Musika-Música: entre el inframundo y el gimnasio

Hay retos que parecen tan complejos como llevar a los más pequeños hasta el inframundo. La compañía madrileña La Canica Teatro lo asume mediante títeres y sombras. «Tratar un mito dramático y la muerte es valiente, pero hablamos de una realidad y hay que asumirlo», aduce Pablo Vergne, su director, y explica que la clave se halla en la puesta de una producción rica en lecturas, una puesta en escena sobria y la dramaturgia. «Que haya teatro, personajes, conflictos, algo minimalista en el aspecto formal, pero cargado de intensidad», defiende.

El resultado es un divertido viaje hasta el infierno repleto de ironía y plasticidad en el que nadie se ha cansado y la sala estaba repleta. Los trucos son diversos. La leiotarra June González involucró a sus hijas desde que estaba embarazada y en su hogar se escucha música clásica, Red Hot Chili Peppers y ABBA. El bilbaíno Beñat Martínez acompañaba a su sobrino Markel, que despliega cuatro dedos para indicar su edad, porque sabe que estas actividades tienen formatos cortos, estímulos y colores que los seducen en compañía de familiares y otros niños. No hay mínimos. La barakaldarrra Irune Galán no se arredra tampoco y lleva consigo a Julen, de 2 años y Maialen, de 6, «porque flipan cuando ven sobre un escenario los instrumentos que tienen en casa».

Pequeños neófitos y maduros veteranos se reúnen tras escuchar a la Orquesta Sinfónica de Galicia, la Anima Musicae Chamber Orchestra de Budapest o el Cuarteto de Mandelring en el espacio Kiosko. La melomanía atrapa a todos mientras, por ejemplo, gozan de la leyenda de Maese Pérez el Organista y contemplan la Ría como telón de fondo. Pero hay aún más porque la mañana contempla sorpresas tan divertidas como 'El teléfono', la ópera cómica de Gian Carlo Menotti, que la directora María Goiricelaya ha convertido en una reflexión sobre la incomunicación bajo la dictadura del móvil.

El barítono Jan Antem y la soprano Ruth Gómez luchan por su amor constantemente interrumpido en un escenario que simula un gimnasio. La lirica rompe sus convenciones para abordar temas actuales. «La ópera es muy contemporánea, pero hay que hacerla de manera contemporánea, hay que ponerla al día», aduce la cantante y asegura que este es el camino para convertirla en algo atractivo para el gran público. «Hay que proponer temas con los que puedan empatizar, un lenguaje comprensible y, a ese respecto, una opción de cámara como esta es todo un acierto».

Pero iniciativas de este tipo son raras. «No se actualizan los argumentos», lamenta Antem. »Por una parte, hay directores de escena que se mantienen en planteamientos a la antigua y otros que adaptan modos supertransgresores. No abundan los intermedios, aquellos que mantienen la raíz de la historia dentro de una interpretación comprensible y moderna». La fatal consecuencia es que el público joven, como el que ha atendido esta propuesta, no suele frecuentar este tipo de espectáculos. «Por el precio, la estética y la falta de actualizaciones de argumentos, el resultado es que el público es superadulto».

Una muchedumbre abandona el Euskalduna mientras finalizan las últimas propuestas de la mañana. «Me parece increíble esta efervescencia», confiesa Gómez y su compañero asiente. «En España no hay un proyecto tan organizado y asequible en el que se condensen todas las variantes del género clásico. Me sorprende contemplar tanta gente yendo y viniendo con total naturalidad. Algo como Musika Música es maravilloso».