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Pedro Halffter (Madrid, 1971) debutó como director de orquesta a los 22 años en el Auditorio Nacional, al frente de la Sinfónica de Madrid y el Orfeón Donostiarra. Y ahora, que ha cumplido 50, tiene mucho rodaje en las mejores salas y teatros de Europa, ... América y Asia. Domina el repertorio operístico y sinfónico, lo mismo Wagner y Puccini que Ravel y Gubaidúlina. Y, por si fuera poco, también cultiva la faceta de compositor. La música le absorbe y apasiona desde todos los ángulos. De ahí que no extrañe su entrega como pianista. Es una actividad que le motiva, ya sea en conciertos de cámara o recitales líricos como el que ofreció con Ainhoa Arteta el pasado verano en el festival que él mismo organiza en el municipio leonés de Villafranca del Bierzo.
Mañana, a las 19.00 horas, saldrá a escena en la Sociedad Filarmónica para ofrecer en solitario un monográfico wagneriano, con transcripciones para piano de 'Parsifal', 'El holandés errante', 'El ocaso de los dioses', 'Rienzi' y 'Tristán e Isolda'. Todos los arreglos son de Liszt, salvo uno de Busoni. Se trata de una velada musical -con explicaciones entre pieza y pieza a cargo del propio Halffter- que forma parte del ciclo 'ABAO on Stage'. «Espero que el público disfrute tanto como yo. Mis comentarios no serán musicológicos. Me centraré en lo que yo siento, en lo que yo percibo... Quiero que sea algo muy personal y sensorial», recalca el artista.
- En su última visita a Bilbao, en enero del año pasado, dirigió 'El holandés errante' en el Euskalduna. ¡Qué tiempos!
- Recuerdo que durante el confinamiento miraba las fotos de las funciones y, ay, casi no me lo creía. ¿Algún día podremos volver a eso? Era lo que me preguntaba. Durante un tiempo yo creo que todos estuvimos en un estado de...
- ¿Shock?
- Sí. Terrible. Los conciertos, óperas, recitales... iban cayendo sin parar, uno tras otro, como fichas de dominó. Yo, por suerte, tenía varios encargos pendientes de composiciones. Aproveché para sacarlos adelante y me volqué más que nunca en el piano. No me apetecía escuchar discos ni la radio; en esos momentos necesitaba producir yo mismo la música. Estudié y trabajé muy duro.
la pianista mª Manuela caro
- ¿Tiene usted muy presente a su primera maestra de piano? Su madre, María Manuela Caro, fue una de las grandes intérpretes del siglo XX en España y debió de dejarle huella.
- Muchísima. Ella me introdujo en el mundo de la música. Solíamos tocar a cuatro manos transcripciones de sinfonías. Obras de Haydn, Beethoven, Mozart, Mahler, Schubert, Mendelssohn... De esa manera me familiaricé muy pronto con el gran repertorio. Era una alegría. Mi madre tenía una vitalidad increíble.
- Es una pena que su figura se haya visto algo eclipsada por su marido, el compositor Cristóbal Halffter.
- Sí, pero yo siempre la reivindico. Y me gustaría que se hiciera a nivel general, con ella y con tantas profesionales que brillaron en el pasado. Ahora que se defiende tanto el papel de la mujer, para que ocupe el lugar que se merece en el presente y el futuro, me parece de justicia que también se rinda homenaje a las pioneras que abrieron camino. Por fortuna, en Villafranca del Bierzo, donde vivía mi madre, su recuerdo está muy vivo. De hecho, el festival que organizo allí todos los veranos nació el mismo año de su fallecimiento, en 2017.
- ¿Es verdad que en ese festival toca siempre las Variaciones Goldberg?
- Por supuesto. Era una de las obras favoritas de mi madre.
- ¿Cómo es el Pedro Halffter pianista?
- Más espontáneo y libre que el director. Al teclado puedo hacer lo que siento. ¡Dependo solo de mí mismo! No es como en una ópera, en la que hay un sinfín de factores que no puedes controlar al cien por cien. Tú estás en el foso, delante de una orquesta, y tienes a los cantantes en el escenario. Es un panorama tremendamente complejo.
- Puede pasar de todo.
- En una ópera mi objetivo es conseguir que todo fluya y funcione. Tengo que imponer un marco estricto. En cambio, delante del piano, puedo adentrarme en lo desconocido. A veces me asomo al abismo... ¡O puede que me encuentre con el más hermoso de los paisajes! Nunca se sabe.
- ¿Tocar en un teclado las transcripciones de las óperas de Wagner le aporta algo como director?
- Sí, sí. En los arreglos para piano yo no dejo de escuchar los instrumentos. Me resulta muy interesante. Máxime en adaptaciones como las de Liszt y Busoni, que son muy fieles a la esencia de la música de Wagner. Por eso las he elegido para este recital en la Filarmónica.
- Ya se puede imaginar que los fantasmas de Horowitz y Rubinstein, entre otros muchos grandes del piano, le escucharán mañana con suma atención.
- Ja, ja, es una inmensa responsabilidad tocar en la Filarmónica. ¡Allí han estado los mejores! Te pone los pelos de punta.
- ¿Qué tal pinta su futuro inmediato?
- No me puedo quejar. La próxima semana marcho a Suiza donde dirigiré una producción nueva de 'Florencia en el Amazonas', de Daniel Catán.
- Es de suponer que le volveremos a ver en breve en Bilbao.
- Tengo debilidad por la ciudad y el público, no le quepa duda.
- Se recuerda mucho su herencia germánica por la rama Halffter, pero se olvida que su apellido materno, Caro, es de origen italiano. ¿Qué tal lleva esa combinación?
- Muy bien. Me enriquece. A mí me apasiona lo mismo Strauss que Puccini y Verdi.
- Usted tiene en ese sentido un perfil similar al de un director -con ascendencia eslava y macedonia- que se cuenta entre sus favoritos.
- Sí, Karajan era un músico extraordinario. Eso está fuera de duda. En ocasiones llegó a estar obsesionado por la tecnología, pero nunca dejó de haber en su interior una gran autenticidad. Eso se lo daba un profundo conocimiento del oficio. ¡Y era un pianista fantástico!
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