«Huyo de las etiquetas, pero donde más feliz soy ahora es en la ópera»

- Su debut en temporada se produce con un programa muy especial, un reestreno de una obra perdida.

- Sí, y con el hecho casual de que quien ha recuperado la obra, Joseba Berrocal, y yo mismo, además del solista, claro, somos oboístas. No es nada habitual una coincidencia semejante.

- ¿Ha sido muy difícil preparar una partitura así?

- No, porque la escritura está muy bien. He enviado unas cuantas preguntas a Joseba y Nicolas sobre aspectos de la partitura antes de venir, pero le aseguro que eso no es nada comparado con lo que he hecho otras veces con distintas obras.

- Al ser 'kapellmeister' de dos teatros líricos se está especializando en dirigir ópera.

- Entre ambos teatros estoy ocupado al menos seis meses. Eso supone dirigir cuatro o cinco producciones operísticas cada temporada. Además de eso, también se programan conciertos sinfónicos para la gala de inauguración de temporada y otros eventos.

- ¿Era hacia donde quería dirigir su carrera?

- Estoy huyendo de las etiquetas. Lo hace posible el hecho de que en los cinco meses restantes lo que más trabajo es la música sinfónica. Pero, en este momento, donde más feliz soy es en la ópera. Es algo muy especial estar en el foso, aunque también es cierto que tienes un menor control de todo. De todos modos, si somos sinceros, también debemos aceptar que el 70% del gran repertorio sinfónico lo podría tocar la orquesta sola.

- Está ya en su tercer año en esos teatros. ¿Qué planes tiene de futuro? ¿Cuánto tiempo piensa seguir ahí?

- Firmé un contrato inicial de tres años y luego estoy haciendo un 'guardiola': he firmado por una temporada más, hasta 2020, y esa es mi intención, seguir año a año. Vivimos un tiempo en el que todo el mundo se cansa antes de las cosas. Mientras me lo pase bien, seguiré. Cuando deje de ser así, me iré.

- ¿Ya tiene en proyecto algún destino, alguna plaza en la que ha estado varias veces y sabe que se interesan por usted?

- Hay sitios en los que he estado y sé que voy a regresar, pero no le puedo decir más.

- Pues hablemos de su música favorita. Ha dicho más de una vez que ahora es la del clasicismo. ¿Lo ha sido siempre o es en este momento de su carrera?

- Tengo que empezar por explicar que cuando eres estudiante te meten el clasicismo a la fuerza, pero no lo hacen bien. Mozart puede ser terriblemente difícil de tocar si te lo enseñan solo como una cuestión de técnica. Entre 1950 y 2000, más o menos, en muchos sitios se tocaban Mozart y Haydn como si fueran Brahms.

- Y no es así, claro.

- Ahora se ha buscado otro camino, y eso resuelve muchas cuestiones. Acabo de hacer en Alemania 'La flauta mágica' con gran éxito y me siento muy orgulloso. Con frecuencia se interpreta de forma muy filosófica y en versiones muy largas. Si la haces más rápida y ligera, no solo respondes al espíritu original -fue escrita para un teatro popular, no para la corte- sino que todo resulta más fácil.

- ¿Le gustaría hacer una grabación con esa versión?

- Sí, pero grabar una ópera es muy complicado. Espero que llegue la oportunidad antes de que aparezca un Currentzis u otro parecido y lo haga (se ríe).

- Me estaba hablando de repertorios. ¿Qué le interesa más allá del clasicismo?

- Todos los directores centramos la mayor parte de nuestro repertorio en el romanticismo, de Brahms a Mahler, pasando por Schumann, Chaikovski y Bruckner. Como están apareciendo grupos especializados en barroco y clasicismo, es como si quisiéramos evitar la comparación con esas formaciones si entramos en su campo.

- ¿Tiene planes para dirigir ópera en Bilbao?

- Ya hice una, en el Arriaga: 'Powder her face' de Thomas Adès. Creo que es lo más difícil que he dirigido nunca. Tengo algo así como una deuda con el Arriaga porque me han llamado unas cuantas veces y he tenido que decir que no por un problema de fechas. Cada vez se programa con menos antelación y eso es una dificultad para mí.

- Pues su sector tiene fama de que trabaja con muchísima antelación.

- Yo no puedo aceptar un proyecto operístico con menos de un año, porque algo así suele llevar cuatro o cinco semanas de trabajo y eso no hay manera de encajarlo en una agenda ya hecha. Otra cosa es un concierto sinfónico, que te ocupa una semana de trabajo con la orquesta.

- ¿Que proyectos tiene?

- No le puedo dar nombres pero sí le diré que tengo en España tres grandes proyectos: uno de ellos es una grabación con una orquesta muy importante y un sello discográfico más importante aún.