Korrontzi y 200 dantzaris en favor del Aita Mari en el Arriaga

Korrontzi, pilotados en cuerpo y alma por el trikitilari Agus Barandiaran, interpretaron 19 canciones en 110 minutos redondos. Todas menos una ilustradas con números de baile, pues en total participaron unos 200 dantzaris de catorce grupos formados por chicos y chicas, niños y mayores, con mayoría de joveznos, a veces vestidos según la tradición, también de calle o excepcionalmente a la moda del musical foráneo, esto al final del espectáculo.

Agus se comunicó con el respetable como si fuera un divulgativo contador de cuentos, solicitó esporádicamente varios aplausos (txalo bat para el barco Aita Mari, para el convaleciente Kepa Junkera, para el ausente Xabi Amuriza, para el presente Txetxu Urrutia, para nosotros el respetable público… ), en unas cinco ocasiones bajó a tocar su triki por el pasillo del patio de butacas, y cantó unas ocho de las 19 piezas. Estuvo bien el encuentro y mi ama juzgó que se oyó muy bien (claro, y no solo porque a la mesa estuviera el histórico productor César Ibarretxe), aunque como seguidores habituales de Korrontzi podemos plantear que les faltó un poco de chispa, o de txispa. ¿Porque Agus se ha tirado cinco días en la Azoka de Durango firmando discos y atendiendo a los fans y quizá acumulara cansancio? No: según nos contó al acabar, reconoció que les impuso la solemnidad del Arriaga. ¿Porque Agus cantó 8 de las 19 piezas? Hum…, pero dejemos claro que el trikitilari entonó mejor que nunca. ¿Por qué se alargaron algunos pasajes instrumentales? ¡Vayan ustedes a saber...!

Pero esto que les contamos son cositas especializadas que no llevan a ninguna parte, porque lo que cuenta es que el concierto funcionó, que el público marcó palmas alegremente (a veces espontáneamente, otras incitado desde el escenario), elevó irrintzis y ovacionó contento. Aplaudió la gente en general, no solo las facciones representativas de cada uno de los grupos dantzaris, venidos de Bakio, Plentzia, Villabona, Laudio, Legazpi, Ataun, Zumaia, Urnieta, Alegria Dulantzi, Bermeo, Orio, Lizarza, Agurain y Azpeitia.

Agus cantó bien, se sintió estelar (lo de contar las cosas, bajar al pasillo, sentarse al borde del tablado, ¡brindar con sidra con un grupo de chicas!), e insufló el fuelle del infierno (infernuko auspoa) de sus trikitixas saltando de los arin arin y los valses hasta sonidos extranjeros más globales como los norteamericanos del cajun sudista y de La Bottine Souriante canadiense. Las dos mejores piezas fueron 'Mezobarri' (con el efecto muelle de la triki y el baile modernista del grupo de danza Oinkari de Villabona) y un 'Sardos-K' muy junkeriano (que quizá dilataron en exceso).

Y también les quedaron por encima de la media el tradicional 'Baratze' (con Agus en el pasillo escoltado por el pandetero Mikel Urrutia, pues esta vez no estuvo el simpático Leturia), el veloz y popero 'Emaigu bostokea' (bien cantada por Agus la canción que grabaron hace seis años para su primer 'Korrontzi Benefic') y el dinámico 'Parfums de musiques' (un instrumental cajun total con Agus sentado al borde del tablado antes de bajar por enésima vez al pasillo). Y, de acuerdo, incluyamos aquí el fin de fiesta con 'Ataungo ardi beltza' (muy celta y con los gaiteros de Santurtzi), y la presentación final de los grupos de danzas, los gaiteros gallegos de Santurtzi y los tres gigantes.

Y justo al acabar Agus bajó del escenario, surcó el pasillo del teatro y bajó al lobby, al puesto de venta, antes de que evacuara el recinto la gente que llenó el Arriaga. Y firmando agotó todos los discos que tenían, señal del éxito, como decíamos en el primer párrafo.