«¡Ponnos mimosos, Twanguero!»

Qué triste contraste el de ayer jueves: cuando se culminó la inesperada derrota copera en casa del Athletic ante el Osasuna (2-3), en el Antxiki aún estábamos en el bis de la burbuja de felicidad eminentemente instrumental que dibujaba El Twanguero, quien interpretó en trío 21 números lúdicos, melódicos, cromados, dinámicos, guitarreros y principalmente instrumentales en la gira de su séptimo disco, 'Panamérica', ante 97 almas. Faltaron muchos espectadores que optaron por el fútbol, y José Mari Santander manifestó al acabar el show rocker: «les voy a mandar algunos vídeos de las cumbias que ha tocado para animarles…, y para que sepan lo que se han perdido».

Empuñando una guitarra marca Collings modelo 470 JL (es el modelo signature de Julian Lage el jazzista, nos informa Jaime Hustler), El Twanguero, alias del valenciano de 48 años Diego García, nos halagó diciendo que «siempre es un placer venir a Bilbao, donde hay un público muy bueno y roquero», y explicó que 'Panamérica' es su barco, atracado en Marina del Mar, y que en él compuso el repertorio, «una fusión que llevo haciendo casi diez años, desde que vivo en California, mezclando rockabilly, tex-mex, música latina… Lo que me gusta a mí». Y después contó que a lo de abrirse a lo latino le animó Santiago Auserón cuando El Twanguero tocaba para él y el zaragozano le aseguró que sí se puede, con perdón. Diego ha acompañado con su guitarra a Bunbury, Calamaro, El Cigala y al pachucho últimamente Jaime Urrutia, entre otros, ¡y también militó como miembro oficial en nuestros favoritos Rock 'n' Bordes, radicales y veloces rockabillies valencianos!; vayan a Spotify, escúchenles y alégrense el día de resaca copera con su inimitable 'Rockabilidad'. Y es que con pinta muy rocker salió El Twanguero al Antxiki, la sala pequeña y superior del Kafe Antzokia: botas de serpiente, chupa de cuero cruzada, y camisa de bermellón animal print tan escotada que se le veía asomar un tatuaje.

El Twanguero vino en trío muy rodado, tanto que se sabían el repertorio de carrerilla y no tenían setlist. Sus escuderos, su sección rítmica, es la misma que la de la blusera extremeña Susan Santos, aunque con Diego García tocaron como más contentos y se salió de la pista el baterista. Y los tres, dotados con el referido dinamismo del primer párrafo, emitieron tonalidades surf (tipo Los Straitjackets, con el turbo de Dick Dale, con la maestría melódica de The Ventures...), mambo a su bola rechula ('Rockabilly mambo', las versiones de Pérez Prado 'Qué rico mambo' y 'El Cumbanchero'), y varias versiones reconocibles ('Me gustas mucho tú', de Rocío Durcal, cuando al acabarla todo el mundo estaba contento, público, escuderos y el radiante y sonriente Twanguero; el cantado y bastante surfero 'Rascayú', un magistral 'Cerezo rosa' que también hacía Pérez Prado, 'Violentango' de Piazzolla, «el Jimi Hendrix del tango» le llamó, o en ese bis triple una aproximación al 'Entre dos aguas' de Paco de Lucía).

Además El Twanguero (ahora escribe el nombre sin artículo, quizá para adecuarse más a los USA) y los suyos cocinaron cumbia (una como los Blazers, luego otra palúdica…), exhalaron exotismo ('Viento de Levante', cuando dijo Diego: «donde vivía hay agua, y donde vivo hay fuego», por los incendios de Los Ángeles), vibraron con rock and roll twang escuela Duane Eddy, y fueron igual de convincentes en los números raudos (hillbilly zíngaro de título ignoto, pues no tenían setlists en el suelo, ya saben) como en los lentos, por ejemplo en el templado y pistolero a lo Ennio Morricone 'Electric Sunset', la irresistiblemente bonita 'Fue tanto el amor', que Diego etiquetó como bolero balada western y que provocó que un recio espectador blusero gritara «¡ponnos mimosos, Twanguero!», o ese 'Pupilas' a lo Chingón, el grupo del cineasta Robert Rodríguez, tan atinada la comparación que despúes de apuntarla exclamó el mismo mimoso: «¡sólo falta Salma Hayek!».

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