El 27º ciclo Viernes Flamencos del Teatro Barakaldo ofrecerá su octavo y último encuentro el próximo viernes 11 con la bailaora Eva Yerbabuena mostrando una panorámica antológica de sus coreografías en la sala grande. Sobre ese mismo gran escenario, ayer viernes, en la séptima y ... penúltima función, se desplegó el álbum monumental y también antológico 'Tres golpes' (Lovemonk / El Volcán, 2022), producido por Raül Refree (Rosalía, Niño de Elche, Silvia Pérez Cruz, Rocío Márquez, Josele Santiago, Las Migas…) y protagonizado por el cantaor gitano utrerano Perrate, que en este merecidamente reputado opus ha vertido cuatro años de trabajo.
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Perrate estrenó en Euskadi 'Tres golpes' en cuarteto y lo revisó casi al completo. Sonaron 11 temas en 71 minutos subrepticiamente decrecientes (de lo muy bueno a lo bueno, ¿eh?), y antes del bis hubo un conato de motín por parte de un espectador de la fila 5, que le pidió que cantara soleás, y al no ser complacido, se puso a protestar: «yo no he venido para oír esto, yo no he pagado para esto, yo no vuelvo aquí», mientras su acompañante azorada le intentaba calmar. El caso es que el Teatro Barakaldo anunciaba como 'Tres golpes' este concierto, o sea que no hay razón para la queja.
De hecho, Tomás de Perrate (Utrera, Sevilla, 59 años) presentó así su propuesta antes de la cuarta pieza: «Estoy muy contento de estar de nuevo en este país y vengo con un trabajo basado en el 'protoflamenco', en las bases que originaron el flamenco, cuyo nacimiento se data allá por 1850 aunque a mí me gusta situarlo en 1600. Tiene que ver con la esclavitud que promovieron los Reyes Católicos (ya empezamos) y con el encuentro entre los esclavos y los gitanos en Sevilla. Me puse en la piel de un estibador que cargaba sacos en los barcos que venían cargados de oro (sobre todo plata, Perrate). Yo me imaginaba como un gitano que cantaba sus tonás, seguiriyas y bulerías, y que también, como todos, se acopla a lo que suena alrededor: la folía, la jácara… Y venimos a cantarles esto con toda la honestidad del mundo, y con todo el corazón».
Perrate comenzó mayúsculo, atávico hasta lo telúrico, culto de ultratumba, sereno y dominador, mascando las palabras con pausa en su boca cavernosa. Vino en cuarteto, con percusión (algo morantiana), teclados y la guitarra de un Paco de Amparo que a su vez comenzó sobrio, radical y jondo aunque fue perdiendo presencia a lo largo del repertorio. Y además Perrate, en el último tercio, perdió tensión en palos más populares o festeros (bulerías, el recuerdo a su paisano Bambino vía el tango 'La última curda' de Piazzolla y el Polaco Goyeneche), y también se relajó un tanto en el cante sabedor de que tenía al público ganado, un cuarto de la sala grande Teatro Barakaldo, casi 200 almas que no habrían cabido en el anfiteatro del sótano.
Grave y sombrío Perrate arrancó con las seguiriyas de 'Si algún día', y seguidamente litúrgico hasta lo exorcista atacó 'La noche oscura', una toná de Jacinto Almadén en cuyo epílogo se asemejó a las voces que atormentaban a Pascual Duarte antes de matar. «Vamos a cantar por derecho, a lo gitano», le interpeló uno del público, Perrate le replicó «lo intentaremos», y con la guitarra pausada y el espíritu antañón desgranó el romance sefardí 'Melisenda insomne', antes de explicarnos en el referido discurso el busilis del disco 'Tres golpes' y de desgranar unas seguidillas (que no seguiriyas, como precisó él mismo) más festivas, las de 'Arde la casa de Cupido', y de presentar la jácara del siglo XVII 'No hay que decir el primor' como «un homenaje a la mujer vasca, que tantos cojones tiene».
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Perrate hizo mutis durante un instrumental jazzístico e improvisado a lo Monk mano a mano entre la percusión de Antonio Moreno y el teclado de su sobrino Pepe Fernández (que también se ocupó a veces del bajo), y al reaparecer alcanzó otro hito en la folía 'Yo soy la locura', solemne a lo Leonard Cohen. Y ya en el citado último tercio demostró nivel elevado pero la fiesta se impuso a lo artístico, a lo culto, y él cantó con menos concentración o determinación: el tango 'La última curda' que entonó imaginando cómo lo haría su amigo Bambino (que según Perrate no lo versionó nunca porque no conoció este clásico de Piazzolla-Goyeneche), luego las bulerías (también con tramos en la onda de Bambino), la «chacona de negros y gitanos» que abre el disco estrenado este viernes en Euskadi, y a modo de bis, tras la explosión de irritación del espectador de la fila 5, un tema a capela con los cuatro delante del escenario: 'Tres golpes', un fandango callejero con un aire de pregón que tiraba de espaldas.
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