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En junio de 2022 los californianos Dirty Honey dejaron una muy buena impresión en la primera jornada del Azkena Rock Festival, en una tarde calurosísima hasta los 37 grados. Pero en su vuelta de este miércoles al Kafe Antzokia los cuatro melenudos se repitieron sin ... ninguna sorpresa, sin salirse del guión esperable, aparentemente cansados tras tantos días de gira y de conciertos, sin apenas interacción entre ellos cuatro (se podría decir que ni se miraron), y con una sobriedad y pulcritud que contradicen a su propio nombre: Dirty Honey, miel sucia. Su rock ni fue sucio ni apenas pegajoso en Bilbao.
Al de media hora de su bolo de 16 piezas en 95 minutos el que suscribe ya era consciente de que estaba aburridísimo en el antiteatro. Azpiazu, apoyado en la escalera en primera fila, afirma que estuvo aburrido desde mucho antes, que el sonido fue malo, que ellos ni se miraron y que estaban cansados. Hubo 400 espectadores muy expectantes y numerosos venidos de fuera. Y Azpiazu pasó lista: «Apunta. Han estado el bajista de Ultimátum, el bajista de El Drogas, el guitarrista rubio de Lendakaris Muertos, el cantante de los Head Holes que tanto están dando que hablar ahora en Bilbao, y el cantante de los asturianos Leather Boys, que ha venido en coche con varios más. Tres horas tienen ahora hasta casa». ¿Y les ha merecido la pena? «Vaya… Han dicho que estuvieron mejor en Madrid», o sea la víspera, el martes.
El bolo parece que gustó a bastante gente, entre ellos a Óscar Cine, que lo calificó de decreciente y lo comparó con los Guns N Roses. Pues se podría decir que más se asemejaron a los Aerosmith estos chavales pulcros, con estética de roqueros setenteros (pantalones de campana, sombrero, fular, pecho al descubierto…), sobrios en la expresión, y un tanto infantiles (la cara que puso el vocalista papirofléxico Marc LaBelle cuando lanzó dos aviones de papel hacia el público, aviones que había dado forma durante el bolo, durante los solos de sus compañeros). LaBelle empezó enérgico, posando para los fotógrafos hasta colocar su cara a un palmo de sus objetivos, con las piernas abiertas todo el rato y el cuerpo genuflexo, y jugando con el pie de micro. Hasta que se cansó y se sumergió en la rutina.
Más que un muermo de concierto fue un paripé, una representación en la que estos cuatro roqueros embelesados por el rock de los 70 no se asomaron al filo del abismo, una jornada más de trabajo de estos joveznos en gira por Europa. Como dijo Topo por wasap: «Hay demasiados clones de Led Zeppelin». Y además había observado Azpiazu: «El concierto se ha roto en la parte acústica». Sí, fue una nadería con dos guitarras acústicas para cantar la balada 'Coming home' y la aberrante versión del 'Hony tonk women' de los Rolling Stones llevada al bluegrass zíngaro. Igual ahí estuvo el punto de inflexión que condujo a la línea descendente a la que se refería Óscar Cine.
Lo cierto es que la representación no se podía igualar ni comprar con su ilusionada actuación del Azkena Rock Fest 2022, en el escenario principal, que lo llenaron con sus pintas sudistas de rock de estadio setentero, colocando un gran telón de fondo con su logotipo y lanzándonos un repertorio que nos hizo evocar a Led Zep, Janis Joplin y Black Crowes, y que mejoró de largo a los Diamond Dogs e incluso a los Quireboys. Pues lo del martes en el Kafe Antzokia fue igual, pero peor.
Desde la primera canción, 'Can't Find the Brakes', un híbrido entre Led Zeppelin y Europe, se les vieron las costuras, las poses y los trucos: eran como Vintage Trouble pero sin negritud soul. En 'California Dreamin' pidieron coros a lo 'Screamin' Cheetah Wheelies, en 'Heartbreaker' mejoraron de nuevo a los Diamond Dogs, en 'Get a Little High' cruzaron a Led Zeppelin con los Black Crowes, y en 'Scars' sonaron aindiados vía The Cult aunque se tornó indeleble su pulcritud emparentable con los Blues Pills.
Al escribir estas líneas ya en casa, con las notas delante, comprobamos que tras esa sexta pieza se amustió el panorama. A partir de entonces la atonalidad se impuso entre ellos cuatro (¿estarán hartos los unos de los otros tras tanta gira europea, la misma que este viernes se cierra en París tras cinco semanas y 28 bolos, sin contar algunos promocionales por radios?), la formula se repitió añadiendo el influjo de Aerosmith ('Tied up', 'When I'm gone' para acabar en falso...), la dupla acústica fue un relleno (luego hubo otro relleno peor), Dirty Honey tocaron poco coordinados la prometedora 'Don't put out the fire', lograron dar en la diana con 'Another last time' (quizá la cima de la cita), y el bis triple lo cerraron con 'Rolling 7s', un tema antecedido por tres solos demasiado largos, y el del bajista inaceptable.
Quizá haber acudido con las expectativas muy altas no benefició al disfrute, pero encima ellos estaban cansados, y se lo notamos antes de comprobar el casa que era el penúltimo concierto de una gira de cinco semanas y 28 bolos
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