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Hace tres domingos, el 26 de julio, vimos al trikitilari Xabi Aburruzaga en el Euskalduna dando un concierto en formato reducido y acústico y en ambiente tristón por la poca gente presente. Una cita que, afortunadamente, despegó un tanto en su parte final. Y este ... domingo, festividad de San Roque, patrón de Portugalete, de donde es Xabi, éste dio un concierto especial, eléctrico y con varios invitados en el paseo de la Canilla, un show más ambicioso que voló más alto desde el primero de los 19 temas que sonaron en 88 minutos.
El orden del repertorio fue muy parecido al del Euskalduna, donde sonaron 17 piezas también en 88 minutos y con la misma pareja de bailarines que en ambos emplazamientos empezaron sus abundantes intervenciones esporádicas de modo demasiado modernista y que al final, menos mal, se arrimaron más a la tradición (en este aspecto los trikitilaris de Korrontzi se adornan con dantzaris más puristas, más vasquistas, con más atractivo, indudablemente).
No obstante, todo estuvo mejor en Portugalete, al aire libre, con el público sentado y distanciado (unas 200 personas solamente habría: quizá se imponga el miedo, pero como dijo un señor al salir, «en un acto así hay menos riesgo que en un bar»), con buen sonido, poderoso cuerpo en la ejecución (un sexteto base integrado por dos txalapartaris, bajo eléctrico y batería, guitarra acústica y teclados, más Xabi con sus trikitixas; «la verdad que es un lujo tocar con esta gente», comentó un par de veces el líder), melodías que no se limitaban al folklore euskaldun (también irlandesas, americanas…) y resultado bastante transversal e incluso internacional (por tratarse de un repertorio eminentemente instrumental).
Las 10 primeras piezas se centraron en su quinto y último disco, 'Bost' y fueron composiciones inspiradas en los viajes de Xabi Abuzurraga: en el tren 'Bilbao-La Robla' (la inaugural, un instrumental con swing) en el que se trasladaba hasta la montaña palentina para pasar el verano en el pueblo de su abuelo (el vals 'Waltz for Velilla', valga la redundancia), tirando de gentilicios como 'Atxarre' (instro crepuscular y junkeriano, con la alboka del invitado Gorka Urmeneta) y 'Mekoleta' (folk melódico cantado suavito por Xabi), y evocando sus visitas al extranjero, con alegría a Canadá ('Reel quebecois', con arpa de boca disparada) y con seriedad a Oriente Medio (dos piezas cantadas y basadas en el conflicto palestino, la segunda, 'Non da Palestina', en plan Esne Beltza).
Esta primera parte estuvo bien, y un poco mejor la segunda, en la que Aburruzaga espigó títulos entre sus discos anteriores. A Carlos Núñez se refirió en la marcial y galaica 'Arku txantada' (con buen baile tradicional en su epílogo), la cantante convidada Miren de Miguel exageró en su tono lírico al versionar la popular 'Maitiak nun zira', un par de picos los alcanzó Xabi con el efecto muelle de 'Maestro Zubeldia' (el nombre de su calle de Portugalete) y con la neotriki de 'Fandankeltik', se incidió en lo céltico en la animada 'Martxoak 17', y el bis doble se abrió con 'Lilly's reel' y se cerró con otro invitado, el panderetero down Aitor Aspuru, en un 'Breakfast in Belfast' con momentos bluseros (los solos de piano y de guitarra acústica).
Y antes de este bis dijo Xabi agradeciendo a la organización: «Hacer conciertos con responsabilidad es más valiente que suspenderlos. La responsabilidad depende de todos, ¿no?». Sí, de todos y de cada persona.
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