Celso Albelo
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Celso Albelo
«Tengo un montón de planes, pero no querría pasarme toda la vida cantando»Hijo de taxista y ama de casa, nunca imaginó que terminaría cantando en el Metropolitan de Nueva York, la Scala de Milán o la Ópera de Viena. El tenor canario Celso Albelo (Santa Cruz de Tenerife, 1975) era un miembro entusiasta de la tuna mientras ... estudiaba Historia del Arte en la Universidad de La Laguna. El folclore y el repertorio popular le volvían loco antes de que la ópera le arrastrara, pero nunca ha renegado de su pasado. Ha grabado recientemente 'Serenata española', arropado por la Orquesta de Pulso y Púa de la Complutense, y se le nota tan descarado y desenvuelto como antaño, lo mismo en temas como 'Te quiero, morena' que en 'Violetas para ti' o 'Noche madrileña'.
Siempre ha tenido instinto para el canto. Hace 10 años debutó en Bilbao y se ha convertido en un habitual de las temporadas de la ABAO. Muy querido por los aficionados, se siente cómodo en el Euskalduna y en estos momentos hace gala de un espíritu más deportivo que nunca. Quiere arriesgar y disfrutar al máximo. «¡Será lo que tenga que ser! No pienso angustiarme. O, al menos, no antes de tiempo», subraya con una sonrisa, mientras se toma un cortado en la cafetería Baden Baden. Este sábado, se meterá por primera vez en la piel de Manrico en 'Il Trovatore', un rol para tenores valientes, que bascula entre los pasajes líricos y dramáticos, con momentos musicalmente espléndidos y arriesgados.
Tiene 48 años y le apetece explorar nuevos territorios, sin más brújula que la evolución natural de su voz, que ha ganado peso y se ha vuelto más ancha. En esta ocasión le toca meterse en la piel de un galán medieval, hábil con la espada y el laúd, que pese a su buena voluntad y arrojo termina pasto de las llamas. 'Il Trovatore' es la ópera más espeluznante de Verdi, inspirada en un drama de Antonio García Gutiérrez en la que no se salva ni el apuntador. Ambientada en el siglo XV, en la trama hay tres personas (incluido un niño) quemadas en la hoguera, una revuelta de por medio entre los partidarios del conde de Urgel y los del rey Fernando I de Aragón, una tragedia amorosa y un villano que al final –él también– sufre un soponcio.
La partitura y la acción se desarrollan con urgencia y ritmo trepidante, como si no hubiera un mañana, aunque no falten remansos de paz, nobleza y ternura. Las expansiones belcantistas rebajan los decibelios en los momentos oportunos. «Mi personaje no es un guerrero. Yo lo veo súper romántico y sensible. Manrico ha vivido manipulado por su presunta madre, la gitana Azucena, y eso le condiciona la existencia. Ahí está la clave», reflexiona Albelo al tiempo que tararea pasajes de la partitura, muy bajito para no llamar la atención en la cafetería. Imprime inflexiones cargadas de intención, con caligrafía fina y elegante. Disfruta metabolizando la música.
De los muchos Manricos que ha escuchado en disco, él siempre se queda con los que tienen «una voz mucho más generosa» que la suya. Admira en ese sentido «la capacidad de fascinación» de Plácido Domingo, el estilo «tan italiano y romántico» de Carlo Bergonzi y tiene claro que «uno de los más expresivos es José Carreras, un hombre con una sensibilidad y un don que te maravillan, que nadie se puede explicar, ni él mismo, porque de repente consigue que las palabras parezcan nuevas y llenas de significado».
En las cuatro funciones programadas le acompañarán la soprano Anna Pirozzi, la mezzo Ekaterina Semenchuk y el barítono Juan Jesús Rodríguez. Conoce bien a sus colegas y eso ayuda mucho en los ensayos y el trabajo en equipo. «Hay buen clima. Ekaterina será mi madre; Anna, mi amante, y Juan Jesús, mi hermano. ¿Qué más puedo pedir?». Decía Caruso que para 'Il Trovatore' bastaba con tener «los cuatro mejores cantantes del mundo» para sacar la ópera adelante. Una 'boutade' que tiene fundamento. Esta ópera de Verdi es una sucesión de arias, dúos, tercetos y concertantes magistrales.
La partitura incluye una famosísima cabaletta para tenor ('Di quella pira') que se remata con agudos de infarto, no escritos por Verdi pero que la tradición, habitualmente muy sádica con los tenores, obliga a soltar. «No te puedes librar. Ya veremos cómo salen...», bromea el tenor canario, conocido por su facilidad para clavar las notas estratosféricas, como lleva tiempo haciendo sin contratiempos en 'I Puritani', una ópera de Bellini que tiene previsto cantar por última vez en Mahón, precisamente después de 'Il Trovatore' en Bilbao. «He hecho muchísimo el papel de Arturo y, la verdad, ya no tengo nada que aportar. Hay gente joven que está tomando el relevo, prefiero centrarme en otros roles».
Con 'Il Trovatore' quiere marcar un antes y un después en su trayectoria. A partir de ahora, abordará cada vez más títulos de Verdi y Puccini, sin arrumbar del todo el bel canto. «No me puedo quejar, tengo un montón de planes. Eso sí, no querría pasarme toda la vida cantando». Dicho esto, tiene compromisos hasta 2027 y en la próxima década habrá muchas oportunidades de aplaudir a Celso Albelo en los teatros.
Casado con la directora de escena Giorgia Guerra, tiene dos hijos, de 8 y 4 años, además de muchas inquietudes. Con experiencia en el sector hostelero y del transporte, ahora está volcado en la gestión de una tintorería de la capital italiana que trabaja para el Circo del Sol y los jugadores de la Roma, sin olvidar al cliente de a pie. «Soy curioso por naturaleza. Me dejo llevar y aprovecho el momento. En eso consiste también una función de ópera. Todo cuenta. Hay que valorar la interpretación en su conjunto. ¡Es mucho más que los agudos!».
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