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Tiene la mirada tranquila, muy tranquila, salvo cuando le ríen los ojos y suelta una carcajada. Es un chaval con mucho aplomo. Se llama Markel ... Intxaurbe Onaindia (Bilbao, 2007) y acaba de conseguir el primer premio en el Concurso Internacional Juvenil de Guitarra Anna Amalia, con sede en la ciudad alemana de Weimar. Este año se ha celebrado 'online' y han participado 14 estudiantes en la categoría alevín (hasta 13 años). Él se presentaba como el único español.
Los demás eran de Polonia, Chequia, Croacia, Alemania, Austria, Rumania, Bulgaria... Se les daba la opción de grabar un vídeo de 12 a 15 minutos, con tres o cuatro piezas. Todo seguido, sin perder la concentración y cambiando de estilo en pocos segundos. Se les exigía versatilidad y rapidez de reflejos: lo mismo debían ser capaces de ejecutar obras de 1811 que de 2008. Por ejemplo, las clásicas del italiano Mauro Giuliani y las rompedoras del brasileño Leo Brouwer.
El nivel en general ha causado muy buena impresión, y él comparte el máximo galardón con una chica ucraniana de su edad. Se repartirán 15.000 euros entre todos los premiados de tres categorías. Pero lo de menos, evidentemente, es el dinero. A Markel lo que le motiva es profundizar y hacer justicia a la música. «Por eso me gusta cerrar los ojos. Noto que toco mejor. Es curioso pero es así. Quiero transmitir emociones, contar una historia... Prefiero las melodías lentas a las rápidas», reflexiona muy serio, en el salón de su casa, en Miribilla, junto a su madre. Ella le escucha entre sorprendida y orgullosa. El crío lleva cuatro años estudiando guitarra en el Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga, ya se encuentra en primero de grado profesional (hizo dos cursos de elemental en un año) y hasta ahora no se había parado a pensar en que Markel tiene ciertamente un don.
«Le escuchamos todos los días. Estamos acostumbrados y, la verdad, cuando vemos la reacción de otras personas nos damos cuenta», confiesa Amaia Onaindia, muy agradecida a la labor de Jesús Melchor, el profesor que guía y estimula el amor de Markel por la guitarra. Este año ha empezado piano, como segundo instrumento en el plan de estudios del conservatorio, pero no le seduce. «No, no, yo sé lo que quiero», recalca el chaval. El azar puso la guitarra en sus manos y todo apunta a que ahí se quedará para siempre. «No le di muchas vueltas cuando empecé a estudiar música. La elegí sin más. Pero, ya ves, acerté».
madurez
Alumno brillante en la ikastola Urretxindorra y miembro de la Sociedad Ciclista Bilbaína, no responde al perfil de cerebrín ensimismado. No invierte «muchísimas horas» delante de los libros y reconoce que tiene «facilidad para aprender». Lo cierto es que su capacidad de concentración llama la atención, no hay más que verle cuando estrecha la guitarra, entrecierra los ojos y se deja llevar... En esos momentos, no da la impresión de ser un niño, parece mucho mayor. Comunica sensaciones y recrea ambientes que él no puede haber vivido ni en sueños. Pero los intuye con una claridad pasmosa.
Para Markel no tienen secretos ni la solemnidad ni el misticismo de 'La catedral', de Agustín Barrios Mangoré. Los entiende perfectamente. Igual que la melancolía dolorosa de 'Alfonsina y el mar', de Ariel Ramírez, que desgrana encima de la cama, en su habitación, abstraído de todos y de todo. Su abuela materna, María Begoña, cantaba en el coro de la ABAO y estudió la carrera de piano. Es su mayor 'fan' y el único antecedente familiar con talento para la música. El padre de Markel es informático y la madre se licenció en Magisterio.
«Pero los dos me apoyan mucho. Este fin de semana me voy a presentar a otro concurso, el de Jóvenes Músicos de Euskadi, que se celebra en Bilbao, y están muy contentos. ¡Iré con mi amigo Beñat Muniozguren en la modalidad de dúos!», exclama Markel, con una ilusión contagiosa. No le angustia plantarse delante de un jurado o del público. Todo lo contrario. Lo disfruta.
- ¿Querrías ser un solista de renombre y recorrer el mundo?
- Me gustaría ser profesor de guitarra y enseñar todo lo que sé. Y tocar en conciertos también. Pero lo principal serían mis alumnos.
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