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Música, negocio y rebeldía: Por qué Taylor Swift es la 'persona del año'

Música, negocio y rebeldía: Por qué Taylor Swift es la 'persona del año'

La revista 'Time' nombra 'persona del año' a la artista, de 33 años, símbolo de una generación y modelo de éxito artístico y comercial

Jueves, 7 de diciembre 2023

Catorce presidentes de Estados Unidos, tres papas, cinco líderes rusos, empresarios y políticos de renombre... y Taylor Swift. La revista Time, que reconoce desde 1927 la trascendencia de un líder mundial con capacidad para cambiar el mundo, acaba de anunciar su designación de rasgos más inéditos: primero por ser mujer (lo que no es muy habitual en la lista de personalidades destacadas por Time); segundo, por ser joven (es la cuarta 'persona del año' menor de 50 años) y, en tercer lugar, por ser artista, un ámbito que no ha sido reconocido prácticamente nunca.

Pero motivos hay de sobra para ver en esta compositora y cantante de 33 años, originaria de Pensilvania, un caso de superlativo éxito y trascendencia mundial. Autora de 'hits' intergeneracionales, rebelde en la defensa de su legado y su negocio, creadora de tendencias sociales y revolucionaria de la industria musical es considerada una heroína por toda una generación. Quizá la artista más exitosa y diferencial de las últimas décadas. «En un mundo dividido, donde demasiadas instituciones están fracasando, Taylor Swift encontró una manera de trasncender fronteras y ser una fuente de luz. Nadie más en el planeta puede mover hoy a tanta gente», resume Sam Jacobs en el artículo de 'Time' que defiende su designación.

Esta es una guía de la relevancia, no solo musical, de la artista más global del momento.

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Su música

Taylor Swift ha construido su imperio de relevancia sobre una cancionero que ha logrado conectar con más de una generación global. Desde su debut en 2006 con un álbum homónimo, ha logrado colocar en el número 1 del Billboard más álbumes que ninguna otra mujer en la historia: 12, uno más de Barbra Streisand. Este año 2023 ha recuperado el cetro del artista más reproducido del año en Spotify con 26.000 millones de escuchas -un liderazgo arrebatado a Bad Bunny, el puertorriqueño que lo ha ostentado los últimos años- y al año pasado consiguió colocar 'Midnight' como el álbum físico más vendido desde 1991, con 945.000 copias.

Su gira

El éxito superlativo de Taylor Swift en 2023 viene impulsado por la gigantesca gira en directo que de momento ha cumplido su etapa americana y se prepara para emprender la europea y asiática. Los números son también estratosféricos: la recaudación en Estados Unidos se acerca a los mil millones de dólares y desbancará a Elton John y su tour de despedida como el más rentable de la historia. La recaudación proyectada cuando termine, en diciembre de 2024, puede alcanzar los 2.200 millones.

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Sus fans

Ser 'swiftie' en este momento es lo más parecido a profesar una religión. La influencia de la cantante sobre toda una generación es total. Sus seguidores han llenado estadios y cines para ver sus conciertos, se intercambian pulseras de la amistad en los shows, compran de forma masiva las sudaderas de la gira y cantan y bailan sus canciones, pero también se registran para votar porque Swift se lo ha pedido en Instagram o elevan su interés por la liga de fútbol americano cuando se conoció su romance con el jugador Travis Kelce, de los Kansas City Chiefs de la NFL. En el aspecto económico, la devoción por la cantante ha disparado el gasto de los seguidores. Si se calcula que un show de 100 dólares por entrada arrastra un gato añadido de 300 dólares por seguidor (en desplazamientos, hoteles, comida o merchandising), en el 'Eras Tour' este ratio se ha elevado a 1.300-1.500 dólares por fan.

El negocio

Todo lo anterior ha convertido a Swift en una máquina de hacer dinero. «Si Taylor Swift fuera una economía, sería más grande que 50 países del planeta», se ha valorado. Én lo relativo a su fortuna personal, ha entrado en el reducido grupo de artistas con un patrimonio milmillonario, que ahora se estima en 1.100 millones de dólares, solo por debajo de Kanye West o Rihanna.

La rebeldía

Pero la cantante de Pensilvania no es solo una heroína por sus canciones. Lo es por su relación con la industria, a la que se ha enfrentado de frente para la protección de su legado y de su negocio. Lo más sonado ha sido su decisión de regrabar sus seis primeros álbumes, cuyos derechos sobre las reproducciones perdió al cambiar de discográfica. Su catálogo grabado para Big Machine, valorado entonces en 140 millones de dólares, acabó en manos de Scooter Braun, un conocido manager, que a su vez lo revendió por 300 millones a un fondo de inversión. Swift, que como compositora y letrista mantenía los derechos de autoría de las canciones, tomó una decisión trascendental: volver a grabar los álbumes (los llamados 'Taylor's versions') para recupera el control de su música. Pero no ha sido el único golpe sobre la mesa. También se enfrentó a Ticketmaster por el fiasco de la venta de entradas para su gira (el Senado estadounidense llegó a abrir una investigación por la posición monopolísitca de de Ticketmaster/Live Nation) y evitó los intermediarios en la distribución cinematográfica de la película sobre su gira, que acordó directamente con una gran cadena de salas norteamericana.

Con Swift, las reglas de juego de la industria musical han saltado por los aires.

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