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josu olarte
Domingo, 11 de diciembre 2022, 17:00
El compositor, multiinstrumentista y productor islandés Ólafur Arnalds se ha convertido en un aclamado artista de proyección global proponiendo una evocadora síntesis de clasicismo contemporáneo, electrónica ambiental y post pop instrumental, que ha expuesto tanto en selectos auditorios de todo el mundo, como en bandas ... sonoras de filmes y series como la premiada 'Broadchurch' (15) a las recientes 'Defending Jacob' (20) y 'Moonhaaven' (22).
Capaz de hacer arreglos para bandas metálicas en sus inicios, de reinterpretar a Chopin o de facturar techno estricto, su química entre lo clásico y lo moderno se ha concretado en discos de alto poder evocador que aportan reparador sosiego metafísico en tiempos inciertos. Un aura trascendente y evasiva a la que apela en su quinto y último álbum 'Some kind of peace' (Mercury KX 20), que este lunes 12 de diciembre recrea en el Teatro Arriaga (19.30 h. de 40 a 60 €) combinando su sonido de piano con armonías algorítmicas, los arreglos neocamerísticos de un cuarteto de cuerda mixto y la pulsión de un baterista. En vísperas de arrancar la gira hispano lusa de siete fechas que le trae a Bilbao, Ólafur despejó algunas claves de su enfoque musical desde su estudio en Mosfellsbær, la localidad costera cercana a Reikiavik donde nació hace 36 años.
-Actúa acompañado de un cuarteto de cuerda y un batería, un ensemble híbrido que sugiere un conexión entre el clasicismo y el pop. ¿Enfoca así sus conciertos'
-Siempre ha habido un impulso pop en lo que hago, pero no pienso en esos términos al elegir los músicos que me acompañan. Tratamos de aportar nuevas dinámicas e interpretaciones a las grabaciones originales, dejando espacio a improvisaciones e incluso a aportaciones del público grabadas que van creando distintas atmosferas Algunos cambios son muy sutiles y otros aportan un flow distinto, como cuando entra la batería.
-¿Se considera más artista que músico o compositor? ¿Qué entiende como artista?
-Sí, porque lo que hago no es solo componer en el sentido clásico obras que luego tocarán otros. También soy interprete, productor y controlo el arte de los discos, los vídeos y los shows, Para mí, artista es alguien que expresa en obras cuestiones o sentimientos que no puede explicar con palabras. No tiene que ver con una disciplina, sino con explorar el mundo de los sentimientos internos.
-¿A qué tipo de paz apela el título de su nuevo álbum?
-La paz a la que me refiero es un poco abstracta, es externa pero también íntima, porque cualquier tipo de paz empieza en el interior de uno mismo, en encontrarse a gusto con tu propia persona y el mundo que te rodea. Curiosamente, yo encontré ese tipo de paz durante las complicadas circunstancias pandémicas que tuve que afrontar para producir al álbum y crear todo el arte y los vídeos. El deseo de aportar paz a la gente a través de la música en estos tiempos fue un estímulo, una forma de encontrarla para mí mismo.
-Vive y trabaja entre su Islandia natal e Indonesia, dos mundos muy distantes y diferentes. ¿Busca la lejanía o aislamiento para componer?
-Creo que sí. Necesito la quietud y la tranquilidad para componer, tanto cuando estoy mi casa en Islandia como en Indonesia. Las vistas del entorno un poco alejado de la capital del puerto costero donde vivo me resultan muy atractivas. Me resulta más fácil encontrar la inspiración en espacios naturales poderosos. En el disco intenté de hecho canalizar las energías de ambos entornos'.
-Una de las piezas más evocadoras del disco, 'We contain multitudes', parte de un poema de Walt Whitman. ¿Suele buscar la inspiración en otras disciplinas artísticas?
-Sí, muy a menudo. En ese tema reflexiono sobre la idea de la identidad personal. Un amigo me mostró el poema de Whitman sobre ese concepto y me encantó. Es curioso cómo puedes encontrar artistas inspirados por ideas similares en culturas muy diversas.
-Comparado con ese lado más humano, ¿qué grado de relevancia tiene la tecnología en sus composiciones?
-Bueno, todo parte de una colaboración del lado humano y el tecnológico. Compongo frente a un ordenador y programas de sonidos, pero con pianos, teclados y sintetizadores al alcance de la mano. Siempre he analizado cómo las herramientas tecnológicas que uso para hacer música y cómo las nuevas fuentes de sonido inspiran la música que hago. Esa reflexión es parte de proceso creativo. Pero no me preocupa la cuestión de la inteligencia artificial, ya que nunca va a reemplazar ni quitar el trabajo a los músicos, Hay mucha música que solo surge de la conciencia de quiénes somos y de nuestro lugar en el mundo. Ese plano más sutil es el más interesante de explorar y del que surge mejor música. Un ordenador no puede lograr eso, es solo una herramienta eficaz y accesible.
-¿Toca en esta gira el piano apoyado en su famoso software Stratus? ¿Podría explicar cómo funciona?
-En términos sencillos diría que es un generador algorítmico de texturas, es como si tocara tres pianos a la vez. Lo que toco en mi piano de cola aporta información al programa, que añade atmosferas y texturas. No compone música por sí mismo, solo incorpora una respuesta complementaria que enriquece mi interpretación con las aportaciones algorítmicas de otros dos pianos virtuales. Es como dialogar e interactuar con un robot que va por libre.
-Tiene también un proyecto paralelo, Kiasmos, enfocado a un techno más estricto, experimental y minimalista. ¿Qué motivación encuentra en la música electrónica más rítmica?
-Me fascina sobre todo las posibilidades que te da trabajar con muchas fuentes de sonido y extraer música que, como compositor, también está dentro de mí. Tiene que ver con aprender a ver el techno como algo más que ritmos repetitivos y a apreciar cómo suenan todas sus texturas y detalles intrincados. Puse en marcha Kiasmos hace más de una década para explorar ese lado que ha beneficiado luego también mi trabajo como Ólafur.
-Buena parte de ese trabajo es en colaboración con otros músicos y productores. ¿Con quién le gustaría compartir estudio o escenario?
-Las mejores colaboraciones suelen ser las espontáneas, así que prefiero no dar nombres porque cuando me han solicitado una o yo la he propuesto las cosas no han funcionado como esperaba. Es mejor no planearlas, porque las mejores alianzas surgen de la relaciones íntimas. Es mejor hacerse amigos primero.
-Desde de último disco ha compuesto música para series de TV como 'Defending Jacob', 'Surface' o 'Moonhaaven'. ¿Disocia sus composiciones de las que hace para bandas sonoras?
-En realidad no se cómo responder a esa cuestión. La principal diferencia es que la creación tiene que encajar en las pautas de los personajes o la historia. Es todo mi música, no lo veo como otro proyecto, pero es como una muestra más estrecha de mi creatividad. Pero también me resulta fascinante tener que expresar en una dirección concreta y determinada, en encontrar la mayor expresividad en ese espacio limitado.
-¿Cómo diría que ha evolucionado su música desde su primera gira junto a sus paisanos Sigur Ros?
-Estuvo muy bien abrir su conciertos, me acercaron a una gran audiencia y me ayudó a concretar mi música en un contexto menos ambient o pop. Cuando echo la vista atrás, creo que lo que hacía era menos sofisticado y más dramático. Si quería transmitir grandeza sonaba grande, mientras que ahora lo haría sonando lento o delicado. Sin embargo, sigo teniendo limitaciones y recelos que tienes que vencer y que no tenía con todas las ideas locas de los inicios. La música es un proceso en el que siempre se gana y se pierde algo.
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