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La segunda de las cuatro jornadas del festival santanderino Magdalena En Vivo reunió a dos grupos de estilos distintos que en principio atraen a públicos diferentes, opuestos incluso, aunque el éxito de ambos nombres es tan transversal que no pocas almas presentes en la campa ... gustarían este martes del cartel doble: del pop ochentero y ampuloso de los escoceses Simple Minds y del rock americano convenientemente hispanizado de los murcianos M-Clan.
Curiosamente, ambos líderes y cantantes usaron los mismos trucos para pastorear a la masa de la campa de la península de la magdalena: ese continuo e insistente ondear de los brazos alzados lo cual Jim Kerr y Carlos Tarque provocaban mediante gestos, la muy frecuente petición oral de que levantásemos las manos ('manos arriba' ordenaba Tarque, 'let me see your hands' reclamaba Kerr), el hablar dirigiéndose de modo genérico a Santander (Tarque llegó a inventarse un cariñoso apócope de dudoso recorrido: 'Santan') y el moverse por todo el enorme escenario, jugando con el pie de micro (en menos ocasiones Kerr, pero en alguna demostró que sabe hacerlo), agachándose y hasta sentándose (al borde del tablado el español, sobre un bafle el británico), los dos cantante vestidos de negro y con Tarque dotado de más carisma, dinamismo y sex appeal. Ah, en ambas bandas resisten sólo dos miembros fundadores: el vocalista y el guitarrista (Ricardo Ruipérez en M-Clan y Charlie Burchill en Simple Minds).
Aún con luz solar y sobre un escenario espartano, M-Clan (Murcia, 1993) dieron un concierto muy bueno de 13 canciones en hora y cuarto (105 minutos). Hace poco actuaron en las fiestas de Santurtzi y en Santander la manía de pedir manos arriba fue ligeramente menor (sólo ligeramente: recordemos que siempre es distinto el público de pago del que accede gratis), Tarque no señaló espectadores determinados como si los conociera (delante de él tenía el cerco de la zona VIP), y las canciones sonaron de modo muy diferente, con más desnudez y aristas, con más actitud roquista, con menos apelmazamiento sónico, con la instrumentación más distinguible, aunque con los mismos arreglos y punteos. Pareció un bolo más roquero, donde Tarque lanzó un guiño a Calamaro a modo de coda y por el final imitó con sus movimientos a Mick Jagger (qué pena que se dejaran en el tintero el fusilamiento de los Who 'Pasos de equilibrista'), un Tarque exhibicionista que en las dos piezas del bis ofició de Narciso al coger una cámara del público y enfocarse, y al salirse de los márgenes del tablado para mirarse en una de las dos pantallas laterales.
Entre el show de Tarque y con el sólido apoyo de la banda disfrutamos de buenos momentos y de bastantes rocks destacables, caso del sudista 'Perdido en la ciudad' («Ready to rock, Santander? ¿Preparados para el rock, el blues-rock de M-Clan?», preguntó el cantante), el lento 'Roto por dentro' (cuando Tarque volvió a sentarse al borde del tablado, como hizo en Santurtzi, y este martes espoleó espetando: «venga, 'Santan', manos arriba, come on baby'; en las fiestas del Carmen dijo 'Santur'), o un 'Las calles están ardiendo' más corto que en Santurce (»Las calles siguen ardiendo en Ucrania, en la valla de melilla... Nos gustaría que esta canción se quedara obsoleta«, deseó en su introducción). Y el epílogo se reservó para sus hits revisados quizá con menos convicción, pero resolviéndolos con holgura: 'Quédate a dormir', 'Maggie despierta' de Rod Stewart, o una 'Carolina' muy Rod Stewart también.
Tras el buen calentamiento hubo variación de público en las primeras filas, pues muchos fans de los murcianos abandonaron esas posiciones. Y con 22 minutos de retraso respecto a la hora anunciada, salieron a escena Simple Minds (Glasgow, 1977), con más de 60 millones de discos vendidos y conducidos por un Jim Kerr al cual es difícil identificar con las fotos antiguas y quien informó que era su primera visita a Santander («volveremos», prometió).
Beneficiados por la oscuridad de la noche que realzaba sus focos y contrastaba la pantalla de fondo (pantalla de la que carecieron M-Clan), Simple Minds obtuvieron un sonido poderoso gracias a los numerosos pregrabados y bases disparadas: los coros eran demasiados perfectos, la estupenda baterista tenía un ordenador a tiro, el micrófono de Jim Kerr ocultaba más trucos que el del heavy Rob Halford y, al igual que el domingo en la cita de Maluma, en las dos últimas canciones Kerr evolucionó sobre el tablado sin cantar aunque arreglos vocales suyos de oían de modo evidente.
Dicho lo cual, Simple Minds, que actuaron con entrada libre la semana pasada en la playa de Gros de San Sebastián, en el festival de jazz, dieron un concierto o show de 17 canciones también en hora y cuarto, 75 minutos que en su caso se hicieron más largos que los de M-Clan. Con Jim Kerr también pastoreando a la campa de la Magdalena (peticiones de manos arriba, gestos de ondear los brazos y de dar palmas...), los británicos salieron en sexteto con dos damas (teclista rubia y afrobaterista espectacular que podía haber sonado más alta y viva sin la mezcla, aunque con tanto pregrabado...) y medraron hasta el septeto cuando apareció una afrovocalista y corista.
Su repertorio se vinculó al rock épico de U2/The Alarm ('Act of Love'), una de sus cimas la hollaron con 'Love Song' (la música del Telediario en el siglo pasado), Simple Minds se alistaron al movimiento de los Nuevos Románticos en plan Spandau ballet ('The king is white'), se tornaron bluseros y marciales en plan híbrido cuasi imposible entre los Doors y Rammstein ('Waterfront'), y a la quinta apareció la corista Sarah Brown ('Book of Brilliant Things').
No se desinflaba su globo (estilístico y acústico), y siguieron con pop étnico a lo Peter Gabriel con la pulcritud de Paul Carrack ('Mandela Day'), más ampulosidad vía The Alarm ('Vision Thing'; «una vieja canción alegre», la presentó Kerr), y entramos en un tramo de emulación seguramente consciente de U2 en 'Belfast Child' (con una primera parte morosa y una segunda grandiosa), 'She's a River' (funk con coros gospel), 'Someone Somewhere in Summertime' (mesianismo incluido).
El momento con más intercomunicación o interacción lo logran con su gran hitazo 'Don't You (Forget About Me)', cuando Kerr dejó que prolongaran los lalalás finales, llegando a decir que eso era como cantar en la ducha, y hacía el gesto de ducharse, un Kerr que antes se había presentado llamándose Sheryl Browne (¿como la escritora de novelas de misterio?). Y en el bis triple («no queremos volver a casa esta noche, ya hemos estado dos años en casa», dijo el lider por la pandemia al reaparecer en escena el grupo), hubo más influjo de U2-Peter Gabriel ('Alive And Kicking') y se despidieron con post-funk gótico, tipo The Mission y tal, un estilo que sigue de moda, que nunca ha dejado de estarlo ('Sanctify Yourself').
Acabaron, saludaron los siete actuantes y el último en hacer mutis fue Jim Kerr, que relegó a su viejo compadre el guitarrista fundador Charlie Burchill. Al acabar, M-Clan saludaron los seis juntos y se quedaron solos Tarque y Ricardo Ruipérez. Este jueves en el festival Magdalena En Vivo actuará Dani Martín y las entradas VIP están agotadas.
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