José Mercé, 'Marca España' desde Palencia hasta Bilbao

Lo de Palencia no fue el mismo espectáculo, sino una propuesta más jonda llamada 'Flamenco' y que el maestro contemporáneo desplegó en sexteto, con buena voz e inspiración, con pelazo cano (no es peluca, aunque pereciera al principio, pero luego sudó y se vio que no), con facultades y duende, cantando cálido y gitano durante 10 piezas en 69 minutos ante media entrada, para tres centenares de aficionados que habían pagado 35, 45 y 55 € según su localidad.

Al acabar, una señora le comentaba a su amiga: «Tenía que haber dejado hacer solos al guitarrista y al percusionista para así haber estado más tiempo». Pues no, señora, hay que evitar el relleno, la dilatación. Mejor dejar con ganas de más, aunque hemos de reconocer que nosotros no pagamos 55 euros. El caso es que Mercé, quien en la cúspide del flamenco ahora mismo se puede codear con Miguel Poveda (quien estará el 14 de septiembre en la plaza de toros de Santander, teloneado por María Peláe, con entradas desde 18,75 €), y dejando debajo a Estrella Morente, Pitingo e incluso a Israel Fernández, cantó con donosura y dejó el pabellón muy alto desde el primer palo, malagueñas del Mellizo, que no volaron más alto porque el tocaor, Alfredo Lagos (no el anunciado Antonio Higuero), aún tenía los dedos fríos.

El vecino madrileño y madridista confeso José Mercé, que presentó los palos o los títulos, comenzó con una reflexión que podría verter también en Bilbao: «Muy contento de volver a Palencia. Ya sabéis que me gusta mucho venir al Norte. Hay quien dice, 'uy, qué gente más fría', pero no, es más importante saber escuchar que saber cantar. Muchas gracias por vuestra presencia». Y luego, al presentar el segundo palo, subrayó: «Siempre digo que nuestra música es el flamenco, esta es nuestra Marca España». Y ya no dijo nada más aparte de presentar animoso los palos y despedirse y dar las gracias hasta en tres bises.

Arrancó a dúo con Alfredo Lagos: las malagueñas del Mellizo las hizo morentiano, la soleá rebosante de gitanería como un Pansequito con vigor extra, la seguiriya fue acendrada y tan aindiada que le gustaría a The Cult, y en ellas el calé Mercé lo dio todo hasta casi asfixiarse, aunque de seguido fue cuando roto por fandangos quizá alcanzó el culmen de la cita, con estrofas que ya le hemos oído antes, por ejemplo la de pedir pan a los Reyes Magos para la hermanita y la de que la gente le critica porque es un águila imperial.

A partir de la quinta reclamó a «mi gente», y en sexteto, con tres palmeros, percusión, guitarra y su voz, continuó más festivo por alegrías («la Virgen del Pilar dice que no camela ser francés...», también se lo hemos oído), 'Al alba' de Aute con coritos del respetable, más bulerías («vamos a mi pueblo, a Jerez, vamos a cantar un poquito por bulerías», presentó), un primer bis con su viejo éxito 'Aire' que sonó a proto-urban orgánico y aún tan moderno que encantaría a Rosalía, un segundo bis con más bulerías, y un tercer bis a modo no de fin de fiesta con los seis en pie delante del tablado, sino a modo de breve, muy breve, coda.

Buf, firmaríamos porque en Bilbao el 30 de noviembre estuviera igual de bien, aunque sea distinto formato y se anuncia que durará 90 minutos.