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Ennio Morricone

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Ennio Morricone REUTERS

La leyenda del músico enamorado del cine

Ennio Morricone, que murió este lunes a los 91 años, deja 500 bandas sonoras y cierra una etapa gloriosa del séptimo arte

Lunes, 6 de julio 2020, 09:15

En una de las escenas más famosas de 'La leyenda del pianista en el océano', el protagonista, que se ha criado en un barco que hace la ruta entre Europa y América, está grabando un disco en el mismo buque. Ha comenzado a tocar con algo de vacilación hasta que levanta los ojos y por la escotilla que hay a su derecha ve a una bellísima joven. En ese momento, se olvida de mirar al teclado y sus manos improvisan una melodía, que es la que sale de su corazón enamorado. Esta escena es la metáfora de lo que sucedió a Ennio Morricone: se enamoró del cine y compuso la banda sonora de centenares de películas inspirado por las imágenes, como si lo hiciera sin la menor dificultad porque eran las melodías que brotaban de su interior.

Morricone murió este lunes en Roma a los 91 años. Llevaba varios días ingresado en una clínica de la capital italiana a consecuencia de una fractura de fémur que se hizo al sufrir una caída. La vida le dio la oportunidad de despedirse en una gira en la que se subió al podio para dirigir sus propias partituras y recibir así el aplauso de muchos miles de personas que jamás olvidarán las bandas sonoras de tantas películas, incluso aunque no las hayan visto nunca.

Uno de esos títulos inolvidables es 'Cinema Paradiso', el homenaje al cine de Giuseppe Tornatore (1988) subrayado por una música aparentemente muy fácil pero que consigue que los espectadores salgan de la sala con los ojos humedecidos. Tornatore sabía lo que hacía, por eso acudía una y otra vez a Morricone, y cuando filmó 'La leyenda del pianista en el océano' (el filme está basado en una obra teatral de Alessandro Baricco, el autor de 'Seda') estaba llamando a la puerta de alguien que también era ya leyenda.

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Y eso que sus comienzos fueron tan convencionales como pueden serlos los de tantos niños prodigio. Hijo de un músico, entró muy pequeño en la Academia de Santa Cecilia, donde daban clases todos los grandes de la clásica italiana. Allí aprendió a tocar la trompeta y a componer con profesores del prestigio de Petrassi. Terminados los estudios, se ganó la vida trabajando en clubes de jazz, escribiendo pequeñas piezas para la radio, arreglando obras de otros y, según parece, componiendo fragmentos de piezas que luego firmaban célebres compositores cinematográficos de su tiempo.

La amistad con Leone

La amistad con Sergio Leone fue decisiva. Aunque ya había trabajado en algunas películas, fue la sociedad entre ambos en la llamada 'trilogía del dólar' la que lo lanzó a la fama. A partir de ahí, Morricone fue forjando su leyenda, basada en tres aspectos fundamentales: su increíble velocidad componiendo, que lo acerca a Mozart y a Bach (él ironizaba sobre ese asunto cuando algún periodista le preguntaba por ello, y no hay que olvidar que, además de su trabajo para el cine, escribió otro centenar de obras); su capacidad para la experimentación y el uso de instrumentos no habituales en las orquestas, que lo lleva a crear un lenguaje propio; y su versatilidad.

Porque Morricone escribió música para western, películas de gran aliento épico, historias de un profundo romanticismo, relatos de gángsters, adaptaciones de Shakespeare y filmes del más puro costumbrismo. Lo hizo para Bertolucci, De Palma, Stone, Malick, Tarantino, Pasolini... Además, a diferencia de otro grande del cine, Nino Rota, no hizo ascos a la posibilidad de trabajar para Hollywood, pese a que la Academia de Cine fue cicatera con su obra. Un Oscar por una banda sonora y otro honorífico parece un pobre balance, sobre todo si se compara con autores de menos relevancia.

Con Morricone se cierra una etapa dorada de la música cinematográfica, pero deja una legión de admiradores y seguidores. El más importante es Nicola Piovani (el autor de la BSO de 'La vida es bella'), de quien se llegó a decir que en realidad era un seudónimo de Morricone. No es cierto, pero el rumor no hace más que agrandar la leyenda de un músico enamorado del cine.

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