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El barítono mongol Amartuvshin Enkhbat, metido en la piel de Rigoletto, en el montaje que acoge hoy el Euskalduna. Luis Ángel Gómez
Amartuvshin Enkhbat | Barítono

«Cuando sea padre, entenderé todavía mejor el papel de Rigoletto»

El reputado cantante mongol debuta hoy en la ABAO con un rol que ha interpretado «cien veces» y lo hará en un montaje que causó polémica en su estreno en el Teatro Real

Sábado, 17 de febrero 2024, 00:21

Nació en 1986 al norte de Mongolia, en Sujbaatar, una ciudad que se fundó en 1940 para serviŕ de parada del ferrocarril que une Moscú y Pekín. Un lugar de paso en la inmensidad que le dio alas, porque Amartuvshin Enkhbat lleva más de veinte ... años sin parar. Desde que ganó el primer premio en Operalia, en 2012, no ha dejado de conquistar los mejores teatros líricos del mundo. Tiene una voz de barítono que se proyecta como una bala de cañón y todavía le queda margen para ganar más calibre. «Ahora me escucho en grabaciones y me gusto. Ya no me da vergüenza como antes», admite con tono guasón, sentado cómodamente en la butaca de su camerino, en el Euskalduna.

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No ha perdido la naturalidad del chico que se apuntaba a todos los karaokes «porque no hay nada mejor que los amigos, música y unas birras». Nadie le conoce en Mongolia y eso le encanta. Le gusta pasar desapercibido. Otro cantar es cuando sale a escena, máxime cuando interpreta papeles verdianos. Amartuvshin Enkhbat adora al compositor de Busseto. «Era un hombre de campo, como yo. Hay mucha verdad en su música». Entre sus caballos de batalla se cuenta precisamente el papel de Rigoletto. Lo ha interpretado «cerca de cien veces» y ahora le servirá para debutar en la temporada de la ABAO, en un montaje con dirección de escena de Miguel de Arco que se recibió con abucheos en el Teatro Real. La ambientación tiene una estética ochentera y kitsch, con escenas de índole erótica o sexual que ponen el foco en la instrumentalización o abuso de las mujeres.

Días 17, 20, 23 y 26

  • Cantantes Amartuvshin Enkhbat, Sabina Puértolas, Ismael Jordi, Carmen Topciu, Emmanuele Cordaro... Más el Coro de Ópera de Bilbao.

  • Foso BOS bajo la dirección de Daniel Oren.

  • Dir. de escena. Miguel del Arco.

  • Producción. ABAO, Teatro Real, Maestranza y New Israeli Opera.

- ¿De verdad se siente cómodo con ese tocado y un corsé?

- Estoy encantado. Yo me adapto a lo que haga falta, ya sean producciones tradicionales o modernas. El año pasado, por ejemplo, canté un Rigoletto en Milán de Mario Morterone que se inspiraba en la película 'Parásitos'. Se presentaba la lucha de clases con mucha fuerza. Interesante.

- En esta otra, que veremos en Bilbao, lo que hay es...

- Mujeres, coreografías y escenas que no gustarán a un sector del público. Lo entiendo. Por mi parte, cantaré lo mejor posible y defenderé mi papel. Además, le confieso que agradezco un detalle...

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- ¿Cuál?

- No salgo jorobado. En los montajes tradicionales es un suplicio.

- Usted, que cantó el papel de Rigoletto ya en su época de estudiante, tendrá una visión propia del bufón de la corte del duque de Mantua. ¿Qué opina de él?

- Es un hombre de dos caras. En su trabajo se muestra muy perverso, pero como padre se desvive por Gilda. La quiere mucho. Yo no tengo hijos y solo me puedo imaginar esa faceta. En el futuro, cuando funde mi propia familia, seguro que profundizo todavía más.

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- ¿Cuál es su escena favorita?

- Me gustan especialmente las que muestran la ira y toda la rabia del bufón, cuando se enfrenta a los cortesanos y clama venganza porque el duque de Mantua ha seducido a su hija.

- ¿Le sale entonces el ramalazo Gengis Khan?

- Jejeje. No tanto, no tanto. Soy guerrero en los videojuegos, cuando compito con mis amigos. Es mi manera de soltar adrenalina y desahogarme. Quedamos muchos días para echar unas partidas 'online' en el iPad. Una gozada.

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- ¿Qué temperamento tienen los mongoles?

- ¿Cómo somos? ¿Así en general? Deje que piense... Yo diría que en tiempos de paz somos muy tranquilos y hogareños. Nos gusta la naturaleza. En mi familia tenemos caballos, como mucha gente en Mongolia. ¡Adoro a mis caballos! Son muy buenos, compiten en mi país y tengo muchos trofeos. También tenemos muy buena carne. Riquísima, riquísima de verdad. Mi madre cocina el cordero como nadie. Mire, mire, esto es de mi casa (enseña un vídeo con un plato humeante que hace salivar).

- Echará de menos su ambiente.

- Claro. Mis estepas, mis desiertos, mis bosques y montañas... Nuestros inviernos son duros, de hasta 40 grados bajo cero. Eso marca y une. Yo hablo con mi familia todos los días. Nos vemos en la pantallita del móvil y eso ayuda mucho. Gran invento.

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- ¿Se siente a gusto con los compañeros de reparto?

- Sí, sí. Con Ismael Jordi canté en Nueva York. Ambos debutamos en el Met con 'La Traviata'. Es un tipo encantador. Gran artista, cantante y actor. Muy guapo, además. Con la soprano, Sabina Puértolas, no había coincidido y estoy encantado. Maravillosa.

- ¿Y qué me dice del director de orquesta Daniel Oren?

- Es dios. No se me ocurre otro calificativo. Para los cantantes es así. Nos sentimos en la gloria cuando él dirige.

Un maestro en el foso

«Daniel Oren es dios. Estamos en la gloria cuando él lleva la batuta»

Ritos chamánicos

- Usted se graduó como cantante en la Universidad Estatal de Artes y Cultura de Ulán Bator.

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- Así es. A los 18 años escuché ópera por primera vez y me enamoré del género.

- ¿Qué tipo de música había escuchado hasta entonces?

- Canciones folclóricas y Urtyn duu, que son cantos muy antiguos que a veces se relacionan con ritos chamánicos. Admiro mucho la tradición de mi país. Hay mucha sensibilidad.

- Por cierto, usted no habla con mucha fluidez el italiano pero lo canta con una dicción perfecta.

- Eso me llena de orgullo y se explica muy fácil. He 'devorado' los discos de Cappuccilli, Bastianini, Bruson... Aprendí de los mejores.

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- La vieja escuela enseñaba a 'hacer el amor a las palabras'.

- ¡Eso es! ¡Eso es!

- Una curiosidad. En 2012 ganó el primer premio en el concurso Operalia y quedó finalista en la modalidad de zarzuela. ¿Se acuerda de lo que cantó?

- No. Ha pasado mucho tiempo.

- Vaya, qué pena.

- Espere, espere... Igual si recuerdo un poco... ¡Sí! ¡Sí! Se titulaba 'La canción del sembrador'. Va así: 'Cuando siembro voy cantando, porque pienso que al cantar con el trigo voy sembrando mis amores al azar...'. ¿Qué le parece? ¿Bien?

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- Tremendo. Le ha salido en perfecto castellano.

- Gracias, gracias. Para mí eso es importante. La palabra, la expresión, el acento... No hay que cantar sonidos bonitos sin más. Con Verdi eso lo aprendes de una vez y para siempre. Grande Verdi.

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