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Isabel Rubio ha pasado de la última fila de la orquesta, donde se sitúa la percusión, al podio. La joven directora murciana está viviendo unos meses muy especiales desde que el pasado otoño fue una de las tres finalistas para el puesto de asistente del ... director de la Filarmónica de Berlín. No lo consiguió, pero estar allí, demostrar lo que sabe hacer, conocer a Petrenko (su titular) e intercambiar impresiones con músicos de una de las mejores orquestas del mundo fue un sueño. Con consecuencias: ahora tiene más invitaciones a ponerse al frente de formaciones relevantes. En breve empuñará la batuta ante la Nacional y la Jonde, y también dirigirá en el Teatro Real. Y este domingo se subirá al podio de la Sinfónica de Bilbao (BOS), en un concierto en Getxo (Muxikebarri Zentroa) en el que interpretará obras de Usandizaga, C. P. E. Bach y la Octava de Beethoven.
- Hay directores que proceden del piano, el violín o el chelo. Son mucho menos frecuentes los que llegan de la percusión.
- Algunos hay. Gustavo Gimeno y Andrés Salado eran percusionistas. Pero somos muchos menos, claro.
- ¿Y va a seguir con su carrera de percusionista?
- Me encantaría, pero no tengo tiempo. Volcarse en la dirección significa que no lo tienes para nada más, ni para el ocio, así que no puedes dedicarte a estudiar otro instrumento.
- Ni puede dirigir y tocar al mismo tiempo, como tantas veces hacen pianistas y directores, o violinistas y directores.
- He pensado poner una batería delante. Ya he visto en alguna ocasión a un director que tocaba esa parte junto a un solista de clarinete. Pero es muy complejo y hay poco repertorio en el que la batería sea líder.
- Ha dirigido muchas bandas. ¿Qué aporta a quien dirige orquestas?
- En la gestión del grupo no hay diferencias. Al fin y al cabo, una banda tiene las mismas familias instrumentales salvo la cuerda. Lo distinto es el repertorio. En el caso español, contamos además con muchísimas bandas. Creo que es el país con más grupos por cada millón de habitantes. He crecido oyendo a las bandas, me lo han dado todo, incluida mi cultura musical, desde los seis años.
- ¿Cómo se gestionan los elementos externos cuando se dirige una banda? Los directores de orquesta se quejan de pequeños ruidos en la sala y en los conciertos de banda al aire libre se escucha a los coches, el viento, la gente que habla, el ruido de las sillas...
- Hay que hacerlo sabiendo cuál es tu labor. Una banda además de una tarea cultural y educativa tiene una social. Ya sabes que las condiciones son distintas. No puedes pretender que la gente esté callada o que paren los autobuses que circulan por allí. Debes escoger bien las obras, pensando en todo eso, y no ser pretencioso. Luego, cuando la banda actúa en una sala las cosas son diferentes, claro. Ahí si tienes más libertad para programar.
- Volvamos a las orquestas. ¿Qué le ha supuesto ser finalista para el puesto de asistente del director de la Filarmónica de Berlín?
- Un trampolín. Fue un gran momento porque llegué a la meca de la clásica, conocí a Kirill Petrenko... Desde entonces tengo más ofertas, pero aún siguen diciéndome a veces que 'no' a algunas propuestas. No me quejo, sin embargo. Vivo de lo que he estudiado y me gusta, así que contenta.
- Dirigirá a la BOS con un programa que tiene una obra del barroco final, una del clasicismo y una del nacionalismo-verismo. ¿Dónde se encuentra más cómoda?
- En el Romanticismo y el siglo XX. Seguramente es por mi faceta de percusionista. Me gustan las obras con gran orquestación. Mi compositor favorito es Stravinski. Pero por supuesto me pongo con el programa que me indiquen.
- Pues le doy la oportunidad de que elija uno a su gusto.
- Me encantaría hacer un concierto con el 'Romeo y Julieta' de Prokofiev, 'Sherezade' de Rimski-Korsakov y 'Petrouchka' de Stravinski. Ahora que lo pienso es un programa tan largo que quizá debería ser para un festival, con cena en la mitad...
- La crisis de 2008 perjudicó mucho a las orquestas. ¿Teme que la crisis que se dibuja en el horizonte tenga el mismo efecto?
- No sé si hay incertidumbre porque nosotros nos movemos siempre en ella. Estamos todo el tiempo en la cuerda floja.
- Pero, ¿no ha notado nada, no hablan de ello los músicos cuando se encuentran?
- No lo he notado porque estamos en un momento de una gran energía, tras los meses de encierro por la pandemia. Se está poniendo toda la carne en el asador y todo se ha movido mucho. España fue, además, el primer país que abrió teatros y salas.
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