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Recordamos al maestro Joaquín Achúcarro interpretando en el Arriaga el programa titulado 'De Bach a Gershwin', en total, 123 minutos con tres bises en los que el pianista vizcaíno internacional no necesitó partitura. Tenía dentro de su cabeza todas las notas. Y esta misma semana, ... nos ha confesado el caudaloso cantautor getxotarra y dylanita Coppel: «Sin ánimo de ofender a nadie, cada vez que veo a alguien con un atril, ya no me creo nada». Ya, el atril (o teleprompters disimulados) lo invade todo y cada vez más cantantes tiran de él: Eñaut Elorrieta, Jota de Los Planetas, Dani Martín, Serrat, Pablo Alborán… Como quien dice, todos excepto Loquillo y Luz Casal.
Lo del atril con las partituras es habitual en la escena del jazz. Los músicos de jazz a menudo tocan a salto de mata y, con pocos ensayos (o ninguno), un combo cambiante se lanza a la carretera a dar un puñado de bolos con el repertorio poco trabajado y ensayado, que es lo que pareció suceder el viernes en el sin embargo degustable concierto de la flautista neoyorquina Jamie Baum en una Sala BBK con muy buen ambiente. Durante esa velada también nos acordamos del bolazo funk que dio Joel Sarakula el viernes pasado en la Sala Azkena, con un par de miembros de la Fundación Tony Manero: sonaron estupendamente, muy conjuntados y sin partituras y eso que… ¡sólo habían ensayado un día! Vale, de acuerdo: el jazz es más difícil que el funk.
Jamie Baum condujo un concierto del ciclo Mes A Mes dirigido por el Bilbaína Jazz Club, que puso mesitas, velitas y birritas para generar la mejor atmósfera de club durante los 8 temas instrumentales que sonaron en 78 minutos, con un extenso, ancho ecuador demasiado agarrado con pinzas: hasta se veía el temor reflejado en las pupilas de los músicos al mirar las partituras de los atriles.
La cita arrancó bien, con las escalas flautistas muy setenteras aguantando el tirón del cuarteto en 'The Jigsaw' de Kenny Wheeler, pero a la segunda, 'While We Are Here', más lírica, el piano minimal del estadounidense Luis Perdomo aplastó a una dama que al entrar y salir a escena no se desprendió de su bolso. De seguido, la Baum dijo que la del viernes era su «primera vez en esta parte de España, pues ya he estado un par de veces en Barcelona y otra en Madrid», y continuó lírica con 'There Are No Words', de su disco último 'Bridges', y se atascó de modo alarmante en dos piezas más: la cuarta, 'Deep Five', un soul muy languideciente, a lo Isaac Hayes TV o Gil Scott-Heron, y la quinta, cuando nos retó a identificar una adaptación suya muy arreglada (o sea, cambiada) y bastante inane que inmediatamente reconoció Pato, pues fue el 'With A Little Help From My Friends' de los Beatles y popular por Joe Cocker, standard que parecía desconocer el pianista Perdomo, que en esta pieza miró la partitura con extrañeza (y con temor el contrabajista de Kansas vecino de Barcelona Tom Warburton, un habitual del Bilbaína Jazz Club).
En las tres últimas piezas se elevó el nivel, porque, en el fondo, los propios músico saben qué es lo que mejor dominan y funciona de su repertorio y cómo ordenarlo todo para dejar la mejor impresión posible al oyente: la balada creciente 'Song Without Words' (la otra que sonó del cedé 'Bridges'), con escobillas del americano Jeff Hirshfield y buen solo de contrabajo; Green Hornet', dedicado a Miles Davis pero original de Jamie Baum, flautista que trabaja con clásica y jazz, con big bands, septetos y lo que haga falta; y 'Lawns' de Carla Bley, la muy peliculera pieza del bis.
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