Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Sólo unas 150 almas se congregaron en el auditorio principal del Teatro Barakaldo en la primera sesión de las seis que integran los 24º Viernes Flamencos, que este año se arriesgan con una programación más heterodoxa: desde El Niño de Elche hasta el bertsolarismo, ... como lo oyen. No obstante, quizá la razón de la ajustada asistencia en la primera gala se debió al precio: 25 euros abajo y 22 en el anfiteatro para ver a una única bailaora, María Moreno (Cádiz, 1986), premio revelación de la última Bienal de Sevilla.
María ofició titular en el show en penumbras bautizado 'De la concepción', ideado por Eva Yerbabuena en la dirección escénica y Andrés Marín en la musical. Fue un tour de force protagonizado por María, quien contó con cinco escuderos masculinos que fueron moviéndose por el escenario: muy bien Óscar Lago a la guitarra, serio Javier Teruel a la percusión, y variados los cantaores Enrique 'El Extremeño' (el más veterano), Pepe de Pura (parecido al actor Luis Tosar) y Roberto Jaén (clavado al Loquillo juvenil y sustituto del anunciado Antonio Zúñiga).
Durante 65 minutos en la escena en sombras, María Moreno usó cuatro atavíos y, como es costumbre en la danza actual, se los cambió delante de la gente. Se manejó con soltura con la bata de cola («que pesa un quintal», dijo Jaén después, y que le sirvió como fondo de unas visuales), percutió agónica las castañuelas, hizo contorsiones con un par de banderillas, a ojo en la tercera pieza María se contuvo para no desfondarse físicamente (ya está todo inventado, oigan), al zapateado entrecortado y nunca ostentoso una vez cruzó el tablao a lo Sara Baras, se dio la vuelta y bailó agitanada y descarada como Carmen Amaya, hizo magia sacándose un pañuelo de la boca y volvió a lucirse con la bata de cola por alegrías gaditanas.
Ella estuvo correctamente bien, retromoderna (esos fondos sónicos sintéticos y cuasi industriales del arranque) y entre dos aguas pero siempre dentro del esoterismo de la coreografía de la Yerbabuena. A toro pasado localizamos en Internet una sinopsis del show relegada, ocultada en la información oficial: «Mi padre quiso ser torero en el albero y acabó siendo marinero en el agua. Todas las ecografías decían que yo iba a ser un niño, y nací siendo una niña. De niña jugaba a ser bailarina, y ahora bailo para poder seguir jugando» (por eso las banderillas y un capote que asomó por un lateral).
No obstante, sus escuderos anduvieron mejor y, claro, seguro que se contuvieron para no hacer sombra a la jefa: por ejemplo el tocaor Óscar Lago, que fue perfecto en su sobriedad tanto sentado como en pie, o el veterano y jondo Enrique El Extremeño, que se lució con unos quejíos aturdidores por culpa de la excesiva amplificación en opinión de la aficionada Merche, una Merche a la que le gustó mucho y le hizo mucha gracia el Loquillo Roberto Jaen en su intervención tan gaditana y salada.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.