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El sueño de muchos músicos que montan una banda o inician una andadura musical es terminar viviendo de lo que más le gusta hacer: subirse a un escenario, grabar sus canciones y labrarse una carrera. Pero esa profesionalización a la que tantos aspiran es cada vez más complicada en un sector que ha sufrido en las últimas dos décadas sucesivas crisis –aunque ha remontado en parte desde que se terminaron las restricciones de la pandemia, redimensionado a las actuales exigencias de la industria–.
Así, pocos llegan a ese escalafón de poder dedicarse a ello a tiempo completo pero, en el caso de los que lo consiguen, no es oro todo lo que reluce. La profesión esconde miserias, ingresos escasos y una creciente precariedad. Por no hablar de los ritmos frenéticos y extenuantes de horas en la carretera, continua promoción y la necesidad de estar alimentando sin parar la demanda del público con grabaciones y giras que se encadenas unas con las siguientes.
Todos estos elementos están detrás de una creciente tendencia en la industria musical, la de los parones de las bandas por una temporada o incluso sin fecha fija de regreso, como el que han anunciado Vetusta Morla, extenuados después de años encadenando giras, grabaciones y promociones sin descanso alguno. Paradójicamente, también está en alza el fenómeno contrario, el de las bandas que vuelven a los escenarios después de años disueltas o de solistas que retoman sus carreras después de descansos más o menos largos.
Respecto a quienes se despiden por un tiempo, los madrileños Vetusta Morla dejaron en 'shock' a sus fans hace diez días con una misiva en las redes sociales en la que anunciaban un descanso que durará al menos dos años. «Empezábamos a tener la certeza de que debíamos echar el freno», explicaban en unas líneas en las que se referían también al «enfermizo» nivel de exigencia musical y extramusical que impera en la industria. «Necesitamos apartarnos para fortalecernos; es una cuestión de salud», reconocían, antes de abrir la puerta a regresar en 2026, pero sin confirmarlo del todo.
No solo los 'reyes del indie' español se despiden, sino que otras bandas de prestigio como los catalanes Manel o los burgaleses La M.O.D.A. han decidido tomarse sus respectivos descansos este año. El mismo ejemplo ha seguido el superventas internacional C. Tangana, que después de la innovadora gira de su álbum 'El Madrileño', inmortalizada en el documental 'Esta ambición despedida', ha optado por bajarse de los escenarios, totalmente desencantado con la industria musical y apostando ahora por dedicarse a proyectos cinematográficos.
Beatriz Concepción, directora del sello bilbaíno Oso Polita, que lleva a bandas como Nacho Vegas, Chill Mafia, Egon Soda o Airu, explica a EL CORREO el punto de vista de la industria musical sobre este fenómeno: «Hay bandas y artistas como bastante nivel de trabajo y de presión y tiene todo el sentido descansar en cierto momento, hay que tener en cuenta que el artefacto sonoro se agota, tiene mejores y peores momento. Por eso, yo creo que es coherente decirlo, lo incoherente sería una carrera únicamente por la rentabilidad económica».
Concepción pone el caso de una banda de su sello, los navarros El Columpio Asesino, que se están despidiendo tras una exitosa carrera de 25 años porque no se sienten cómodos con el actual momento de la música y sus dinámicas. «Es un ejercicio de honestidad, se sienten en un momento diferente al de la tiranía de las 'playlist' y plataformas y han decidido ponerle un broche de oro a su trayectoria», narra esta profesional de la industria musical, que deja claro que cada banda tiene que ser consciente de dónde pone sus límites y hasta qué punto quiere profesionalizarse: «No todos los músicos quieren dedicación completa a sus bandas, algunos simplemente quieren disfrutar la música en sus momentos de ocio».
Pero, a la par, también está en alza la tendencia contraria, la de las bandas que regresan después de años, lustros o incluso décadas sin tocar. En Euskadi, está el caso de los veteranos Delirium Tremens, de vuelta a los escenarios y con nueva música después de la friolera de 30 años sin tocar; de Fermín Muguruza, que ha agotado dos fechas en el Bilbao Arena en cuestión de minutos; o de los referenciales Pi L.T. , que en marzo publicaron un nuevo 'single' tras 20 años y van a recorrerse los escenarios vascos en los próximos meses.
El bajista de estos últimos, David González, relata a este diario los motivos detrás de una vuelta después de tantos años: «Nunca lo dejamos oficialmente ni hubo un comunicado, en 2005 cada uno empezó con proyectos diferentes y Pi L.T. quedó aparcado. Pero seguíamos siendo amigos y en 2017 Rafa Rueda (vocalista) nos propuso juntarnos e hicimos unos bolos como algo puntual. Después, en 2023, volvimos para el Dimafest, que se retomó tras la pandemia y, como en el local los temas sonaban muy bien, nos pusimos como reto volver ya oficialmente con temas nuevos». Para el cuarteto, es una cuestión de «honestidad» dar continuidad al proyecto componiendo y grabando nueva música: «Es emocionante ver cómo sonamos 20 años más tarde, que podemos seguir aportando y, si cuadra y fluye, incluso sacar un nuevo disco».
Precisamente, el bajista bilbaíno ha vivido también el caso contrario con Berri Txarrak, quienes pusieron fin a su exitosa andadura en 2019 tras años de giras internacionales, festivales y álbumes de gran impacto, sin que hasta la fecha se hayan planteado regresar. «Con Berri Txarrak tenías un ritmo muy alto y mucha demanda, ahí aprendes que la música es una carrera de fondo y la duración depende de cómo gestiones el trabajo y midas los tiempos, no solo los musicales, sino también los personales y de convivencia de la banda. Si consigues hacerlo, la banda dura más», explica David González con la sabiduría que otorga la experiencia.
Beatriz Concepción ve en estos regresos de bandas que llevaban años sin tocar un síntoma de «la buena salud» de una industria de la música que desde el fin de la pandemia ha recuperado vigor y facturación gracias en buena parte al auge de los conciertos, con 'sold outs' con larga antelación. «En esta situación, muchas bandas que estaban dormidas han visto una oportunidad de dar rentabilidad artística y económica que quizás 10 o 15 años no existía, se han encontrado con un público preparado y con una industria donde hay más profesionalidad y transparencia».
Respecto a estas bandas que regresan, en el panorama nacional destacan dos nombres que han desatado una auténtica locura con anuncios de regreso a los escenarios en los últimos meses. Por un lado, La Raíz, la banda valenciana de reggae, ska y rock que se despidió en 2018 en su momento de más popularidad –debido también al agotamiento y a la necesidad de descanso– y regresa por todo lo alto este 2024, agotando entradas en cuestión de minutos. Pero el regreso más arrollador en términos comerciales ha sido el de Dani Martín, que se retiró por problemas de salud mental en 2022 y que ahora ha batido todos los récords llenando ocho noches el madrileño WiZink Center. El caso del exvocalista de El Canto del Loco es también la prueba de que ciertos parones en la carrera musical de un artista se rentabilizan con posteriores regresos muy jugosos en términos comerciales y económicos, sirviendo de aliciente para la vuelta.
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