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Gabriel Cuesta
Domingo, 13 de agosto 2017, 00:46
«Mala mujer. Me han dejado cicatrices por todo mi cuerpo tus uñas de gel». Este es el estribillo de una de las canciones de reggaetón que más suena este verano. El autor de 'Mala mujer', C. Tangana, explica que la que fuera su amante le ha dejado en la «ruina» y que se ha llevado su «corazón, orgullo, pasta...». No es precisamente una oda a favor de los derechos de la mujer. Y es que el estilo latino lleva varios años en el ojo del huracán debido a sus letras, que en muchas canciones contienen fuertes expresiones machistas y denigrantes para el género femenino. Maluma o Daddy Yankee, por ejemplo, son algunos de los artistas más criticados.
«Que se dicen barbaridades lo ve cualquiera que tenga sentido común», apunta la musicóloga y feminista Laura Viñuela . «En este género también molesta el racismo. Hay un montón de estereotipos. Además, es sexualmente muy explícito. Lo es hasta tal punto de que existe algo de reggaetón muy feminista», explica Viñuela. Ivy Queen o la Mala Rodríguez son algunos ejemplos de una industria dominada por cantantes masculinos.
¿Es justo esta afirmación sobre el reggaetón? Sí y no. Lo es porque el machismo es algo muy presente y habitual en este tipo de canciones. Y también es 'injusto', porque podría ponerse en duda otros géneros musicales que han pasado más desapercibido estos últimos años. Por ejemplo, el rock. El género entre géneros podría ser también cuestionable. Sin ir más lejos, 'Shook me all night long' de ACDC pide a una mujer (a la que llama «máquina veloz») que le «cabalgue toda la noche» y le deje «fuera de combate con esos muslos». No se queda corta.
-¿Es la música machista?
-Lo es quien la hace. Prefiero hablar de reflejar ideología patriarcal. La musica nace y se crea desde una sociedad que es patriarcal. No nace de la nada. No todo es ese discurso de rebeldia y visión alternativa.
«Con el reggaeton va todo el mundo con el filtro puesto. Con otros géneros no. Es como el lobo con piel de cordero», apunta Viñuela. Son análisis, según explica la musicóloga, que requieren «mayor complejidad». «Se disfraza de poesía o expresión de sentimiento». Un ejemplo para la experta es el de Joaquín Sabina, una postura que le ha «llevado al infierno», incluso ha sido criticada por el escritor Arturo Pérez Reverte. «Tiene unos estereotipos rancios y antiguos. A la mujer la tiene como recurso poético y ellas tienen que admirar al héroe». En 'Contigo' habla de una mujer de la que está enamorado. Se aprecian matices como que asocian a ella con lo doméstico: los recibos, el sofá, el mercado... mientras él es una alma libre a la que la mujer le corta las alas. Esa masculinidad «canalla y maldita» tiene «un magnetismo alrededor que a la gente le encanta». «Sabina usa estas herramientas como tantos otros», matiza.
Tampoco se libran el rap y el pop. Eminem y Rihanna protagonizaron allá por el año 2010 el polémico 'Love the way you lie'. «Solo te quedas ahí y miras cómo me quemo. Me gusta cómo duele», dice Rihanna, que aparece en un videoclip que ha sido acusado de incitar a la violencia. El rapero estadounidense incluso fue tachado varias veces de machista a lo largo de su carrera. La posesión de la mujer como objeto y la normalización de la violencia son algunos de las características que el colectivo feminista critica de este videoclip. «La música es poderosa porque mueve las emociones. La letra es lo más fácil de analizar, pero para los sonidos no tenemos herramientas y educación para entender cómo nos afecta», explica Viñuela. «Esa parte sonora consigue a veces enmascarar mensajes de letras que no filtramos. Por ejemplo, el discurso que más se ve en la música sobre el amor es la más intensa, la fase de enamoramiento».
Estos ejemplos son canciones producto de la cultura de masas, con una gran influencia sobre todo en los jóvenes. Un pensamiento para muchos retrógado en un mundo que siempre ha sido caracterizado por abrir las puertas a nuevas corrientes y pensamientos. No se libra ningún género. «La gente va cobrando más conciencia y se tienen filtros mayores. Afecta a todo el mundo: a quien escucha, a quien crea los discursos, a quien vende...», analiza Viñuela. Emakunde ha hecho parte del trabajo sucio. El Instituto Vasco de la Mujer ha publicado 200 canciones contra los estereotipos machistas para que suenen en las fiestas de Euskadi este verano. Éxitos como el mítico 'I will survive' de Gloria Gaynor o 'Ella' de Bebe están entre las elegidas. No les gusta 'Despacito', la canción del verano no tiene hueco dentro de esa selección.
Este problema va más allá de las letras. Según datos de AIM, en 2015 solo el 30 % de los empleados en el sector musical eran mujeres y solo 15 de cada 100 son altos cargos en las discográficas. Un claro ejemplo es la música electrónica. Solo un 11 % de artistas son féminas en los festivales EDM. Como respuesta a esta situación, en España se ha creado la asociación Mujeres de la Industria Musical (MIM).
En cuanto a las cantantes, ellas viven en un un mercado «muy sexualizado», según Viñuela, en el que se cumplen los roles de «chica guapa con canciones que no molestan». No hay, en su opinión, ninguna mujer en esta cultura de masas que haya roto con esta tendencia. «Beyoncé o Madonna son las que más se acercan al atraverse a definirse como feministas». Sin embargo, por el contrario, sus canciones y su puesta en escena sí cumplen los estereotipos. Eso sí, la musicóloga señala al género independiente como espacio donde hay alguna que otra excepción: Pauline en la playa, Las Odio... bandas compuestas solamente por mujeres que intentan hacer sonar a la música un poco menos machista.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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