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El espectáculo de ayer en el Bilbao Arena de Miribilla hizo honor a su lema: 'Ura bere bidean'. Todo discurrió con orden y concierto. Más de 4.500 personas ocuparon su asiento con mascarilla, en un aforo limitado expresamente al 53% por estrictas medidas de ... seguridad anticovid. Eso sí, donde no se escatimaron medios fue en el propio show, promovido por Fair Saturday y la Diputación, con el apoyo de Laboral Kutxa. Unos 80 músicos de la Orquesta Sinfónica de Bilbao, en torno a 75 miembros de la Sociedad Coral y 15 artistas o grupos de Euskadi se adueñaron del escenario. Se interpretaron más de 20 temas del repertorio pop y rockero vasco, incluidas dos piezas en castellano ('Corazón de tango' y 'En blanco y negro'), con arreglos instrumentales del compositor getxotarra Fernando Velázquez. Una experiencia que se repetirá hoy, a las ocho de la tarde.
El propio Velázquez enarboló la batuta al frente del evento. Duró dos horas, sin casi respiro. Se desarrolló como en volandas. Había un ambiente de exaltación contenida. El tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Ya la obertura, con guiños a temas como 'Ikusi mendizaleak', 'Ixil-ixilik dago', sirvió para ganarse al público. «Imponente. Es una maravilla cómo suena la orquesta», murmuraba Aitziber, sentada junto a su prima, Susana, antes de escuchar 'Seaska Kanta' en interpretación de Olatz Salvador, arropada por las chicas de la Coral.
Eran muchas las cuadrillas que se entreveían en el auditorio de Miribilla, tanto veinteañeros como jubilados, exactamente igual que sucedía en los conciertos de Leonard Cohen. La fórmula de fichar a intérpretes de perfiles diversos tuvo un efecto intergeneracional muy saludable. Poco tienen que ver los seguidores de Idoia (que lanzó su primer disco el año pasado) con los incondicionales de Doctor Deseo (en la brecha desde 1987). Y pese a todo, allí estaban mezclados y atentos.
«Los hay que vienen por los artistas, que me parece muy bien, pero a mí sobre todo me llaman las canciones vascas de autores como Lete, Laboa, Imanol...», confesaba Asier, flanqueado por su mujer y dos de sus hijos. Por el gesto de satisfacción de los cuatro, daban por bueno el dinero gastado. Aplaudieron con ganas a En Tol Sarmiento al término de su versión de 'Nere herriko neskatxa maite'. «Sí, la verdad, yo creo que hace justicia a Benito Lertxundi. Ha estado bien, ha estado bien», certificaba muy serio el padre de familia. La aparición en pantalla gigante de Aiora Renteria, actualmente convaleciente de una operación, contribuyó a subrayar la tónica dominante de todo el concierto.
La actuación previamente grabada de la vocalista de Zea Mays, interpretando 'Gogo eta gorputzaren zilbor-hestea' con los arreglos de Velázquez, que redescubren un sustrato épico en el tema de Mikel Laboa, elevó todavía más la moral de los espectadores. Jarreaba fuera del Bilbao Arena, pero en su interior todo marchaba bien. Los juegos de luces del espectáculo y la amplificación del sonido no desentonaban. La Sinfónica de Bilbao y la Coral se sentían en su elemento, como si aquello lo hubieran hecho toda la vida. Se respiraba complicidad y diversión.
Se ejecutaron con aplomo temas como 'Itxaropena' y 'Corazón de tango'. Y El Drogas afinó aún más el registro para hacer diana. Directo al alma por partida doble. Lo mismo por la vía de la ternura con 'Zumezko lokarriak' (dedicada a su madre afectada por Alzheimer y traducida al euskera para esta ocasión) que de la mano del rock duro al ritmo de 'En blanco y negro'. Al término del concierto, sin prisas, se desalojó el auditorio. La inmensa mayoría se quitó la mascarilla nada más pisar la calle y se marchó a a casa con la sensación de que... 'Ura bere bidean'.
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