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La primera jornada de las seis que conformarán el denominado Bilbao BBK Live Udazkena (otoño en euskera) corroboró que en un festival nos hallamos ante un ciclo de conciertos con un plus especial y esperado hace meses: el público puede bailar y permanecer de pie, ... una postura demasiado incómoda si contamos que los tres conciertos de este primer día, el jueves, se prolongaron durante cuatro horas. Las dos únicas pegas serían esto de no poder sentarse y que los cabezas de cartel, los suecos The Hives, arrancaron a las 23 horas, cuando parten los últimos metros entresemana. Quizá por eso sólo hubo unas 600 personas atendiendo a su show en Miribilla, por lo de tener que coger taxi al acabar.
La terna del jueves era muy atractiva y acudimos ilusionados y puntualísimos a ver al trío madrileño Venturi, pues su disco 'No puede ser peor' promete mucho. Sin embargo, no pudieron reproducir su afilado sonido en su intervención inaugural de 13 canciones en 46 minutos en los que no se oyó la guitarra, se impuso el bajo y no se distinguieron muy bien las letras chuletas, desapegadas y observadoras encapsuladas en temas de post-punk que además remitió a The Cure, Strokes, Mando Diao, Parálisis Permanente (la versión de 'Autosuficiencia') y León Benavente (el cierre con la infecciosa 'Darveider'). «Muchas gracias, somos pocos pero sabios», dijo en su primer parlamento el bajista, vocalista y líder. Cuando lo dijo habría unas cien almas, pero al acabar ya llegarían a las 300.
Si unas 300 personas hubo al final de Venturi, unas 500 atendieron a los gallegos Novedades Carminha, con los que nos reconciliamos gracias a su bolazo preciso de 21 piezas (incluyendo la coda postrera) en 62 minutos. Con unas luces horribles que oscurecían al quinteto pero con un sonidazo claro, potente y absorbente, con un bajo conciso y relevante, una batería metronómica y una percusión perfectamente integradas, dos guitarras eléctricas solventes y bien engarzadas y una lírica irónica también bien traída, Novedades Carminha sonaron funkies, poperos y roqueros.
Oyéndolos pensamos en Vampire Weekend, Os Resentidos, Fisher Z, Talking Heads, ¡los Romantics en 'Quiero verte bailar' y luego en 'Antigua pero moderna'!, muchas veces en los Tequila comerciales ('Típica cara', 'La mejor de Europa' y más), en los Isley Brothers (por las guitarras discotequeras, por ejemplo en 'Obsesionada'), en lo urban (hasta usaron autotune) y en los Clash de 'Los siete magníficos' en 'Verbena'. 'Mucho nivel' el de Novedades Carminha, igual que se titula una canción suya que alea lo urban, el rock y el reggae.
Dejaron el listón muy alto los gallegos, y los suecos The Hives tuvieron que darlo todo para hacer olvidar lo presenciado justo antes. Pero no tardaron en poner a bailar (¡hasta sin música!), alzar las manos y agitarlas, chillar y tal y tal a las 600 almas que les estaban esperando. The Hives tocaron 13 canciones en 71 minutos, y llegaron a superar la hora porque en el último tema, 'Tick Tick Boom', el cantante y bufón Pelle se alargó al presentar a sus músicos, y luego empezó a preguntar cómo se llamaba de uno en uno a los de adelante y de dónde venían (de Getxo, de Galicia, de Basauri...), y descendió por enésima vez entre el público, al que ordenó sentarse o acuclillarse en la pista de baloncesto de Miribilla hasta el momento en le que saltar de alegría para ponerle de nuevo a bailar justo antes de acabar.
Su show rocanrolero con muchos ganchos (buenos riffs, arreglos contundentes, melodías pegajosas, estribillos quedones…) tuvo mucho de encuentro con los payasos (decía cosas Pelle y la masa le contestaba embobada, o sea siguiéndole el juego) y hasta de prédica o sermón (Pelle peroraba como Vintage Trouble y llegó a soltar: «yo llevo viviendo 3.000 años y llevo 2.000 en el rock and roll, por eso soy tan bueno en esto»; hum..., por lo jactancioso más que sueco parece noruego).
Hubo también sustancia, verdad, no sólo trucos que les sirven para tomar aire entre canción y canción. The Hives salieron vestidos con chaqués blancos, casi como camareros, y desde el principio con el rock and roll avasallador 'Come on' no dejaron de dar enérgicas sacudidas al tocar. Y Pelle jugaba con el pie y el cable del micrófono como Loquillo de joven, y pegaba patadas al aire, y bebía un sorbo de birra y lo expulsaba en aspersión, alzaba los brazos como celebrando un gol, se subía a los monitores del escenario, lanzaba besos al aire y nos hablaba en castellano bastante inteligible. Y lo primero que dijo fue: «Dos años sin bailar. Y ahora la primera noche es posible en España gracias a los Hives. ¡Es legal!».
Y Pelle continuaba sin abandonar el foco de las miradas, halagando a la audiencia («yeaahhhhh, bellísima, fantastic, magnífico…», enumeró antes de 'Paint a picture'), inquiriendo «¿te gusta el rock and roll?» antes de bajar del escenario para sumergirse entre el público, proponiendo «bailar rápido», así sin tilde, antes de 'Good samaritan'… Después, insatisfecho con la respuesta del respetable, se puso a provocarle («si no bailas ahora va a ser ilegal otra vez mañana, por dos años más», amenazó antes de una 'See through head' en plan Strokes pesados), y en el falso final enloqueció a la pista de Miribilla con la para muchos su mejor canción, 'Hate to Say I Told You So' (la gente bailaba con bastante holgura).
El bis doble lo abrió el blues muy Muddy Waters 'I'm alive' y se cerró con el citado y explosivo 'Tick tick boom', dilatado en demasía, con los cinco Hives haciendo la estatua (y entonces una espectadora se abalanzó sobre la valla y se puso a hablar pegada a Pelle, y al separarse el buen hombre hubo de usar un abanico y se dijo: «I'm so nice / soy tan majo…»), con la gente abajo formando una conga… Y es que, como había dicho antes Pelle: «Esto es un intercambio de servicios. Nosotros metemos ruido encima del escenario y vosotros lo hacéis debajo de él». Sí, un intercambio de energía.
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