«Pienso en dejarlo con cada nuevo disco»

«Podría tirarme tres días seguidos hablando», dice a propósito de su salida del retiro doméstico, en la primera jornada del maratón promocional que le espera ante el dilatado lanzamiento hoy de 'Cada vez cadáver', su primer disco de estudio en siete años. Diez nuevas canciones registradas con sus Fitipaldis (renovados con el baterista Coki Jiménez) y en la vena rockera autoral y confesional de su precedente, 'Huyendo conmigo de mí' (2014), sobre cuyo familiar encaje musical y lírico se explaya el exPlatero y Tú, a los que vuelve a hacer un guiño 30 años después.

- No ha dado mucho que hablar en la cuarentena, solo lo estrictamente necesario a propósito de su disco.

- No, soy supercasero y más desde que hace tres años me fui a vivir a Mungia. Tengo un estudio con un montón de guitarras, instrumentos y cacharros, y me he dedicado a jugar allí con mi hijo mayor, como niños. Me gusta tanto eso, que para componer necesito centrarme con solo una acústica y un boli. Se ha hecho mucha literatura con el confinamiento pero yo no he hecho nada especial que contar en redes sociales, que no las uso porque soy muy poco tecnológico. No tengo ni whatsapp. El otro día un amigo me dio un disgusto al decirme que iban a quitar los mensajes de móvil. '¿Y ahora qué hago?', le dije a mi mujer. Soy de los señores viejos que prefieren hacer llamadas (risas).

- Bueno, no necesitaba componer más, la cuarentena les pilló con el disco casi acabado.

- Sí, tuvimos esa suerte. Solo quedaba meter coros en casa de Carlos (Raya, productor y guitarrista), mezclar y masterizar. Para los que tenían giras cerradas fue más grave. A mí me daba igual tardar seis años que siete.

- Se hace esperar pero siempre acaba entregando discos continuistas de diez canciones que encantan a sus fans. «Lo ha vuelto a hacer», dijeron muchos al oír los sencillos de adelanto.

- Desde luego. Hay cambios a lo mejor imperceptibles para la gente, como un nuevo batería (Coki Jiménez) o detalles instrumentales. Tengo grabada a fuego la duración de los elepés de rock. Otras músicas van más al grano, pero yo hago temas más largos con solos y desarrollos. Y es verdad que últimamente suelo repetir la fórmula. Apostamos por tocar todos a la vez en el mismo estudio, sin postproducción , con el mismo equipo de la banda. Me gusta tener un estilo reconocible, como los músicos a los que siempre he admirado.

- 'En el barro' no desentonaría en un disco de Platero y Tú.

- Desde luego. En 'Fitografía' ya metí una canción de Platero ('Entre dos mares'), como broche para recordar de dónde vengo. Lo que me ilusionaba cuando empecé era diferenciarme, pero ahora es al revés. Me siento a gusto con todo lo que he hecho y muy unido a todos con los que he tocado.

- En lugar de con un instrumental, cierra esta vez con una versión de Jorge Drexler, 'Transporte'. Como 'Quiero gritar' o 'Las palabras arden', tiene ese punto de rock chicano y fronterizo. Evidencia su gusto por Texas Tornados, Blasters, Los Lobos...

- Sí, las versiones siempre me han gustado. No lo voy a hacer, pero me darían para más de un disco. Haría cientos de todo tipo. Drexler es un musicazo capaz de mezclar miles de cosas y esa canción me daba vueltas en la cabeza desde hace 15 años. La sentía como una melodía mexicana con ese toque de ranchera o rock fronterizo latino de Flaco (Jiménez), Con el tiempo, ha ido creciendo mi gusto por esa mezcla de rock americano desde un prisma latino. Lo siento cercano y lo comparto con gente de la banda, como Carlos Raya o Javi Alzola (saxo).

- El primer adelanto, 'Cada vez cadáver', fue atípico. Un medio tiempo largo lleno de sus característicos juegos de palabras, pero con todas reflexiones de este disco; la dificultad de escribir, el paso del tiempo, el aceptarse a uno mismo, el comienzo continuo que es la vida...

- Me alegro que se vea así porque fue el punto de partida, el germen de todo el disco, que no se puede entender sin esa canción. Una reflexión que, pese a lo pueda parecer, a mí me resulta optimista.

- ¿Es verdad que surgió a partir de una carta que le envió a Quique González?

- Sí, de hace años, cuando sacó su disco 'Delantera mítica' (2013). Yo estaba poniendo en duda mi trabajo, no solo por la brutal dificultad con la que me siento a escribir, que es casi de amateur, sino también por una especie de crisis de valores. ¿Por qué me dejo la vida en esto si podría hacer otras cosas que me ilusionan, como montar un bar de moteros o estar por ahí con mis hijos? Y entonces me pasaron su disco que, como es el que mejor escribe del rock de aquí, me voló la cabeza. Es verdad, pensé, no hay nada mejor que hacer canciones. Me avergoncé de haber dudado y, como hay confianza, le escribí para darle las gracias. «No estaba yo para canciones…», creo que empezaba. Supongo que la tendrá por ahí.

- Pero esa duda no ha desaparecido del todo. En el documental del Royal Albert Hall '20 años y una noche', confiesa que se llegó a plantear si había llegado el momento de dejarlo.

- Sí, pero es que en el fondo pienso en dejarlo con cada disco. No por falta de vocación, sino por el sentimiento de incapacidad. Ahora, por ejemplo, me resultaría impensable enfrentarme otra vez al trabajo de componer. Luego se me pasa.

- Siempre ha hablado con naturalidad de sus sequías o bloqueos creativos. Y este disco no iba a ser menos. «No dejaba de escribir sin saber lo que escribía/ cada noche que lo intento se me vuelve a hacer de día», canta en 'Fantasmas'. «Es la forma de volver de los abismos/ de escribir sin más razón/ de decir por puro miedo a no saber decirlo», confiesa en 'Cada vez cadáver'.

- Es verdad, lo hago todo el rato. Rosendo ya decía también en un disco lo que cuesta llegar al estribillo. La mayoría de los que escribimos tenemos terror al papel en blanco. Tocar lo hago por diversión, con todas las guitarras, pedales, instrumentos y cacharros que tengo en casa. Soy como un niño con un videojuego. Eso no lo voy a perder nunca, pero componer es otra cosa. Plantea dudas existenciales. Me resulta muy difícil, porque al final estoy mostrando lo que me define, cómo soy. Si hago canciones, es para expresar eso.

- De hecho todas sus nuevas canciones son en primera persona. «Suelo confundir con facilidad lo que soy y lo que escribo», dice en 'Cielo hermético'.

- Claro, puedo hacer cosas por mi cuenta. Pero al hacer canciones quieres compartir lo que te define o te obsesiona. De ahí viene el miedo al papel en blanco. Al mostrarte a los demás como eres, quieres hacerlo lo mejor que sabes o puedes.

- El demonio está también muy presente en sus nuevas canciones. ¿Por influencia mexicana, por herencia del blues y el rock..?

- Ya, es verdad. No sabría decirte, un poco todo. Ese mundo de cadáveres, diablos y esqueletos del mundo mexicano sin el rollo oscuro y dramático del nacionalcatolicismo (risas) me atrae mucho. El demonio siempre mola ¿no? El rock, el blues, las motos. Pero al final, cuando hablo del demonio hablo de mí, de mis dudas. Uno se teme también a sí mismo'.

- 'Morir cantando', titula otro de sus nuevos temas. ¿Se ve muchos más años en el negocio? ¿Girando con más de setenta años o vendiendo sus repertorio a un fondo de inversión o una multinacional como Dylan, Neil Young o David Crosby?

- No lo sé, nunca lo he pensado, pero nunca lo anunciaría. Como con cada disco y gira desaparezco cinco años o seis, creo que también podría desaparecer veinte. No creo que alguna vez llegue a tener un plan a ese nivel, yo voy sobre la marcha. Para quienes esto es un trabajo con el que ganarse la vida, no hay debate, pero a nivel artístico nunca sabes. Música siempre haré, porque ya hacía canciones cuando nadie las escuchaba. Solo porque me gustaba. Yo no quería ser Stevie Ray o Rory Gallagher.