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Dave Wyndorf, un 'Space Lord' con guitarra de atrezo. Óscar Cubillo
Monster Magnet rematando el Kristonfest

Monster Magnet rematando el Kristonfest

El grupo yanqui de rock duro espacial culminó la terna internacional del festival bilbaíno de stoner rock, que congregó a medio millar de almas en la Santana 27

Sábado, 28 de septiembre 2024, 13:33

Buen ambiente y comodidad inesperada (estábamos holgados: hubo casi 555 espectadores, tirando a la baja el 90 % tíos, y al menos el 1% vecinos de Reinosa: Pato y cinco más) ayer viernes en la Santana 27, donde se celebró el festival privado de una jornada y bajo techo Kristonfest, dedicado al stoner rock, que hoy sábado repite la misma terna internacional en Madrid (Sala But), y siempre organizado por la promotora independiente bilbaína Noise On Tour.

Unida y Pentagram dejaron buen sabor de boca. Y llegó la hora del tercer combo estadounidense de la noche, el gran cabeza de cartel (se notó porque la peña se apretó más en primeras filas), Monster Magnet (Red Bank, Nueva Jersey, 1989). En gira mundial del 35º aniversario de sus gestación y toda la vida pilotado por el mostachudo guitarrista Dave Wyndorf, que a sus 67 años apareció en escena con notable barriga bajo su camiseta de Black Sabbath y melena lacia y grasa. Se sentó en el borde de un taburete, se colgó una guitarra que a veces hacía que tocaba pero no sonaba, emitió ruiditos espaciales y psicodélicos con una máquina que tenía a su derecha, y cantó muy bien, sin mirar las letras de ningún teleprompter, durante un bolo de 11 piezas en 83 minutos, contando los cinco que tardaron en reaparecer para dar el bis con un alargado 'Space Lord'.

Aunque actuara sentado en el borde de ese taburete, entrar y salir a escena el barrigón y desaliñado Wyndorf lo hizo con soltura, y tuvo las espaldas bien cubiertas por sus músicos más jóvenes (mención especial al guitarrista solista). Además a sus anchas espaldas también había una pantalla gigante de cine que emitió fragmentos de películas de destape antañón, de astronautas flotando en el espacio, de invasiones de platillos volantes armados con láseres destructivos, y al menos tres veces se pasó el asalto de los helicópteros de 'Apocalypse Now' a la aldea vietcong. Las luces fueron malas, para que se viera la pantalla, ¿no?

El quinteto despegando. O. C.

Fue un buen viaje, un bolazo compacto y de buen sonido con mordiscos y zarpazos bluseros algo Stooges ('Dopes to Infinity', 'Tractor'), ácida lisergia ('Superjudge'), temas que al amigo Pato le recordaron a Uriah Heep ('Look To Your Orb For The Warning') y a Nirvana ('Negasonic Teenage Warhead'), una balada hippie ('Zodiac Lung'), riffs Black Sabbath ('Twin Earth'), un instrumental espacial ('Ego, The Living Planet', aunque la letra tiene sólo una frase o verso: «hablo a los planetas, beibi»), y una trilogía postrera alargada con la muy americana 'Bummer', la balada de tripi 'Spine Of God', y el bis con la citada 'Space Lord', cuando el medio millar de almas coreó a pulmón por primera y única vez.

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