Josu Olarte
Jueves, 20 de octubre 2022, 00:26
«Soy un tipo que madruga, a las seis de la mañana ya me pongo en marcha, lo que a mis músicos no siempre les sienta muy bien». A la hora del desayuno, con voz propia de un caballero de la Orden del Imperio Británico, ... se muestra irónico y locuaz desde su hacienda de Wilshire (Inglaterra). Ian Anderson, el mítico flautista, compositor, cantante, guitarrista y gurú que desde hace 1967 mantiene vida la leyenda de Jethro Tull, que actuará este sábado en en Bilbao.
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Seis años después de su última visita, compartiendo cartel del primer BBK Music Legends con Graham Nash, Los Lobos y Bob Geldof, Anderson desvela las claves de un retorno que liga el enfoque conceptual y progresivo de piedras angulares de su carrera como los revisitados 'Aqualung' (71) o 'Thick as a brick' (72) con el presente que, a sus 75 años, remite a 'The Zealot Genie' el primer álbum original lanzado como Jethro Tull en más de dos décadas. Un hilo conductor marcado por el blues, el jazz, el hard rock, el folk pastoral y el clasicismo que el sábado escenificará en el Euskalduna (20.30 horas, entradas de 35 a 70 euros) junto a su banda actual que, tras el desmarque de históricos escuderos como Martin Barre o Jonathan Noyce, integran David Goodier (bajo), John O'Hara (teclados, voz), Scott Hammond (batería) y el guitarrista Joe Parrish.
– ¿Cómo ha planteado los conciertos de esta gira?
– Hemos llamado este tour un poco de broma 'The Prog Years', porque en realidad abarca desde 1968 a la actualidad. Desde 'Dharma for one', una instrumental que compuse para mi primer disco y que yo ya describiría como rock progresivo un año antes de que el término se usara. Desde que empecé ya estaba buscando caminos hacia una nueva experiencia musical. Y en cada disco siempre ha habido algo que encajaría en el rock progresivo, algunos son temas de Jethro Tull muy conocidos y otros no tanto. Y eso vale también para nuestro nuevo disco, 'The Zealot Genie', del que también hacemos algunos temas.
– La asociación con el rock progresivo ya no le importunará tanto como en sus inicios.
– No me molesta el término, me parece adecuado para la música que hago, además lo 'prog rock' está ahora mejor visto, parece que vuelve a ser 'cool'. Quienes consideran lo que hago pretencioso, arrogante o autoindulgente son los que tienen miedo a pensar por sí mismos o cuestionarse las cosas. Hay que analizar las cosas y mirar dentro de uno mismo antes de escribir sobre ellas. Y tengo la impresión de que algunos sienten rechazo a todo lo que tenga un enfoque intelectual o proponga arreglos más complicados. Pero mi labor no es la crítica. No podría ganarme la vida con ella porque no me gusta criticar a otros. Nunca hablo mal de otros músicos. No creo que tenga sentido, aunque a veces sí que censuro en privado a algunos seres humanos.
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– De hecho lanzó 'Thick as a brick' (72) casi como reacción contra la critica que le asociaba al género.
– Sí, tuvo una intención casi satírica. 'Aqualung' habia sido calificado como conceptual sin ser más que un puñado de canciones que no tenían nada que ver con Yes, King Crimson, Emerson Lake & Palmer y todo aquello. Así que me dije «ahora vamos hacer el disco conceptual por antonomasia». En esencia fue una parodia de rock progresivo con mayúsculas de la época. Llevamos su pomposidad al extremo diciendo que las letras las había escrito un niño precoz de diez años. Ese humor británico a lo Monty Python fue muy bien recibido en Europa y en América.
– Ha tardado 23 años en lanzar un nuevo álbum original como Jethro Tull. Sus últimos discos de estudio los editó como Ian Anderson. ¿Por razones solo musicales?
– En realidad, sí. Depende de las personas con las que trabajo, aparte de mi nuevo guitarrista (Joe Parrish), con el que llevo dos años, con los demás estoy desde hace 15 ó 16. Como nunca habían estado en un disco de rock como Jethro Tull sentí que les debía algo. 'Homo Erraticus' ya fue un disco de banda, pero por alguna razón salió bajo mi nombre. No quería repetir ese error otra vez. Es algo que no decido hasta el final, depende del repertorio y de los músicos. Si se trata de algo más íntimo o personal, lo lanzo como Ian Anderson y si tiene que ver más con el rock, como Jethro Tull.
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– Su nuevo trabajo, 'The Zealot Genie', vuelve a tener carácter conceptual. Sus canciones surgieron de reflexiones sobre las emociones primarias del ser humano, según ha explicado.
– Siempre suelo partir de alguna idea central al hacer un disco. Pero cuando empecé con este, la mañana del 1 de enero de 2017, estaba ante una hoja en blanco, lo que también es un desafío excitante. Por suerte, un par de horas después ya tenía alguna idea que desarrollar las semanas siguientes. 'Zealot Genie' partió de las pasiones que volcamos en las redes sociales. Malas como la ira, los celos, el odio o la venganza o buenas como el amor, la compasión, la lealtad. Me di cuenta de que la Biblia siempre las ha abordado y busqué algunas citas como notas para componer. El tema central tiene alusiones al enfrentamiento que propicia el populismo político, haciendo todo lo posible para controlar e imponer los temas de los que hablar. Ese tipo de líderes de izquierda y derecha ya controla un buen número de países que están en la mente de todos. Sigo siendo un observador con muchos intereses, de la ciencia a la política, que trato de ilustrar con música. De hecho el pasado 1 de enero volví a ponerme a trabajar en la continuación de este disco, que ya tenemos muy avanzada. Acabamos de trabajar en la portada de este nuevo álbum que saldrá en abril.
– Su carrera ha estado marcada por discos que compuso de veinteañero.
–De crío escuchaba blues y jazz, música de viejos hombres negros. Fue un comienzo interesante porque me ayudó a introducir la improvisación y la expresión de las emociones en el contexto simple del rock. Con 20 años quería hacer algo más que imitar a aquellos viejos negros y abrí mi visión musical al folk, el clasicismo y otras culturas en términos acústicos y emocionales. Y en eso sigo. Me sigue gustando música muy diversa. Lo que permanece es el interés por el clasicismo al hacer rock, creo que hay mucho de lo que aprender ahí.
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– De hecho incorporó al rock un instrumento como la flauta. ¿Cómo le dio por ahí siendo en principio guitarrista?
– Cuando empecé haciendo blues habia guitarristas muy técnicos como Clapton, Jeff Beck o Ritchie Blackmore. Me iba a resultar muy difícil estar a su nivel con mi Stratocaster, así que pensé en encontrar un instrumento que me diferenciara y me diera una nueva dirección. Un día vi colgada en la pared de una tienda de instrumentos una flauta, pregunté el precio y me la quedé. Durante cuatro meses no pude sacar ni una nota. Hasta que alguien me dijo que debería soplar como por encima de una botella de cerveza. Así logré sacar las primeras notas e imitar con la flauta lo que hacía con la guitarra. Dos semanas después estaba en el escenario del Marquee. La flauta fue nuestro márketing. La manera en que los primeros Jethro Tull se diferenciaron del resto de bandas de blues.
– Ha tenido problemas de salud, pero ha recuperado su intensa agenda de conciertos. ¿Cómo lo lleva?
– Bastante bien. Hace cinco años me diagnosticaron COPD, una enfermedad que obstruye los pulmones. Algo bastante malo, porque es crónica y si va a peor te mueres. Pero el diagnostico que me dio el doctor fue desafiar mis límites haciendo lo que hago. Quedarme en el sofá viendo fútbol iba a ser peor. Así que lo que hago es tomar muchas precauciones para no coger ninguna enfermedad contagiosa que afecte a la respiración. Así hice en 2019 tres giras americanas con buena salud hasta que llegó el Covid, que hasta ahora he tenido la fortuna y el cuidado de no coger. El año pasado he tenido algunos ataques de asma que con medicación puedes controlar, hay niños que viven con ellos toda la vida, asi que estoy mejor que hace tres años. Me siento más capaz de hacer el serio trabajo que hago en el escenario saltando y tocando la flauta. Soy optimista, creo que me quedan unos pocos años por delante en la música.
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– Así que no piensa por ahora en colgar la flauta. Parece que no se siente demasiado viejo para el rock and roll.
– El tiempo ejerce su presión y sé que mis días en la música están contados, pero quién sabe hasta cuando. Tenemos el ejemplo de algunos vocalistas de rock activos a los 80 y otros que tienen que dejarlo con 50 ó 60. Fue muy triste ver a Pavarotti desafiando sus límites. Y el otro día, en cambio, vi a Shirley Bassey haciendo temas de James Bond pletórica a los 85. Es muy afortunada. Los instrumentistas pueden mantener su toque en la vejez pero lo de los cantantes es otra cosa. Quizás tenga esa suerte, pero no quiero pensar si voy a seguir diez años, pienso a un corto plazo de uno o dos. Ya estoy metido a fondo en mi nuevo proyecto, si tengo el impulso de hacer algo nuevo tiene que ser ahora, porque quién sabe si más tarde seré capaz.
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