
De Mongolia al olimpo operístico
Amartuvshin Enkhbat ·
El barítono ofrece hoy un recital en el Euskalduna con el pianista Stefano SalvatoriSecciones
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Amartuvshin Enkhbat ·
El barítono ofrece hoy un recital en el Euskalduna con el pianista Stefano SalvatoriEstaba destinado a cuidar ganado y caballos en Mongolia, como la mayoría de su familia. No había nada en el entorno de Amartuvshin Enkhbat (Subjaatar, ... 1986) que lo vinculara con la ópera. Tenía una voz magnífica pero le bastaba con interpretar temas folclóricos y chamánicos que calmaban a los animales. En Mongolia gustan mucho las melodías hipnóticas con una prolongación del sonido que raya en lo inhumano. Con ellas se ejercita una capacidad pulmonar de campeón olímpico, a la altura de Montserrat Caballé -alumna de una cantante y deportista húngara- que era capaz de aguantar el aliento más de dos minutos.
De forma inconsciente y natural, el pequeño Amartuvshin cantaba y se preparaba para ser un fenómeno vocal, trotando entre estepas, desiertos, bosques y montañas. El horizonte que tenía delante siempre era infinito. Imposible de alcanzar. No le hacía falta correr ni angustiarse. Todo estaba en orden. Ahora, que acaba de cumplir 39 años, se ve obligado a quemar etapas a galope tendido. Ya no en las tierras de Subjaatar, al norte de Mongolia, sino en los mejores coliseos líricos del mundo. Hoy, a las 19.00 horas, hará parada en el Euskalduna para ofrecer en la temporada de la ABAO un recital de repertorio italiano, acompañado por el pianista Stefano Salvatori, que patrocina la Fundación BBVA. El programa arranca con dos canciones de Verdi y se completa con piezas de ópera. «Estoy muy agradecido porque se me ofrezca la oportunidad de volver», aseguraba hace unos días el barítono mongol, entre función y función de 'Tosca', desde un hotel próximo al Teatro alla Scala de Milán.
El año pasado, conquistó al público bilbaíno con cuatro funciones de 'Rigoletto' en las que no solo repitió el dúo 'Si, vendetta tremenda vendetta' junto a la soprano Sabina Puértolas, sino que se animó a ofrecer un bis doble en dos de ellas. Un hito similar al que marcó Gianni Poggi en 1953 al cantar tres veces 'La donna è mobile' en el Coliseo Albia. El tenor italiano no solo desató el delirio entre los aficionados de la ABAO, sino que después de la función arregló las bombillas en su camerino. Era mecánino electricista de formación y le gustaba que todo brillara al máximo. Así de sencillo. Igual que Amartuvshin Enkhbat, que también lo tiene muy claro: «Si el público te acoge con calidez y amor, los artistas tenemos energía de sobra para cantar y repetir las veces que haga falta».
Formado en la Universidad de Artes y Cultura de Ulán Bator, tuvo a maestros de canto formados en la URSS que le despertaron de golpe el amor por la lírica. Con apenas 18 años se había convertido de la noche a la mañana en la esperanza nacional de la ópera en Mongolia. Su participación en un festival de música había dejado conmocionado al jurado. Era un jovencito que no solo dominaba el 'canto largo' (Urtyn duu), sino también el 'canto de garganta' (khoomei), que permite emitir dos voces simultáneamente, una aguda y otra grave. Tenía una proyección sonora de bala de cañón. Contundente, limpia y directa al objetivo, con fuerza interior.
«Verdi era un hombre de campo, como yo. Hay mucha verdad en su música y me gusta mucho», admite Enkhbat con orgullo. Se ríe al recordar que los críticos malévolos decían del genio italiano que se le notaba la azada. A él también, y a mucha honra. Paisano de Genghis Khan, tiene ardor guerrero pero lo reserva «para cuando estoy compitiendo en algún videojuego con amigos». Creció con inviernos a 40 grados bajo cero y nada parece inmutarle, pese a que le encante «fingir» ansias de venganza sobre las tablas.
Verdi. 'Brindisi', 'L'esule', 'Il balen del suo sorriso', 'Di Provenza il mar il suol', 'Eri tu', 'Urna fatale', 'O vecchio cor, che batti', 'Pietà, rispetto, onore'.
Leoncavallo. 'Si può?'.
Puccini. 'Nulla! Silenzio!'.
Umberto Giordano. 'Nemico della patria'.
Dónde. Hoy, en el Euskalduna, a las 19.00 h.
Entre sus caballos de batalla, se cuentan personajes de enjundia como Amosnaro ('Aida'), Conde de Luna ('Il trovatore'), Giorgio Germont ('La Traviata'), Renato ('Un ballo in maschera'), Iago ('Otello') y los protagonistas de 'Nabucco' y 'Macbeth'. Pese a que es parco en palabras y no tiene don de lenguas, cuando sale a escena deslumbra por una dicción inmaculada. Y no solo en italiano. También hace justicia en francés al torero Escamillo ('Carmen') y domina a la perfección el ruso como ha demostrado con papeles como el príncipe Igor.
La paleta expresiva de Amartuvshin Enkhbat recuerda a cantantes de la talla de Piero Cappuccilli, Renato Bruson y Ettore Bastianini. Se nota que ha devorado sus discos. «Claro que sí. ¡He aprendido de los grandes!». Desde 2012, cuando arrasó en el concurso Operalia, no ha bajado la guardia. Sigue centrado, dispuesto a seguir triunfando. No le tiene miedo a nada. Ni a los directores de escena como Miguel del Arco que le hacen llevar corsé y tocado de plumas (de esa guisa salió en 'Rigoletto' hace un año en Bilbao), ni a la soledad de los camerinos y hoteles. Lleva a Mongolia en el corazón.
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