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Melendi puso el broche de oro a la cuarta edición del Sonórica en Castro con un concierto bajo la lluvia que dejó imágenes imborrables en la retina de las más de 10.000 almas presentes. Un público entregado decidió olvidarse del agua que caía y cerró los paraguas para disfrutar de la actuación de un artista que celebra los 20 años de su primer disco. Las precipitaciones no impidieron que el estadio de Riomar presentase un lleno absoluto para el momento álgido de la noche. Si el viernes Amaral y Arde Bogotá competían por ser el concierto más cotizado de la noche, este sábado no había dudas: el cantautor asturiano se llevó todos los focos.
Hay quien defiende que la historia es cíclica y tiende a repetirse. En 2014 el concierto de Melendi en Castro con ocasión de la gira de los diez años fue pasado por agua y la celebración del veinte aniversario de la publicación del disco 'Sin noticias de Holanda' repitió el mismo guion. «A sus pies, gente del norte que sabe aguantar el agua» exclamó el asturiano. Si se guarda un buen recuerdo de su actuación hace una década, de lo vivido esta noche no se quedará atrás.
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Con una entrada al más puro estilo James Bond, Melendi arrancó el concierto al ritmo de la canción 'El parto'. Desde el principio el público se mostró entregado a la causa, preparado para bailar y cantar a pleno pulmón todos los temas icónicos que forman parte de la discografía de este renacido Melendi.
Tan entregados hasta el extremo de que un espectador se quedó a pecho descubierto por regalarle su camisa. Pero la cosa no quedó ahí, dos fans subieron al escenario para interpretar con su cantante favorito 'Destino o casualidad', el momento más especial de la noche. De esa comunión entre artistas y espectadores también surgió la iniciativa del asturiano luciendo la bandera de Castro. El final de esta mezcla de pasión y nostalgia se fundió en una explosión de confeti verde con forma de marihuana.
No hay que olvidar que el festival ya había comenzado a mediodía con un vermú electrónico en la plaza del ayuntamiento con conciertos gratuitos a cargo de K-Style y Héctor Llamazares.
Este sábado se notó en el estadio Riomar más afluencia que el viernes. También se suma la circunstancia de que los encargados de abrir la segunda y última jornada eran los castreños Copernicous Dreams, lo que atrajo al público local.
Sin tiempo de asimilar la propuesta de los músicos locales, inmediatamente después arrancó Veintiuno, con su 'Vida moderna' como lema. Y seguido fue el turno de Anabel Lee, cuyo concierto tuvo un final accidentado con la aparición potente de la lluvia.
El tiempo lluvioso marcó los conciertos de Sidonie y Vicco. El ambiente del festival cambió su aspecto por un mar de colores de los ponchos, los paraguas y las negras bolsas de basura, la prensa estrella del día.
En este ambiente, el rock de Sidonie consiguió hacer entrar en calor a los valientes que siguieron la fiesta bajo la lluvia que caía con fuerza y movieron el esqueleto al ritmo de su 'Fascinado'. El grupo cambió la letra de una de sus canciones para expresar que Castro era de «Mil colores», como la fotografía que mostraba el recinto del festival. Una actuación que terminó con el vocalista Marc Ros cantando entre el público en un momento que el cielo dio un respiro, como metáfora de esa simbiosis con los festivaleros.
Vicco trató de animar al público bajo la lluvia con temas clásicos de grupos como la Oreja de Van Gogh, pero entre el tiempo y que algunos se mostraban más preocupados de coger una buena posición para ver el concierto de Melendi lo tuvo complicado. Aún así, no dejó de intentarlo y el Sonórica vibró con su 'Nochentera'.
Como fin de fiesta tras el concierto de Melendi, ya con unas precipitaciones que habían abandonado al Sonórica, Ojete Calor puso la nota de humor con el 'subnopop'. Con sus letras sencillas y absurdas pero pegadizas, intercalando pequeños monólogos y una hilarante crítica a la sociedad actual, este dúo ofreció un puro espectáculo, sin olvidarse de sus hits 'Mocatriz' y 'Viejoven'. Para bajar el telón de esta cuarta edición del Sonórica, los asturianos Me Fritos & The Gimme Cheetos ofrecieron una «verbena» bien entendida para goce del público con canciones para todos los públicos y universalmente conocidas.
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