'La electricidad', country redondo para una pieza filoamericana, transportadora e incluso conmovedora, más 'Tormentas', un alt co a lo Lambchop que, como todas, como las seis canciones, Ricardo cantó concentrado con los ojos cerrados.
Los segundos del lote, los Jupiter Jon de Irún, descolocaron tanto con su propuesta que las filas del Antzoki perdieron densidad y bastantes espectadores se retiraron a charlar al final del Antzoki, cerca de la barra. Pero en verdad no estuvo mal la intervención de los cuatro guipuzcoanos, que actuaron con dos invitados esporádicos: su paisana Mursego a la voz y el bilbaíno Ibon RG al saxo y la trompeta. En total ejecutaron siete números en 35 minutos y mejor habría sido descartar el último, la narcótica 'perversión' (así la definieron) del rastafari Linton Kwesi Johnson, agarrada con pinzas, poco ensayada y con Mursego y el guitarrista y cantante principal Baxi Ubeda leyendo la letra (de esta despedida sólo libró el solo trompetista a lo Miles de Ibon).
Lo que Jupiter Jon sirvieron anteriormente resultó curioso y disfrutable, pues estuvo bien agarrado. Chillones en plan happening abrieron con 'Dynamite: I Am Your Animal' de Gong (saxo free jazz de Ibon, repetición noise, acercamiento post punk neoyorquino…), hicieron rock sincopado a lo Shellac en 'Mini, the monster' (se supone que fue la versión de los Deviants que consigna la información del Izar & Star), alcanzaron su chulo culmen en plan post-funk danzón con saxo insuflado en 'Bizikleta' (imaginamos sería el 'The fish needs a bike' de Blurt), facturaron rock tipo The Fall híbrido de Mursego y Delirium Tremens en el ‘Off The Hook’ de los primeros Rolling Stones (que reinterpretaron vía el grupo de chicas Y Pants, de hecho lo cantó la baterista, Aida Torres), y se prolongaron con más post funk potable para Lydia Lunch (Lidia Hamaiketako según el líder giputxi) y el groove de los Stooges al adaptar a los Swell Maps, previo a desinflarse con el ska sin preparar de LKJ.
Cerraron la terna los bilbaínos Señores, un cuarteto reforzado hasta el sexteto, con un show creciente de 8 éxitos de R.E.M. en 39 minutos. Con su cantante Asier Goikoetxea actuando cual sosías de Michael Stipe (nos hablaba en inglés, nos decía esta canción está escrita… para vosotros, recordó su visita al BBK Live, acabó mesiánico con los brazos en cruz y ofició todo el rato con una línea azul cruzándole la frente), Señores abrieron un poco embarullados, resonando a Smiths (‘Driver 8’) y a los Clash (‘Radio Free Europe’), y poniéndose hippies como The Kingston Trio (‘Man On The Moon’ y sus yeah-yeah-yeah…).
Goiko miraba a veces un atril con las letras, pero con tanto descaro que no importaba. A la cuarta, la primera en sexteto, con dos guitarras y teclado, el panorama se aclaró: la ovacionadísima 'Losing My Religion' sonó a grupo tributo pero alcanzó la comunión inmediata con la parroquia, y ellos hollaron dos cimas consecutivas con la emotiva ‘Imitation Of Life’ y la reivindicación indie 'The One I Love'. Se destensaron en quinteto en 'What's The Frequency, Kenneth?', con Goiko abriendo los brazos, y cerraron de nuevo en sexteto y por todo lo alto con 'It’s The End Of The World', con la gente coreando a pulmón una vez más y con Goiko buscando y alcanzando la apoteosis al bajar a cantar entre el gentío. Muy divertido y válido su set, aunque no demasiado rodado en algunas partes.
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