«Todo lo que me ha pasado mejora por mucho mis sueños de juventud»

«En otras circunstancias habríamos dicho que no, pero después de todo lo que había pasado pensamos en que ese era el momento para retomarlo, desde abajo, como si estuviéramos empezando», comenta Iñaki en su casa de Sopela, por la que van apareciendo, con su curiosidad animal por el extraño, su perro Happy, su perra Lula y su gato Monchito, todos ellos recogidos de la calle, por donde andaban abandonados, heridos y con miedo.

En abril comenzaron a publicar en las plataformas sus primeras canciones, agrupadas bajo el título de 'Interpretaciones', un proyecto de cuatro álbumes -faltan dos por publicar- con las composiciones de Uoho realizadas a lo largo de su trayectoria.

En junio salieron a la carretera y el 30 diciembre cerrarán el año en la sala Santana 27 de Bilbao, el mismo día en que su cómplice de sus tiempos de Platero y Tú, Fito Cabrales, ofrecerá un concierto en el Palacio Euskalduna. Para el 25 de febrero dejan la fecha de Vitoria (sala Jimmy Jazz).

El guitarrista y compositor quería partir «de unos cimientos» que le dieron las canciones que había compuesto en su carrera. «La primera que grabamos fue una que hicimos Kutxi (cantante de Marea) y yo para el disco de homenaje a Boni (miembro fallecido de Barricada). Ahora tenía que cantarla yo. Y lo hice. Nunca quise cantar, me sentía bien en la posición lateral del guitarra. Pero voy aprendiendo, he tomado clases y ya lo estoy disfrutando».

Dentro del primer disco incluyó tres de Platero ('Bobo', 'Mírame' y '¿Cómo has perdido tú?'), dos de su exbanda Inconscientes ('Dentro de una botella' y 'El último hombre libre'), una de Extremoduro ('Puta') y una de Johann Sebastian Bach. «Igual la gente esperaba canciones más famosas. Si las eliges, sabes que te van a escuchar más. Pero las escogí más con el corazón que con la cabeza. Fue una manera de decir: 'Soy este tío, esto es lo que hecho, y ahora lo toco de esta manera'. Desde este punto de partida saldrán las nuevas canciones, en las que ya estoy trabajando».

Acaba de salir el primer tema del tercer disco, 'Sin solución', del repertorio Platero, y espera acabar todo el proyecto de los cuatro álbumes de 'Interpretaciones' en un par de meses. El 7 de junio fueron teloneros de Guns N' Roses en su concierto de Sevilla y ese mismo mes tocaron en la sala Luz de Gas de Barcelona ante un público que coreaba las canciones. Sus bolos han ido creciendo y la banda siente que ya tiene una identidad diferenciada.

«Estamos haciendo conciertos de dos horas o dos horas y cuarto, y veo que funcionan, que hay rock, que hay grasilla. Viene más gente de la que esperábamos. El rocanrol y las salas forman una combinación perfecta. Cantas a voces, sudas a tope, disfrutas, estás a una con los 500 tíos que te han ido a ver. En un estadio o en un pabellón, que también tienen sus cosas positivas, tú estás a un lado y ellos a otro».

Uoho empezó tocando en bares como el Zazpi (zona de Barrenkale) o como el estrecho Umore Ona de la calle Esperanza sobre el suelo, con los otros miembros de Platero, Juantxu Olano 'Mongol', Jesús García 'Maguila' y el propio Fito, con el que coincidirá en la cartelera bilbaína pero en diferentes escenarios -actúa jueves y viernes en el Euskalduna-.

«Lo hablamos, nos reímos. Si Fito hubiera tocado en un sitio grande, nosotros habríamos tenido que cambiar la fecha. En su concierto del Euskalduna caben todos, madres, padres, hijos, cuadrillas, y son 2.000 asientos. Nos deja hueco. Además, son a horarios distintos. No estoy sugiriendo que la gente vaya a los dos. Pero Fito sí me ha dicho que, si le da tiempo, sube, Con sarao o sin sarao, ese día nos tenemos que ver, por la tarde, por la noche o cuando sea».

Durante la pandemia, quedaban para comer siempre que las restricciones lo permitieran. «Nos gusta estar y cuando estamos no hacemos nada del otro mundo», incide Iñaki. Esa familiaridad que tiene más de 30 años se nota cuando Uoho sale al escenario en los conciertos de su amigo, como en el del BEC en 2018 y en el del 11 de junio en San Mamés.

«Si sales como invitado con otro artista, te sientes un poco perdido. Pero, con Fito, no. Me siento en casa, igual que cuando estábamos en Platero. Si pega una patada al suelo o si se tira hacia un lado, ya sé lo que viene».

Se aliaron en el barrio de Zabala. Pasaban todo el día juntos, en casa y en los bares, en el Katu y en el Gure Txoko de Barrenkale, en Los Cencerros de Iturribide, en el Umore Ona regentado por Xuxo, algo así como la sede social del grupo. «Aspirábamos a tocar y, como sueño inalcanzable, a poder vivir de la música. Yo dejaría de repartir paquetes y Fito de servir en un bar. Teníamos otro sueño que pensábamos que nunca cumpliríamos, actuar en el pabellón de La Casilla.Todo eso se superó con creces. No podemos más que estar agradecidos. Todo lo que me ha pasado mejora por mucho mis sueños de juventud».

Iñaki le quita peso al hecho de ser, como es él, una estrella del rock. «Parece que estás todo el día de pedo y que luego vas a actuar y ya está. Para escribir una canción, tienes que meter muchas horas. Luego hay que grabarla, ensayarla, preparar los directos. Yo he trabajado mucho, pero en lo que he querido. Qué más le puedes pedir a la vida».