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Josu Olarte
Viernes, 14 de diciembre 2018, 22:05
Ruper Ordorika afronta un nuevo reto: aprovechará los dos conciertos que tiene programados hoy y mañana en el Kafe Antzokia bilbaíno, que celebra sus 25 años de andadura como centro cultural, para grabar un disco en directo, el tercero de su carrera –y los tres, ... en el mismo escenario–. Estará escoltado por su banda Mugalariak. Los otros trabajos en vivo del cantautor oñatiarra son 'Gaur', editado del año 2000 en el sello de Fermin Muguruza Esan Ozenki, y su secuela de hace una década 'Hamar t'erdietan' (Elkar 08).
«Resulta hasta un poco excéntrico grabar tres directos en la misma sala, pero lo cierto es que han funcionado bien y el Antzokia estaba muy interesado en que formara parte de su 25 aniversario ya que siempre he tocado allí desde que abrió. No sé si es necesario otro disco en vivo, pero es una manera de recapitular los casi once años que llevo con esta formación con la que hemos logrado una sonoridad bastante definida que me gusta», comenta Ordorika en referencia a Mugalariak, trío de confianza integrado por Arkaitz Miner (violín, mandolina, guitarra) Hasier Oleaga (batería) y Fernando 'Lutxo' Neira (bajo, contrabajo). En Bilbao se añadirá el guitarrista barcelonés David Soler.
El recital será una «celebración» de repertorio del cantautor que durante casi cuatro décadas ha conectado la herencia del folk y la canción tradicional vasca simbolizada por Lete, Lertxundi, Laboa –con el que estrechó vínculos afectivos y creativos– y el rock autoral de vanguardia, que viene cultivando con cómplices anglosajones como Kenny Wollesen (Waits, Cave, John Zorn) Jaime Saft, Ben Monder, Leo Abrahams o exescuderos de Lou Reed como Mike Rathke o Fernando Saunders. «De algún modo he sido un eslabón entre esos dos mundos, pero no sé hasta qué punto ha sido algo buscado sino más bien generacional. He sido y soy muy anglófilo, y hay una gran frontera con la generación anterior a la mía. Pero hay un hilo vertical que me ata a mis orígenes, a la canción tradicional vasca previa a la radio y otro horizontal que me une al rock y a la música popular que me empujó a subirme a un escenario», explica.
Su consistente trayectoria e influencia sobre varias generaciones de músicos vascos propició en marzo el homenaje trasversal 'Dabilen harriari so, azukre koxkorrak'. Promovido por el festival Loraldia y el ciclo Izar & Star, fue un tributo conducido por los escritores Bernardo Atxaga y Fermín Etxegoien con relecturas de Ken Zapi, Petti con el grupo Balerdi Balerdi, Ixiar Oreja (Maixa ta Ixiar) Mikel Uraken y Miren Narbaiza. El tímido confeso Ordorika lo recibió «con sorpresa y algo de apuro ya que no sé como situarme ahí». «Hay una parte de mí que agradece las adaptaciones de mi repertorio que yo mismo hago con el de otros. Pero hay otra que se siente descolocada ya que, aunque desde afuera parezca asentado, me siento aún en proceso de definición y de búsqueda, como músico me veo en continua adaptación y aprendizaje. Y mi último disco es una muestra, me ha llevado a buscar cambios sutiles que aporten otra dimensión a las canciones·.
El disco en cuestión es su reciente debut en solitario 'Bakarka', en el que acompañado solo por su guitarra y su voz profunda recrea en estudio en vena acústica y trovadoresca clásicos de su cosecha como 'Herdoilarena', 'Martin Larralde', 'Asmatzekorik' o 'Ene Begiek'. «Hay canciones que tienen su propio eco y ganan cuanto más las desnudas, se van destilando, tocan frecuencias que, por alguna razón, conmueven más. Siempre lo había tenido en mente, pero el tiempo que llevo actuando de esta manera me ha servido para ver por fin claro este disco que he meditado mucho. Siempre intentas hacer lo que te gusta y a mí me ha gustado ver y escuchar al desnudo a músicos que admiro, como Lou Reed , Bert Jansch o Elliot Smith».
La fala de ornamentación musical prima aun más el calado poético de las canciones de Ordorika que, cómodo en los medios tiempos autorales, empezó adaptando a Atxaga o Sarrionaindia. Con los años, ha ido ampliando sus fuentes líricas, obteniendo buena respuesta más allá del entorno euskaldun, actuando regularmente en Cataluña y Madrid. «Hay que sumarse el tópico de que las canciones trascienden mas allá de la lengua y la compresión. Hay gente que sin entenderlas las valora culturalmente. La música no está por encima de la letra en las canciones, son una simbiosis primitiva y misteriosa de ambas. Incluso cuando se entienden, hay textos que unidos a una melodía emocionan y en el papel no tienen esa profundidad y a la inversa», argumenta desde su residencia, cercana a la localidad labortana de Sara. El cantautor seguirá actuando con sus Mugalariak y al desnudo en solitario. «La idea es combinar ambos formatos porque en acústico veo un filón de aprendizaje con nuevas posibilidades de improvisación».
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