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Joaquín Achúcarro (Bilbao, 1932) es una fuerza de la naturaleza. A cualquiera le fatigaría la sola enumeración de sus compromisos artísticos a lo largo del mundo para los próximos meses. Sin embargo, el pianista bilbaíno, sentado al sol en el jardín de su casa, desgrana ... su agenda con la naturalidad de quien lleva mucho más de medio siglo viviendo a ese ritmo. Acaba de llegar de Dallas, donde da clase en la Universidad Metodista, y mañana ofrecerá uno de los conciertos conmemorativos del 125 aniversario de la Sociedad Filarmónica de Bilbao. Luego tocará en Madrid y a continuación volará hasta Japón.
- ¿Qué ha hecho en el último año?
- Pues dar clases por 'skype', tocar el piano en casa, dar algunos conciertos, y en febrero nos fuimos a Dallas pese a que el rector de la Universidad me había insistido en que no merecía la pena que corriera el riesgo.
- Pero fue.
- Sí, y me recibieron casi como a un héroe porque allí hay quien da las clases por 'skype' aún viviendo a 200 metros del aula y yo había recorrido 9.000 kms.
- ¿Cómo percibía los matices del sonido de sus alumnos a través de un ordenador?
- Tenía que interpretar el tipo de sonido por el movimiento de las manos. Creo que hemos descubierto ahora el verdadero valor de una clase presencial, que es algo insustituible en este momento de la civilización en que para un pianista es posible dar un concierto en Tokio y a continuación volar hasta Los Ángeles y dar otro concierto en el mismo día.
- ¿Durante esta pandemia alguna vez pensó que podía suceder que si se alargaba mucho no volviera a los escenarios, que corría el riesgo de tener una despedida extraña y triste?
- No pienso nunca en despedidas. Cuando tenga que llegar llegará. Podía haber sido en esta crisis, pero parece que no va a ser así. Cada vez vivo más el día a día, disfruto de lo que hago y de pequeñas cosas como pasear por el jardín de mi casa, que yo suelo decir que es para mí como ir al monte.
- ¿Ha tenido miedo en algún momento?
- No. Me dijeron que con una mascarilla reducía el riesgo un 95%. Y en los aviones, como van semivacíos, es más fácil mantener la distancia. Al final, el peligro mayor está en ciertos actos reflejos que todos hacemos y en los que puedes tocar algo y acercarte al virus.
docencia
- Para alguien que viaja tanto de continuo, esto habrá sido como retirarse a un convento.
- Viajo mucho, sí. Antes de la pandemia iba a América al menos una vez al mes, salvo en verano. Ha sido una experiencia diferente.
- ¿Ha cambiado su manera de ver el mundo y la música?
- Ha cambiado la manera de ver el mundo de toda la Humanidad. Hemos perdido algo tan natural como darse un abrazo o un beso. Pero no ha cambiado nada mi manera de concebir la música. En los compositores más grandes encuentras que en sus partituras hay gritos de auxilio.
- Ha habido quien ha reconocido una incapacidad para concentrarse en escuchar música en estos meses de encierro. ¿Le ha pasado?
- No. Cuando escucho un disco, lo que quiero es ver cómo ese compositor ha podido hacer lo que ha hecho y tratar de obtener las respuestas. Establezco siempre una relación casi personal con el compositor.
- ¿Qué planes tiene para los próximos meses?
- Después de Bilbao tocaré en Madrid, luego haré durante un mes una gira por Japón. Iban a ser ocho o diez conciertos pero han cancelado los que eran con orquesta y quedan cuatro recitales. Después estaré en el concurso José Iturbi de Valencia.
- Ahí estará en el jurado...
- Sí, soy el presidente del jurado y el director artístico del certamen. Este año se presentan 178 concursantes, muchos más que en anteriores ediciones y un verdadero récord. En julio iré al festival de Verbier (Suiza) a tocar y dar unas 'master class'; más tarde, Torroella, que el año pasado se canceló; a continuación, participaré en un festival cerca de Ginebra, en las faldas del Mont Blanc; viajaré luego a Trento a un ciclo de homenaje a Arturo Benedetti Michelangeli en el que debo tocar algunas de las piezas favoritas de aquel pianista italiano, y a mediados de agosto estaré en Santander.
- ¿Cómo ha elegido el programa del concierto de la Filarmónica?
- La base está en obras de Brahms que he tocado en un concierto hace poco en Madrid y todo el mundo dijo que estuvo muy bien. Es una combinación de las cosas que he estado interpretando en los últimos tiempos.
actuación en bilbao
- Incluye una obra de Mompou que apenas había interpretado antes. ¿Tiene aún ganas, con la dimensión de su repertorio, de seguir ampliándolo?
- 'Variaciones sobre un tema de Chopin' solo la había tocado una vez, en Japón. Tengo recuerdos entrañables de Federico Mompou, un hombre estupendo. Y en la partitura hay gran cantidad de temas característicos de su escritura. Estoy de conversación con los compositores, como le decía.
- ¿Cómo va su espalda? El concierto que cerró el Musika Música de 2020 lo dio lesionado.
- Mi espalda seguramente agradeció el parón al que nos vimos obligados. Aunque tampoco sabré nunca qué habría sucedido si mantengo la actividad prevista.
- ¿Dónde le gustaría dar el primer concierto 'normal', con la sala repleta y el público sin mascarilla?
- Donde la suerte diga. El cambio de costumbres que se está produciendo me está dando algo de miedo. Como dice un autor americano, cada cambio tecnológico importante genera un cambio social igual de importante. Y lo mismo sucede con otros factores relevantes, como lo que estamos viviendo.
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