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Iron Maiden en el BEC: grandiosa liturgia metaleraJosu Olarte
Viernes, 21 de julio 2023
Cambiarán los tiempos, las coyunturas y las tendencias musicales, pero no el poder de seguimiento del irreductible e ignorado heavy metal, cuyo principal e incombustible ... baluarte, los británicos Iron Maiden (Londres, 1975) llevan preservando desde hace más de cuatro décadas, sobre todo por la vía directa. Son más que universalmente celebrados como atestiguan sus 13 discos en directo y los casi veinte tours globales con los que han cruzado los Pirineos.
Un grupo con su historia y popularidad transversal podría perpetuarse rentabilizando sus clásicos, pero (a diferencia del tour que iniciaron hace una década con un concierto exclusivo en el propio Bizkaia Arena) 'Los Maiden' optan por tirar de fondo de armario. No importa que el grupo apenas toque dos de sus más celebrados clásicos ochenteros de cabecera ('Iron Maiden' y 'The Trooper'). La conocedora entregada y cervecera horda de fans que cuelga el 'sold out' en sus conciertos. Más de 15.000 agotaron el papel del BEC. No les pone peros. El grupo les reconoce como parte de su legado y ellos celebran que el grupo reivindique toda su obra.
En su actual gira 'The Future Past' lo intentan centrando tres cuartas partes de su set de quince temas en su denso último álbum 'Senjutsu' (21) que ligan con un disco más bien de culto como su fatalista doble 'Somewhere in time' (86), que reivindican hasta interpretando por vez primera en directo el marcial 'Alexander The Great', el tipo de novedad que agradecen sus conocedores fans que, por edad, parecen más centrados en disfrutar del momento que en capturarlo con el móvil.
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En una época en que las grandes estrellas del pop intentan reinventar el show en directo, los bestiales Iron Maiden siguen perpetuando la puesta en escena y liturgia típica del heavy rock de siempre, con su visual y teatral escenografía, su postureo y su sonido abigarrado. Una épica eléctrica con denominación de origen que apuntalan con ritmos rotundos, los solos heroicos de sus dos guitarrista solistas, la garganta siempre al límite del dinámico y gestual Dickinson, el permanente bajo trotón de Steve Harris y las celebradas apariciones en escena de su calavérico y emblemático monstruo Eddie.
Sin apenas cambios en su formación en más de tres décadas llama la atención que, como el propio heavy, Iron Maiden conserven algo de su poso marginal mezclado con cierta aura de banda familiar. Una impresión que se hace extensiva a sus orgullosos e insobornables fieles, uniformados con camisetas negras de todas las épocas del grupo y con amplia presencia de padres, que con 'Los Maiden' como correa de transmisión, han transmitido el culto heavy a sus hijos.
Igual que el propio capo y bajista fundacional Steve Harris. Su hija Lauren lidera su propia banda y su vástago George , hace lo propio en The Raven Age, que ejercen de teloneros en la gira de la banda de su 'orgulloso' patriarca. Aireando 'la jodida bandera del heavy metal' expusieron con terrible sonido monolítico su tercer disco 'Blood Omen' ante una platea ya llena pero su metal-trash-core con melodía no suscitó los típicos cabeceos del género.
El festivo retorno de Iron Maiden arrancó con el preámbulo del 'Doctor Doctor' de Ufo y la célebre melodía que Vangelis compuso para el futurista filme 'Blade Runner' que tanto evoca la portada del rescatado 'Somewhere in time', que dio arranque a la celebración encadenando con sonido algo espeso 'Caught Somewhere in Time' y un progresivo 'Stranger in a Strange Land' que suscito una primera aparIcion del Eddie mutado en pistolero de ciencia ficción.
Volvió Dickinson a bromear con la fonética de ¿Bilbao o Bilbo?, que deletreó elogiando al personal antes de la intro acústica de las recientes 'Days of Future Past' y un 'The Time Machine' en cuya presentación Dickinson reconoció sus problemas con el sonido que mejoraría según avanzaba la velada. La iconografía samurái remitía a la influencia de su último disco, cuyo título alude al 'modo sabio' que en combate confiere la máxima velocidad, dominio y poder al que Iron Maiden parecen aspirar en directo.
Un primer rescate clásico de su crucial álbum 'Number of the Beast' (82) 'The Prisoner' provocó un coreado subidón con profusión de puños al aire y manos cornudas que continuó con la también ochentera 'Can I Play with Madness' de su álbum 'Seventh Son of a Seventh Son' (88), que como Dickinson recordó hasta celebraron los Monty Python. Entre ambos el cantante evocó su condición de historiador con 'Death of the Celts' , lírica y sinfónica pieza de 'Senjutsu' con ocho minutos de vertiginosos duelos guitarreros que interpretó con bandera irlandesa al cuello asegurando que «la cultura y la lengua siempre sobrevivirá al intento de borrar una civilización».
Gigante mandaloriano
A un Eddie mutado en gigante mandaloriano armado combatió Dickinson a fogonazos desde un cañón lateral, en un gag que teatralizó la épica y trotona electricidad de 'Heaven can Wait'. El ambiente ya caldeado elevaría con un celebradísimo 'Fear of the dark' (92) que, dentro de un marco desolado y fantasmal, recordó a aquellos tiempos del grunge al que Iron Maiden dieron réplica reafirmándose con teatralidad oscura en sus valores.
Gran profusión de guitarras imaginarias y puños y cuernos en todo lo alto suscitó la bautismal e iniciática 'Iron Maiden', que capturó la esencia del grupo en su primera época entre llamaradas y con la presencia impactante de un Eddie convertido ahora en un guerrero samurái de más de tres metros.
Cantos futboleros precedieron a los bises arrancaron con la apocalíptica y neosinfónica 'Hell on earth' de integrista apogeo final con el galopante ataque eléctrico de las guitarras dobladas de la emblemática 'The Trooper' y un 'Wasted Years', apoyado a la voz por los tres guitarristas de la banda que puso el broche festivo a la última reivindicación por estos pagos de una banda que dejó la impresión de que su exhibición de poderío y vigencia incombustible tendrá continuidad más pronto que tarde. Lo confirmó Dickinson en su despedida con un «nos veremos la próxima vez que actuemos en el País Vasco, en Bilbao o San Sebastián».
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