Con barba, chaqueta y sombrero, pero no es El Barrio, es Kutxi Romero. Bilbao Exhibition Centre

Marea se despiden ante 16.000 almas en el BEC

El quinteto navarro liderado por Kutxi Romero dio el último concierto de la gira 'Sin riendas': dos horas y media con seis invitados y divisible en dos partes, la primera brutal y sin respiro, y la segunda dilatada para dosificar fuerzas

Domingo, 26 de noviembre 2023, 07:47

Hace cuatro años, el sábado 28 de diciembre de 2019 (¡antes de la pandemia!), atestiguamos el que se anunció como último concierto de la gira del disco 'El azogue' (2019) y también como el último de la carrera de Marea (Berriozar, Navarra, 1997). Tocaron 27 ... canciones en tres horas con un montón de invitados que ralentizaron el espectáculo y bajaron el nivel. La reseña correspondiente no fue entusiasta, pero resultó muy leída porque se compartió en redes por gente que pensaba que era una crítica negativa. Luego, como barruntábamos, Marea resucitaron con su octavo disco, 'Los potros del tiempo' (22), de título camaroniano, y este sábado 25 de noviembre dieron el último concierto de la gira consiguiente, llamada 'Sin riendas'. Ah, y tampoco hicimos mucho caso cuando el jefazo del quinteto sugirió que era el último bolo de la gira y quizá de la historia del grupo, «porque con Los Marea nunca se sabe».

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La reseña que está leyendo será menos leída porque es más positiva: sonaron 26 canciones en dos horas y media exactas, con hasta seis invitados que no atascaron el show, con una primera parte ansiosa, rocanrolera y guitarrística que hasta encadenó varias canciones, y una segunda parte donde se notó el cansancio del cantante y líder Kutxi Romero, quien hizo mutis durante un par de canciones que entonó soberanamente el incombustible bajista El Piñas.

Además Kutxi se apoyó bastante en sus invitados en los momentos de duetos, y también alargó los parlamentos hasta este punto de dilatación: desde que hicieron mutis tras el primer bis hasta que tocaron la siguiente canción, la primera del segundo bis, transcurrieron doce minutos entre que la gente pedía más (mediante tiernas linternas de los móviles y con divertido pataleo de las gradas; al reaparecer manifestó el orgulloso nativo de Berriozar: «Tengo la boca más grande que el culo, pero no sé qué decir ahora») y, sobre todo, entre que Kutxi agradecía a sus músicos, los mismos acompañantes durante estos últimos 26 años, el agradecimiento al equipo técnico, casi 200 personas (e invitó a subir al escenario a quienes su tarea se lo permitiera, y para la foto ya habría 40 actuantes y currantes alineados y abrazados a los largo de todo lo ancho del escenario), y entre el canto de 'Zorionak zuri' a Iraide, la hija del guitarrista César Ramallo («Los Marea tenemos 8 hijos y 6 nietos», precisó Kutxi), una chavalita que salió a escena también y que recibió la sincera felicitación de las 16.000 almas presentes en el BEC, que agotaron el aforo en la venta anticipada, al igual que en 2019.

La vanguardia de los 16.000 espectadores. BEC

Ayer sábado fue 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y en las dos pantallas gigantes de los laterales (en el fondo del anchísimo escenario, que el bajista El Piñas recorrió corriendo de lado a lado durante las dos horas y media de concierto, no había pantalla, sino un telón rectangular con la iconografía potrera del último álbum) ya se podía ver que Kutxi Romero llevaba en la solapa de su chaqueta un lazo violeta solidario. Ya avanzado el concierto, el lírico y vertiginoso cantautor rock hizo notar el adorno, el detalle.

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Justo antes declaró un contento Kutxi: «Qué alegría… La felicidad es compartida o no sirve, compadres». Y es que la gente entraba a tope en todas las canciones, aunque el líder ya había avisado en su primer parlamento: «Gabon, Bilbo. Se acaba la feria… Qué a gusto estar en casa… Aquí estamos para tocar canciones del último disco, que son casi iguales que las viejas. Si no se las saben pueden cantar por encima 'El perro verde' u otras y seguro que encaja. Es que tenemos un disco nuevo y hay que enseñarlo. Es como si tienes un hijo feo, que también le sacas al parque, ¿no? Luego diré un montón de gilipolleces más».

Tampoco dijo tantas. Y en una ocasión reflexionó agradecido: «Voy a ponerme solemne, aunque no me gusta. Cuando digo en las entrevistas que somos los últimos del rock, me refiero a que somos los últimos de una estirpe del rock. Antes estuvieron Rosendo y Leño, Barricada, Extremoduro, Los Suaves… Los que conformaron el llamado rock urbano. De todos esos solo quedamos nosotros». Pues de los nombres citados, todos estaban consignados en las notas que íbamos tomando del concierto, excepto la de Rosendo, aunque en una canción pensamos en él.

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El corredor inagotable El Piñas. BEC

Marea salieron a escena a las 22.16 horas, con retraso de un cuarto de hora. Nosotros llegamos al BEC a las diez menos diez, como muchos otros que bajamos del mismo metro. Desde la salida de la estación se veía una larguísima cola para acceder a la pista. Mil personas ya habría. Nada más entrar en el graderío nos cruzamos con un sujeto vestido con una camiseta de Kabiezes que estaba fumando.

Y ya hemos dicho que el bolo duró dos horas y media (150 minutos) para 26 canciones. Y que la primera parte, de doce temazos, podría dejar sin aliento a los asistentes en baja forma física (como parece le sucedió a Kutxi, que avisó antes de su primer mutis que se iba porque si no moriría en 15 minutos). Durante ese arranque fastuoso reinó el rock and roll, uno detrás de otro, a veces encadenando canciones sin interrupciones, con la gente cantando las canciones viejas, los clásicos, a pleno pulmón, y con mogollón de punteos excitantes y efusivos (Kolibrí estuvo efervescente y hasta épico, chupando mucha cámara y siendo plasmado en las pantallas que retransmitían este último concierto con una realización demasiado sencilla: si estuvo mucho mejor la realización de Raphael el sábado pasado en Pamplona, con primeros planos del octogenario maestro uno detrás de otro; por el contrario, este sábado en el BEC lo más cercano fueron planos de cintura para arriba, de medio cuerpo).

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Marea arrancaron veloces en la senda de Extremoduro ('Otra cicatriz'), cristalizaron introducciones de hard rock ('Más me duele a mí', y ya a la segunda nos fijamos en que El Piñas, el bajista con el torso desnudo y tatuado al igual que sus cinco compañeros, no paraba de correr de lado a lado), y se igualaron a Los Suaves ('La grillera', con una frase, la de «quédate a volar», entonada en plan El Drogas). Kutxi y el pabellón con sus coros ooohhh se asemejaron al Loquillo aflamencado de 'La mataré' ('Manuela canta saetas'), Marea sugirieron el heavy metal ('En las encías'), y otro momento monumental por parte de ellos y muy coreado por la afición fue 'Barniz' («esta sí qué es vieja, esta sí que es vieja», la presentó por duplicado Kutxi Kutxi, quien al acabarla se animó eufórico: «¡aúpa ahí!»). Luego invitó a su hijo Aarón Romero, que no lo hizo mal (en 'Corazón de mimbre', bastante Barricada, y ahí seguía corriendo descamisado con su bajo colgando El Piñas), y en referencia al flamenco El Cabrero lanzó el poeta y roquero navarro antes de 'Como el viento de poniente' (de lo mejor de la velada).

El guitarrista solista Kolibrí y el líder Kutxi. BEC

Entonces Kutxi Romero hizo mutis para recuperar resuello, y cedió la labor cantante a la tormenta energética que es El Piñas. El tío, que había estado corriendo calculen que una hora, se lució en 'Trasegando' (quizá lo mejor de las 26 piezas, y ponemos quizá por salvaguardar el puesto de Kutxi, quien contó que su abuelo decía de él que era el segundo peor cantante del mundo, porque como viven 7.000 millones de personas alguien habrá peor; ya vamos casi 8.000 habitantes) y también en 'Alfileres' (con pasaje AC/DC). Regresó el jefe, y a medias con El Piñas cantó la versión de Barricada 'El trompo' (y Kolibrí empuñó la guitarra del difunto Boni, a quien se le vio en pantalla en imágenes antiguas colgando la misma guitarra), y al acabar esta Kutxi pidió «un Aquarius, o un Red Bull, o una trina, o una Fanta Naranja…».

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Marea prosiguieron con 'Te voy a decir la verdad', cuando el inagotable Piñas se llevó a Kutxi a una esquina del anchísimo tablado, y muy bien les quedaron dos rocanroles como 'La rueca' (a lo Barricada) y 'La luna me sabe a poco' (a lo Fito, y con otro invitado que lo hizo bien: Carlos Escobedo, de Sober; en un lapsus Kutxi le presentó como Carlos Seco, aunque después repitió mucho el nombre verdadero deseoso de enmendar el errorzuelo).

Ya en el epílogo, durante los dos bises, la cita se dilató, aunque no causó sopor ni impaciencia. En el primer bis, de cuatro temas, hubo dos invitados más: el pianista de sus discos Freddi Peláez participó en 'Nuestra fosa', y luego Martín Romero, hermano de Kutxi y cantante del grupo telonero, Bocanada, corrió y saltó por la pista en 'Como los trileros'.

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Y en el segundo bis, de tres temas, hubo otro dos invitados: el madrileño Luther en 'Jindama' (también le invitaron la semana pasada a su concierto del Wizink Center capitalino), en la siguiente Kutxi bajó a pie de pista a cantar con los fans de las primeras filas, a los que tendió el micrófono en 'El perro verde' (en numerosos momentos del concierto hizo comentarios a los de las primeras filas, conocidos suyos, pues los citaba por el nombre), y el sexto y último invitado fue el ilusionado Ibai Ganuza, del grupo Motxila 21, integrado por chicos y chicas con Síndrome de Down, y con él Kutxi compartió la canción 'Marea', ¿y saben quién pasó como una exhalación, como el Correcaminos, delante de ellos dos, y saliendo en la pantalla gigante? En efecto: El Piñas, que seguía corriendo de lado a lado con una energía que no tiene otro corredor de macroconciertos: Carlos Raya, la mano derecha de los Fitipaldis.

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