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El lunes retamos a la lluvia para ver al combo germano de death metal progresivo Obscura propalando su álbum 'Diluvium' (Relapse, 18) en la sala Santana 27. No llovió durante el trayecto a pie entre el metro y el recinto pero ahí, en la ... misma puerta, con la persiana bajada, nos enteramos de que el show se había trasladado a la sala Black, la pequeña, a la cual se entra por detrás. Rodeamos el pabellón de la zona industrial de Bolueta y, por la parte de atrás, sin luz, a ciegas sorteamos los charcos y el barro y ya en la zona asfaltada pasamos junto a un 'sleeper bus' con remolque (los grupos duermen en esos autobuses cuando viajan de concierto a concierto). Al entrar en la Black, nos sumergimos entre casi 150 personas presentes: un éxito, porque en la anticipada sólo se habían vendido 12 entradas a 22 euros más gastos. O sea que el 90% de los asistentes abonó los 27 que costaba en taquilla.
En total actuaron cuatro patrullas metaleras. Y a las cuatro las cató el fotógrafo Azpiazu, que vive cerca de la Santana 27: First Fragment (Montreal, Canadá; death metal progresivo según Azpi); Allegaeon (Fort Collins, Colorado; death metal melódico según nuestro fotero favorito); Fallujah (bahía de San Francisco, California; «metalcore progresivo con toques ambientales, pero menos de los que esperaba», describió); más los cabezas de cartel, Obscura (Landshut, Baviera, Alemania, una ciudad con 60.000 almas), los únicos que tocaron con el escenario despejado, pues los tres teloneros espetaron su rabia desde un tablado ocupado casi al completo por dos aparatosas baterías de doble bombo, colocadas una delante de otra.
Azpiazu reconoció a muchos músicos entre el público: al cantante de Hex («ganadores del Villa de Bilbao», precisó; sí, en su apartado metalero, en 2017, y donaron los 5000 € del premio a La Cuadri del Hospi), al bajista de Aposentos («de Logroño»), al teclista de Incursed, Orion Child y Vhäldemar (Jolkol toca en los tres, en efecto), al baterista de Childrain… Y Azpiazu se fijó desde lejos en el puesto de merchandising: «Bastante caro para este tipo de bandas. CDs a 15 euros, camisetas a 20 y, buf, sudaderas a 40».
El lunes se cumplieron los horarios, o sea que no hubo retrasos. De hecho, cuatro minutos antes de la hora prevista ya estaban sobre el tablado con sus melenas limpias (¿recién duchados en el sleeper bus?) los cuatro componentes de Obscura, que dieron un bolo de 11 piezas en 70 minutos menguantes porque las tres últimas pecaron de toscas, básicas y repetitivas ('Incarnated', 'An Epilogue To Infinity'…), aunque menos mal que el bis redimió a los teutones con un centrifugado en plan The Locust blindados ('The Anticosmic Overload').
Osbcura habián colocado en los laterales unas plataformas portátiles a las que se subían para dar espectáculo y también casi dar con sus cabezas contra el techo. Habían tapado el espejo que cubre el fondo del escenario con sus grandes telones negros con el logotipo, y todo quedaba más recogido, más propio para su metal tenebroso. Los germanos oficiaron perjudicados por el sonido a lata habitual en la Sala Black, aparte que el baterista desde 2014, el tal Sebastian Lanser, redobló con menos facultades que el anterior, el fascinante golpeador californiano de Fallujah. Además, en el cuarteto bávaro destacaron el guitarrista desde 2015, el austríaco Rafael Trujillo, magnífico en sus escalas más allá de la clásica, y el bajista desde 2011 Linus Klausenitzer, que tenía un instrumento de siete cuerdas, en lo que se fijó gran parte de la parroquia durante un solo a solas.
El líder y único fundador de Osbcura es Steffen Kummerer, guitarrista y vocalista gutural, centrado en la palestra aunque cedió bastante cancha a sus escuderos. El show epatante y de pretensión aplastante de Obscura arrancó con rugidos y entre tema y tema a veces se usaban pregrabados. En el huracanado 'Ten Sepiroth' la peña espontáneamente se puso a corear 'hey hey' antes de que el bajo de siete cuerdas y la batería de doble bombo formaran una amalgama. Dos cimas consecutivas fueron el título de su último CD, 'Diluvium', que arrancó en modo fusión oblicua y se encaminó en una cabalgata discípula de Iron Maiden, y el título de su CD anterior, 'Akroasis', con progresividad clásica y virtuosismo guitarrístico de Trujillo (y a nuestra derecha un sujeto se abandonaba al 'air guitar', a eso de tocar guitarras invisibles, con la pasión de un nipón). A lo gótico se arrimó la suite 'Mortification Of The Vulgar Sun', y Obscura volvieron a pisar fuerte en el death más infernal que ambiental 'Ode To The Sun', perfecto para la película '300'. En el citado tridente postrero se atascaron un poco y, lo dicho, se volvieron a oxigenar en el bis con la mentada 'The Anticosmic Overload'. Y, tras el 'Diluvium' de death metal, al volver al metro tampoco llovió.
Clip oficial de 'Diluvium'
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