JOSU OLARTE
Martes, 22 de noviembre 2022, 12:47
Pablo Milanés es mucho más que 'Yolanda', publicada en 1982 y dedicada a su segunda esposa y madre de sus tres primeras hijas. El autor cubano ha firmado para la eternidad un bueno puñado de canciones en las que sobresalen la melancolía y la poesía ... más sutil. Estas son diez imprescindibles.
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Milanés tuvo ya desde sus primera etapa de exploración y búsqueda una cierta querencia a la amargura más sensible y desarmante. La encontró en una de sus mejores piezas iniciáticas (de 1967, aunque lanzada en su disco de 1975 'La vida no vale nada'). «Al fin nació, al pasar de los años, el tremendo cansancio que provoco ya en ti», cantaba un veinteañero Pablo en esta composición que regrabaría en los 90 junto a su amigo Víctor Manuel.
La erosión que el paso del tiempo impone a los sentimientos siempre fue una de las obsesiones de Pablo, al punto de negarse toda su vida a llevar reloj. La sensación implacable de que la vida deja huellas tristes, nos deja vencidos y hace que el amor no se refleje como ayer planeaba sobre una de las piezas más ilustrativas de ese lugar común milanesco.
«De lo que fue Santiago ensangrentada y en una hermosa plaza liberada me detendré a llorar por los ausentes». Es uno de los grandes himnos de la trova iberoamericana revolucionaria. Mantuvo siempre la esperanza utópica, la sensibilidad y la memoria histórica ligadas a las circunstancias trágicas que la inspiraron: la muerte en 1974 del dirigente chileno Miguel Enríquez en medio de la brutal represión desatada tras el golpe de Estado del general Pinochet contra el Gobierno democrático de Salvador Allende.
Junto con 'Amo esta isla' y 'No vivo en una sociedad perfecta' (del mismo disco homónimo), 'Yo me quedo' es una de las canciones de Milanés más vinculadas a su militancia revolucionaria. Una 'ortodoxia' en contraste con su apertura musical al elegante neoclasicismo de la Orquesta Egrem y sus conexiones jazzísticas con el filin y 'hermoso oficio' trovadoresco de 'cantar opinando'.
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El mismo disco albergaba la canción más emblemática de la vastísima cosecha milaniana de cerca de medio millar de temas. La siempre citada entre las canciones de amor más bellas jamás escritas en castellano y que solía corearse como himno de cierre en sus conciertos (junto con el 'Txoria Txori' de Laboa en Euskadi) desarmó también nada más oírla a su destinataria original, su segunda esposa y madre de sus tres primeras hijas, Yolanda Benet.
Una de las cimas compositivas del Milanés ochentero, que, en evocadora vena abolerada, conecta la infancia y la juventud perdidas con los logros y las expectativas nunca cumplidas. Sus versos escuchados en momentos de bajón dolían a sus seguidores: «Dónde estarán los amigos de ayer, la novia fiel que siempre dije amar. Dónde andarán mi casa y su lugar, mi carro de jugar, mi calle de correr…».
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Con el poeta nacional cubano Nicolás Guillén sintonizó el trovador en los primeros 70 influido por su manera de conjugar negritud, poesía social y el influjo del son y la rítmica afrocubana. Una de las adaptaciones mas permanentes en su repertorio. Su enfoque doliente del amor, una constante en su obra, se escribe así. «De qué callada manera se me adentra usted sonriendo como si fuera la primavera, yo muriendo...».
Con Juan Goytisolo y el filme homónimo de Agnès Varda ligaba Milanés una de sus composiciones que mejor guarda la hermosa desazón de melancolía existencial que solían transmitir sus canciones. Muchos que han visto a un antiguo amor feliz en otros brazos se han torturado con aquellos versos: «Te he visto sonriendo mientras te despeina y te envuelve en amor, al tiempo en que sólo pronunciar tu nombre con cierta ternura me ahoga en dolor».
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Es una de las canciones más hermosamente ilustrativas de cómo las decepciones revolucionarias y las propias del devenir existencial subrayaron su sutileza poética. Los 'años de luz, inocencia y dolor' desembocaron en una vida «con fantasmas que alimentan sueños y falsas promesas que no me devuelven los días de gloria que tuve una vez».
Una de las composiciones más delicadas del postrero Milanés, cuya consistencia como autor quizás no se valoró lo bastante en su última etapa 'otoñal', marcada por los achaques de salud. El siempre enamoradizo Milanés la incluyó en el álbum 'Renacimiento' (2013) y sus versos se suponen inspirados por su relación con la profesora gallega y madre de sus dos hijos mellizos Nancy Pérez.
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