Josu Olarte
Domingo, 30 de junio 2024, 07:48
En estos tiempos en que el directo parece ser la salvaguarda del entramado musical, ostentar la condición de clásico es un valor seguro. Sobre todo si va acompañada de un catálogo de éxitos perdurables entre varias generaciones. La engorrosa labor de producir material que no ... desmerezca deja de ser necesaria si tirando de fondo de armario ya se convoca a un público tan masivo como entregado.
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Es el caso de Maná, que llevan en dique seco compositivo nueve años, y que hace ya dos optaron por hacer de nuevo caja con un gira de conciertos diseñados como efectivos y efectistas, grandes éxitos engrandecidos y teatralizados por la vía directa tirando de todos los clichés mexicanos. Recitales de probada eficacia con llenos encadenados (más de 60 en su periplo por México, EE UU o Latinoamérica) con los que vienen dándose un homenaje en toda regla repasando sus temas más conocidos.
No fue una excepción la séptima parada estatal del tour bautizado (en guiño mariachi a Jorge Negrete) 'México lindo y querido' con el que el cuarteto de Guadalajara volvía a Barakaldo también nueve años después; un lapso prolongado que favoreció que volvieran a llenar el Bizkaia Arena con cerca de 15.000 fans llegados de mucho más allá de Euskadi y con amplia representación latina.
Y como auténtico maná musical pareció recibir su visita su predispuesta y trasversal fanaticada, ansiosa de vivir su gran noche convirtiendo el recinto en un gran karaoke de éxitos rescatados de sus discos noventeros más comerciales, en especial de '¿Dónde jugaran los niños?' (1992) y 'Sueños Líquidos' (1997). «Ya era hora que hubiera un concierto bueno», llegó alguien a manifestar en los preliminares, una persona dispuesta a disfrutar con esa receta tan trivial y familiar suya que les ha hecho vender más de 50 millones discos, hibridando rock latino, reggae rockerizado vía Police, la balada intensa, la canción de desamor de cantina y algo de orgullo mexicano. Todo ello al servicio de una lírica romántica o con poso humanitario o ecológico que, por algo Maná piensan y militan en verde desde hace tres décadas a través de su Fundación medioambiental Selva Negra.
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Fue una noche de gozoso y previsible reencuentro con la banda de nuevo reforzada con tres músicos adicionales (percusión, guitarra y teclados), guiada por el más cantante y conductor de masas que guitarrista y armonicista, Fher Olvera, y apoyada en la gran pegada del baterista Alex 'El Animal' González, y el protagonismo guitarrero Sergio Vallín.
Frente a una pantalla gigante con gran definición, el ayer septeto ofició durante 140 minutos un recital con gran sonido y todos los hits y lugares comunes de universo Maná. A medio tiempo con 'Manda una señal' arrancó la primera parte de sonido grande e intenso, frente a la segunda más entregada a la balada y el medio tiempo romántico, amén de sobadas y festivas concesiones al México lindo y el festivo karaoke final con sus temas más cálebres.
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La recurrente pátina de reggae policiaco se hizo presente con una 'De los pies a la cabeza' modificando su letra al gusto local (Quien te hará el amor en…Bilbao). «Les hemos extrañado tanto siete años que vamos a poner toda la carne el asador cabrones', dijo equivocando su ausencia un Fher muy bien de voz y melena rizada a sus 64 antes de encadenar el 'Corazón Espinado', que hicieran con Santana, un 'Hechicera' en plan Police con guitarra española, y un libidinoso 'Labios Compartidos' que subió la temperatura y el volumen.
El Fher concienciado y mesiánico afloró con el '¿Dónde jugaran los niños?' que parodiaron sus compatriotas Molotov, y que compuso antes de tener 'cachorritos', preocupado por dejar un planeta sano a las siguientes generaciones. «Exijan a sus gobiernos que respeten el planeta y no voten a políticos y empresarios sin escrúpulos», dijo populista antes de atacar la pieza propia del Sting amazónico que interpretaron junto a un elefante gigante de lo más realista. «Despierten ya insensibles hijos de la gran chingada» soltó el cantante para levantar a la masa con 'Vivir sin Aire', la canción que sustentó su fama en España y que acaban de regrabar con Alejandro Sanz en su próximo de duetos 'Noches de cantina'.
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«A las mujeres que nos hace sufrir a los hombres que nos portamos tan bien (Todas son iguales menos las de Euskadi...)», dedicó el cantante 'Mariposa traicionera', abriendo una celebrada triada mexicana en la que Olvera pastoreó a los fans con su popular versión de 'Se me olvidó otra vez', del excesivo y malogrado Juan Gabriel, y una desnaturalizada recreación en clave jamaicana del coreadísimo 'El rey', de José Alfredo Jiménez.
De nuevo saqueando a Police en su bombazo 'Oye mi amor', el personal se puso 'adrenalítico' y el cantante apeló a disfrutar del Caribe mexicano simulando una (falsa) improvisación de 'Get Up Stand Up', de Bob Marley que sonó extemporánea y rockerizada, como en los tiempos en que era emblema de los macroconcertos de Amnistía internacional.
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Un largo y extenuante solo demodé tras su batería con platos coronados con calaveras demodé sirvió para el lucimiento del golpeador Alex Fernando, mostrando una genética heavy que canaliza a través de la banda metalera De la Tierra, que comparte con un componente de Sepultura y con la que llegó a telonear a Metallica en Sudamérica. Habitual cuota de protagonismo del baterista que sus fans celebraron o soportaron mientras el resto de la banda recuperaba fuerzas entre bambalinas.
En la segunda parte Maná compensó la parte más sentimental o baladística con mayor interacción con sus fans por parte de un Fher Olvera tan lisonjero con su 'fandom' como recurrente en el tópico mexicano. Desde un abolerado 'Te solté la rienda', de José Alfredo, emplazado en un cantina de Jalisco y el campos de cactus azules, al «chingo de años» pasados desde que un amor universitario perdido por un «apuesto pinche guey con coche convertible» inspirara 'Te lloré un río' o el Tequila «menos fuerte que los que preparan en España», que optó por meterse antes del maternal 'El reloj de cucú', con un Fher que volvió a simular improvisar recuerdos de su niñez y la pérdida de su padre a los siete años.
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Buscando la conexión con la platea desde la pasarela, Fher invitó al escenario a una zamorana con bandera mexicana a modo de falda que pudo celebrar su 35 cumpleaños cantando 'Eres mi religión'. La que acabó llorando un río seria la chica 'muy fan' que dedicó el tema a su marido ausente. «Le manda a la chingada pero le dedica la canción, así son las mujeres», bromeó el frontman de Maná antes de ceder la voz cantante al batería en un 'Me Vale' que fue lo peor de la velada y que sonó a Hombres G haciendo ska rock.
Con manos alzadas, las gradas ya el pie y la masa plural dispuesta a echar el resto, el fin de fiesta llego con 'El Muelle de San Blas', cantado desde la pasarela remozada en muelle portuario, y el descafeinado reggae pop 'Clavado en un bar', celebrados con karaoke masivo pastoreado por un Fher mostrando un ikurriña y una enseña colombiana lanzadas desde la primeras filas. Con jolgorio futbolero, Maná concedió un 'Rayando el sol' , regrabado en 2019 con Pablo Alborán, que sirvió para conectar sus inicios noventeros con un presenta que, casi cuatro décadas después, parece remitir a un nuevo disco que parece que el grupo ha anunciado aunque ninguno de sus seguidores se lo demande.
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