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La Iglesia de la Merced permanecía abandonada desde su cierre en los 80, convertida en ruinoso y polvoriento almacén de curiosos objetos, incluyendo un 'dos caballos' descacharrado aparcado entre sus arcos, una nevera o una carretilla. Hasta que el Ayuntamiento compró el edificio en 1989, y lo reformó por completo para transformar el templo religioso en cultural. Varios conciertos inauguraron el 9 y 10 abril de 1997 la sala Bilborock: Anarko, Doctor Deseo, Weers, Little Fish, Ke Rule, MCD, Johnny Kontrol Band, The Magic Teapot, Los Crónicos, La Secta, Ke no Falte... y Delito, el grupo de la foto en blanco y negro, con Marian Gerrikabeitia a la voz: «Teníamos la sensación de estar frente a algo importante, el trasvase de una iglesia a un lugar de música. Y tocar aquella versión de Zarama, 'Bihotzak sutan', me hizo mucha ilusión».
Han pasado 27 años y todos estos recuerdos quedan recogidos en el documental 'Bilborock, mucho más que rock', de Álvaro Fierro y Diego Urruchi, los creadores del celebrado '160 metros: Una historia del rock en Bizkaia', quienes se han dedicado a bucear en las catacumbas del antiguo convento, en el sótano, que alberga un archivo donde han descubierto verdaderas joyas: fotos, grabaciones de conciertos, camisetas, entradas, carteles... Incluso el rastro del bolo que dio Robbie Williams solo un mes después de su apertura.
El resultado se podrá ver este sábado a las 19.30, con una proyección en el propio Bilborock, un preestreno con entrada libre donde estarán, además de los padres de la idea, muchas de las personas que han participado en él con sus declaraciones, casi medio centenar de músicos, programadores, animadores de la escena local... que ayudan a conformar estos 75 minutos de película.
Entre ellos, el histórico hostelero Juankar Muga; el programador de conciertos Txarly Romero; Ángel Larrinoa, dueño del High, que recuerda el histórico bar montado en una iglesia de NUeva York, 'The Sanctuary', «donde al lado de los santos había hombres desnudos», o Javi Leta, de El inquilino Comunista, quien pronuncia la frase que da título a este reportaje, la misma que todo el mundo soltaba en aquel momento inicial: «¿Un concierto en una iglesia? ¿En una iglesia?». El documental estará disponible a partir del viernes 12 en la plataforma Filmin.
En la presentación que tuvo lugar este jueves para los medios de comunicación estuvo la concejala de Juventud y Deportes, Itxaso Erroteta, quien señaló que Bilborock representa «el modelo de ciudad que queremos, una ciudad joven, una ciudad dinámica, que apuesta por el talento, por la creatividad, el futuro, pero sin olvidar su pasado cargado de historia».
Junto a la representante institucional, estaban Urruchi y Fierro, que explicaron cómo la iniciativa surge no solo por su actividad profesional:«Venir los jueves a los conciertos era como una liturgia. Ese es el punto de partida del documental». Junto a ellos, dos músicos que representan bien el paso del tiempo en Bilborock: el rockero David Hono (Sonic Trash), de los primeros artistas en actuar en la sala, y la rapera Lova Lois, entre sus recientes incorporaciones. Ambos ofrecieron dos temas en el interior del pórtico de entrada, ante la negativa del Ayuntamiento a celebrar el miniconcierto en el exterior.
También aparecen Alaitz Arenzana, directora de Zinegoak, señalando la importancia de que una iglesia, «aunque fuera desacralizada, acogiera actos relacionados con la realidad LGTBIQ+», y Sergio Robles 'Rambo', de la plantilla de la sala, que bromea con lo irónico que era que la gente del «gremio del metal pudiera ir a hacer el mal a un sitio así». Es solo el principio de una película que aporta contexto en vídeos de cargas policiales, manifestaciones, jóvenes de marcha...
Una mujer que hizo la comunión en La Merced regresa al templo reconvertido para sumarse a historiadores, políticos como Josu Ortuondo y Ricardo Barkala, arquitectos, jurados del Villa de Bilbao... También hay anécdotas; Luis Solo, exlíder del grupo Luber Jack y coordinador de la sala entre 2008 y 2010, recuerda los problemas generados cuando el cantante de Porco Bravo se metió una bengala encendida «por aquella parte, algo que nadie esperaba que hiciera y que va contra la normativa de espectáculos».
Todos ellos dan forma a un documental que viaja al siglo XVII para ahondar en los antecedentes. También a los años 80 y 90 del XX para conocer la situación social, económica y cultural que dio lugar a esta mutación de iglesia en sala de conciertos, todo un símbolo de la transformación de esta ciudad. Resume David Hono (Sonic Trash): «Es un sitio mágico para tocar».
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