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Sólo se vendieron unas 1.600 entradas para el primer concierto de un miembro de los Beatles en Euskadi, el que dio Ringo Starr este domingo en el Euskalduna. El público era transversal y muy paritario, casi mismo número de chicos y chicas. Se ... veía a parejas jóvenes, a niños con pancartas de 'peace and love' (paz y amor), aficionados con camisetas de los Beatles, veteranos melómanos de pelo cano y mirada inquisitiva que parecían saberse de memoria todo el repertorio beatleniano, y bastantes extranjeros: más franceses que ingleses, que también los había.
Aunque Ringo (Richard Henry Starkey, Liverpool, Inglaterra, 77 años; cumplirá 78 el próximo sábado) anda de gira mundial con la excusa de la salida de su último disco, el 19º en solitario, 'Give More Love', el contenido de éste no fue determinante en el repertorio escogido para el Euskalduna, donde sonaron un puñado de canciones protagonizadas vocalmente por sus colaboradores, por los miembros de su All Starr Band (el apelativo es un juego de palabras que juega con su apellido artístico y que se puede traducir como Banda Llena de Estrellas), de amigos de la aristocracia del rock como Graham Gouldman (10CC, bajo), Greg Rolie (Santana, Journey, teclados), Steve Lukather (Toto, guitarra) o Colin Hay (Men At Work, guitarra), gracias a los cuales vivimos una verbena de luxe en la que incluso el Palacio Euskalduna sonó bien a pesar del volumen alto.
En septeto (contándole a él), en 103 minutos administró 22 temas. Cantó y tocó la batería, aunque el peso de esta la llevó Gregg Bissonnette. Amante del rock and roll clásico y del rockabilly, con siete minutos de retraso abrió la cita con el 'Matchbox' de Carl Perkins, que sonó a celebración en Las Vegas, se puso hippie en su 'It Don't Come Easy' y a la tercera dejó de cantar y se sentó a la batería.
Se le veía respaldado por un equipo de lujo, que además tiene oportunidad de divulgar sus propias canciones, caso de la latina y atemporal 'Evil Ways' de Santana; un progresivo 'Rosanna' de Toto en el que Lukather animó al público a levantarse; o el 'Down Under' de Men at Work que sonó a reggae inoxidable.
Pero Ringo no perdió el foco. A la batería cantó 'Boys' de los Beatles (en realidad versión de las Shirelles), y bajó a cantar sin dejar de bailar a su bola felizona 'Don't Pass Me By' (al que aportó unas líneas de teclado al principio) y luego el esperado 'Yellow Submarine', la gran aportación de Ringo a la música pop, a la cultura occidental, en cuya presentación avisó: «¿Estáis preparados para cantar? Si no conocéis esta canción estáis en el teatro equivocado... y preparados para Led Zeppelin», y nos intentaron engañar con los primeros acordes de 'Stairway To Heaven' antes de que estallara la celebración global cantarina y palmera. ¡Qué majo es Ringo, que hizo de maestro de ceremonias!
Pero hizo mutis en la décima, 'I'm Not in Love', de 10CC, sofisticada ella. No estuvo tampoco en el 'Black Magic Woman' de Santana (con un desarrollo progresivo poco cálido y latino), y se notaba que faltaba algo, la gente atendía al show sin emoción. Regresó a la duodécima, con el vestuario cambiado, presentó a su banda y cantó el aparatoso R&R 'You're Sixteen' de Johnny Burnette (esa de tienes 16, eres guapa y eres mía), que sí tuvo un punto nostálgico. Luego presentó su original 'Anthem' «que es un himno para la paz y el amor», un rock algo Roy Orbison con Ringo a medio gas al micro.
Después, con dos bateristas, como Miguel Ríos, siguieron las versiones de sus gregarios, en un clima descendente: 'Who Can It Be Now?' de Men at Work, 'Oye cómo va de Santana' de Santana que les quedó bien a modo de fogonazo rumbero, un estimulante 'I Wanna be your man' de los Beatles con Ringo a la voz y la batería, y el abrupto salto a otra época con el 'Hold The Line' de Toto. La cita se animó al final, cuando Ringo bajó a la parte delantera para cantar las tres últimas en pie, sin dejar de bailar de lado a lado: la pieza novedosa de Ringo 'Photograph', que está incluida en su último disco, sonó muy hippie pero de esta época, un 'Act naturally' de Buck Owens con aire rocabilesco, y el cierre coral y comunal con la gente espontáneamente en pie en el 'With a Little Help From My Friends' de los Beatles (con la coda del 'Give peace a Chance', con Ringo haciendo aerobic al dar palmas en el esfuerzo final de un concierto correcto y aparatoso, que sufrió alguna laguna perdonable, notable cuando no estuvo el reclamo beatleniano de la cita (por cierto, no saludó al final, los seis músicos se quedaron solos y lo hicieron sin él).
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