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«Tan antiguo y tan moderno». Así resumía ayer Iñigo Alberdi el espíritu de 'Maitena', una pastoral lírica, ambientada en una aldea de Laburdi, que estrenó en 1909 la Sociedad Coral en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao. Ha pasado más de un siglo pero ... el director técnico de la Coral, con la flamante partitura reeditada bajo el brazo, dice que la siente «más viva que nunca». Sobre todo porque ha sido rescatada del olvido y en septiembre se grabará en CD, con la Orquesta Sinfónica de Bilbao y un elenco liderado por Miren Urbieta y Mikeldi Atxalandabaso, bajo la batuta de Iker Sánchez. El disco lo comercializará el sello IBS Artist, que tiene sede en Granada y proyección internacional.
Con el apoyo del Gobierno vasco y la Diputación de Bizkaia, así como el mecenazgo de Petronor, se acaba de poner en marcha 'Euskalopera'. Un trabajo impulsado por la Sociedad Coral «para reivindicar el legado lírico en euskera de principios de siglo, que tuvo en la Coral su máximo impulsor». Por eso no se limitarán a grabar 'Maitena', del vascofrancés Charles Colin, la primera obra lírica vasca de aquella época. Ya tienen previsto registrar en 2021 la ópera infantil 'Lide ta Ixidor', de Inchausti, y dentro de dos años harán lo propio con 'Mirentxu', de Guridi.
Todas ellas datan de principios del siglo XX y ninguna se ha llevado al disco hasta ahora. «Es un proyecto que trasciende lo musical, también es identidad, tradición, lengua...», recalcaban Lorea Bilbao, la diputada de Cultura, y Elías Unzueta, gerente de Petronor Innovación. Entre 1909 y 1912 llegaron a componerse seis óperas vascas, con el respaldo de la Sociedad Coral. Aquel fue un periodo muy efervescente, de exaltación nacionalista del paisaje y del paisanaje, que los intelectuales reivindicaban con una gran dosis de idealismo. En el mundo de la lírica se buscaba marcar la diferencia frente al repertorio italiano, francés y alemán.
La obra que abrió camino fue precisamente 'Maitena', con música de Charles Colin (1863-1951) y libreto de Etienne Decrept (1868-1938). El primero era oriundo de Ciboure y el segundo había nacido en Bayona. Se conocían y respetaban. Eran artistas con inquietudes y no poca osadía. Por voluntad propia y en un arrebato de inspiración, Colin, que también era pintor, escultor y periodista, además de juez de paz, le pidió a Decrept que le escribiera una obra lírica en euskera. El libretista, hombre de teatro y gran conocedor de la lengua vasca, que llegaría a ser presidente de Eskualzaleen Biltzarra, se puso manos a la obra con rapidez. Estaba empeñado en reflejar fielmente «el talante del pueblo».
Así pues, concibió la historia de una joven sometida a la autoridad del padre, que le impide casarse con el hombre que ama y no le deja más alternativa que huir. Los enamorados se marchan a Argentina. Allí se casan, pero la felicidad dura poco. Maitena queda viuda. Regresa empobrecida, se reconcilia con el progenitor y acaba contrayendo matrimonio con el pretendiente favorito del padre. La fe y el temor a Dios también tienen un papel fundamental en la trama.
Su estreno el 29 de mayo de 1909 en Bilbao fue un éxito, con escenografía de Eloy Garay, que había pasado una temporada en París para empaparse de las nuevas tendencias en decorados en la Opéra-Comique. En 1912 se ofreció en México y en 1928 llegó al Teatro de la Zarzuela de Madrid. Vivió momentos de gloria hasta 1955. Luego, el silencio. Hasta que aparece 'Euskalopera'. «La recuperación de esta obra demuestra la importancia de la colaboración de las entidades públicas y privadas, ahora más que nunca», concluye Bingen Zupiria, consejero de Cultura. Y no se descarta el montaje escénico en un futuro no muy lejano.
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