El jueves, la jornada de los pocos trenes y las muchas mujeres, casi llegamos tarde a la Sala BBK de Bilbao, adonde acudimos para ver en el ciclo Music Legends a Martha Reeves & The Vandellas, grupo de soul-pop vocal comercial afroamericano ... que eclosionó en los 60 en la hoy maldita y en bancarrota Detroit, la Ciudad del Motor, o sea Motor Town, de donde sale el nombre del sello que hizo famosa a Martha: Motown. Martha & The Vandellas fue un grupo pionero del feminismo en muchos aspectos, también en el racial.
Y lo consiguió sin lanzar ningún mensaje agresivo, como se pudo comprobar en una Sala BBK que agotó el aforo (había varias localidades vacías de invitados despistados que no acudieron) y donde dieron un show de 81 minutos para una docena de piezas con gran formación: el trío vocal más ocho músicos (cuatro vientos, piano, guitarra, bajo y batería, éste era el director musical, el único negro de los instrumentistas, pues todos los blancos habían sido contratados en el Reino Unido).
Estando dispuestos los ocho acompañantes en escena, salió el manager también negro y nos espoleó en inglés: «Es genial estar en el País Vasco. ¿Estáis preparados para la Motown y para una leyenda de las de verdad? ¡La Reina de Motown! ¡Martha Reeves!», y aparecieron las tres afrovocalistas entradas en años, con pelucas y vestidos de fiesta, y sin olvidar las coreografías juveniles reproducidas con seriedad, sin bizarrería ni dar la sensación de estar fuera de tiempo y lugar.
Abrieron con 'Holy Highway' (Autopista sagrada), un góspel duro, y notamos que la voz de la lideresa llegaba quebrada, frágil, aunque en los agudos se salía de la tabla. La dama de Motown, a la que sólo superó en fama su compañera de sello Diana Ross con las Supremes, nos habló mucho entre canción y canción: nos dijo que tenía 76 años, que tenía dos nietos, que sus padres eran un músico de blues y una cantante de góspel, y presentó a sus acompañantes: a la derecha de la escena Delphine Reeves, su hermana, que le acompaña desde los 80, y a la izquierda su amiga desde el instituto Lois, que la acompaña desde finales de los 60. Además, Martha echó mano de muchos trucos de entretenedora baqueteada en clubes, como apartar al guitarrista para que no le quitara protagonismo durante los punteos del tema blues, echar la bronca en broma al pianista, o interpelar a un señor que llegó tarde y se sentó en las primeras filas: «¿Dónde has estado? Me alegro de que hayas llegado para oír esta canción».
La banda fue entrando el calor y todo creció y fue mejorando y difuminando todos los hándicaps, esos factores inherentes a estos conciertos de estrellas provectas. «Ha ido 'in crescendo'», comentaban al acabar unos espectadores anónimos. Siguieron con un 'I'm Ready For Love' que buscó la participación del respetable predispuesto, con un 'Come and Get These Memories' que les quedó un poco débil, y en su hit 'Nowhere to Run' persiguieron el dinamismo y jugaron con los trucos soul como ese de dale cinco veces, seis veces…
Muy bien estuvo 'Many Rivers To Cross' de Jimmy Cliff, recargado con el dramatismo vocal de las óperas góspel, y al acabarlo las tres damas agradecieron la ovación con una larga reverencia, igual que al terminar la siguiente, la alegre 'Jimmy Mack'. Bien les quedó el «tributo al encantador, difunto y genial Marvin Gaye» que fue el 'What's Going On', donde al entrar el solo de saxo la dama de nuestra derecha casi se echa a llorar. La siguiente fue un lento con swing y mucho piano de lo mejor de la velada («ten claro que alguien te ama en alguna parte» dijo al presentarlo), y en su hit '(Love Is Like a) Heat Wave' mucha gente, sobre todo mujeres, se puso en pie para bailar en un lateral de la sala.
El blues del punteo 'Watch Your Back' fue otro de los picos, y al acabarlo Martha Reeves brindó con agua e hizo que le acompañara toda la banda: «No me gusta beber sola» (en los 60-70 tuvo graves problemas con alcohol, cocaína y pastillas, pero salió del pozo gracias a la fe, como una cristiana renacida, que es lo que comentó por encima al acabar la primera pieza).
Y el epílogo fue muy bueno, con un emotivo y teatral 'No One There', con las coristas muy gestuales en sus coreografías, y su hit 'Dancing in the Street', que lo presentó enumerando salerosa a muchos de los que lo han versionado (Springsteen, Carpenters, The Mamas & The Papas, Grateful Dead…), pero que hace 54 años se lo escribieron para ella Marvin Gaye, William Stevenson e Ivy Jo Hunter, un tema reconocible y popular que desarrolló en dos partes: la primera festiva e incrustando un cacho del ‘Knock On Wood’ de Eddie Floyd, y la segunda a modo de bis en plan jaleo total.