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The Hellacopters es el grupo que espiritual y estilísticamente tiene más en común con el cabeza de cartel del festival en San Mamés, Metallica. La gran banda formada en Estocolmo, Suecia, prendió la llama del Bilbao Bizkaia Rock Day. Su inmenso ego se sentiría ... satisfecho al ver la pista llena de gente (las gradas aún estaban bastante despobladas, esperando a llegar cuando salieran Metallica), y The Hellacopters (bonito nombre: hell es infierno y helicóptero es una palabra internacional, y ahí estaba la pancarta flamígera al fondo del escenario para que no se nos olvidara) arbitraron un bolo intenso de 17 canciones en 78 minutos, un show abierto y cerrado por el ruido del rotor de helicópteros y siempre pilotado, capitaneado por su chulo líder, el de la gorra militarota, el guitarrista y cantante Nicke Andersson, alias Nicke Hellacopter, Nick Royale
En quinteto dispuesto en dos líneas, detrás el baterista y el teclista y delante los tres mástiles, con el copter pródigo Dregen Hellacopter a la segunda guitarra y la profusión de tatuajes, los de Estocolmo dieron un concierto grande pero estuvo perjudicado por un sonido demasiado saturado, a veces ruidoso, con el volumen desbordado por los cuatro costados, una acústica a veces tan pésima que llegó a echar a perder canciones como 'Reap a Hurricane' o 'You're nothing'.
Pero en general su actuación se percibió como algo especial, y ahí estuvo la positiva recepción de la masa de la pista, del césped cubierto de San Mamés, desde que arrancaron con el tornado 'Hopeless Case of a Kid in Denial'. A pesar del cielo gris no llovía, no se descargó el cielo, y ellos han continuado con pop influencia otros de grupos escandinavos como 'Carry Me Home', sirviendo rock con empuje setentero actualizado ('Like No Other Man', una de las cimas de su set), saliéndose del carril, del patrón, en un blues dramático y lento como 'So Sorry I Could Die'...
Y cuando corrían el peligro de atascarse, durante el tridente final remontaron y apercollaron a la multitud con la saturada 'By the Grace of God', la presumida 'I'm in the Band' que sonó a los Doobie Brothers con una indigestión de Red Bull, y con el adiós mediante '(Gotta Get Some Action) Now!', un tema de high energy corrosivo a lo MC5.
El dúo formado por Niña Coyote eta Chico Tornado (San Sebastián, 2012), o sea la baterista Úrsula Strong y el guitarrista y vocalista Koldo Soret, se han encargado de abrir con potencia sónica el Bilbao Bizkaia Rock Day, el festival que se celebra en San Mamés y que coronará Metallica en un concierto que arranca a las 22.00 horas. Tocando en sustitución de The Regrettes, que cancelaron en vísperas su cita por covid, la banda vasca ofreció en 43 minutos una docena de temas que, empero su fórmula minimalista, no se tornaron demasiado reiterativos al alternar instrumentales de veta ora stoner ora ácida, blues marcial, boogie filometalero y rock en euskera que llegaba a dar la mano al descaro de Danko Jones, y la versión monolítica del 'I wanna be your dog' de los Stooges.
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Microscópicos en el inmenso escenario y ante unas 2.000 almas a las cuatro de la tarde, Coyote y Tornado abrieron plaza agraciados por el poderío sónico (a pesar de su calidad de teloneros no les limitaron el volumen) y además se tornaron visibles gracias a que las inmensas pantallas laterales funcionaron con ellos, quienes lógicamente se mostraron contentos y agradecidos por estar ahí, como espetó Koldo Soret en el epílogo de su memorable, para ellos y para la mayoría de los espectadores, intervención. «Eskerrik asko. Gira Euskal Herria. Aupa Bilbo. Egurra!», jaleó.
Tras la cancelación en el último momento de Weezer, un contratiempo impropio de un festival serio, salieron al escenario Nothing But The Thieves como segundo concierto de la cita. Quinteto de rock alternativo forjado en Southend-on-Sea, Essex, Inglaterra, en 2012, el grupo ha actuado ante un escaso público. En las gradas la peña se resistía a entrar y a sentarse en sus butacas, entre otras razones por lo temprano de la hora, porque los tragos son más barato fuera de San Mamés (Pozas estaba lleno de fans de Metallica), y porque el común del público festivalero no pretende tirarse ocho horas inmovilizado y sentado en la grada o en pie en la pista: si se salía de San Mamés no se podía volver a entrar. Además muchos no entrarían por la amenaza de lluvia y quizá también porque ya se había corrido por los wasaps que Weezer no actuarían (hubo quien devolvió su entrada por esa razón).
Nada Más Que Ladrones, los segundo actuantes, cinco joveznos arremolinados en el centro del inmenso tablado y que parecían llenarlo menos que el dúo Coyote y Tornado, revelando poco glamour en las pantallas gigantes y atronando también (el bajo retumbaba y veces la caja del estupendo baterista rebotaba por el eco en la grada del fondo opuesto, proyectaron 9 o 10 canciones en 44 minutos que se hicieron escasos a tenor de la baja de Weezer.
Atronadores y postmodernistas arrancaron con 'Futureproof', su 'Is Everybody Going Crazy?' pareció blues futurista como podría hacer Harry Styles, 'I Was Just a Kid' sonó bastante a Muse, en 'Trip Switch' el riff guitarrero remitió a Rage Against The Machine, 'Sorry' fue un lamento explícito más que idiosincrático, y se despidieron con su mejor canción, al menos este domingo, 'la muy pop 'Amsterdam', colofón de un concierto como de relleno y que ellos no parecieron disfrutar, al menos su cantante por el careto que le veíamos en las pantallas.
Acabaron y faltaban 70 minutos hasta el siguiente bolo, el de los Hellacopters. ¿Qué haría la gente dentro? Porque no se podía salir del estadio, ya saben. Bueno, se podía, pero quien saliese no podría volver a entrar.
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