Heras-Casado conquista a los alemanes

Con la experiencia de casi tres décadas en el podio, al frente de orquestas como las filarmónicas de Berlín y Viena, la Sinfónica de Chicago y la Staatskapelle Dresden, se ha convertido en el director de orquesta español que más alto ha llegado como batuta consagrada a Richard Wagner. Si bien nunca ha sido un obseso del compositor de Leipzig, se ha ganado el respeto y admiración de los devotos que velan por su legado en el Festival de Bayreuth, una coqueta y bucólica localidad bávara de 75.000 habitantes. Allí se enclava el feudo wagneriano, con entradas que oscilan entre los 11 y 459 euros. El certamen termina el próximo martes y lógicamente no queda ni un solo ticket. Los afortunados podrán acudir este sábado a la última función de 'Parsifal' con el maestro granadino a la batuta. Es una ópera marcadamente mística que el regista estadounidense Jay Scheib presenta con estética apocalíptica y sangrienta, además de gafas con realidad aumentada supuestamente para avivar la inmersión en el espectáculo.

El montaje de 'Parsifal' se estrenó el año pasado y recibió malas críticas. Ahora se ha repuesto y el éxito musical ha vuelto a imponerse. La autoridad de Heras-Casado en el repertorio wagneriano parece que no conoce límites. Ya se ha anunciado que se encargará de la nueva producción del ciclo de 'El anillo del nibelungo', con dirección de escena a determinar, que se estrenará dentro de cuatro años en Bayreuth. Es evidente su sintonía con la directora artística del certamen, Katharina Wagner (bisnieta del compositor), que lo fichó después de haberle visto llevar las riendas de la orquesta en la tetralogía de 'El anillo del nibelungo' que el Teatro Real programó entre 2019 y 2022 con dirección escénica de Robert Carsen.

Como la apuesta wagneriana es firme y variada, en enero estrenará en la Ópera de París otro montaje de la tetralogía, en esta ocasión con puesta en escena de Calixto Bieito. Se empezará obviamente con el primer título de la serie, 'El oro del Rin', y hay mucha expectación ante el enfoque del director de escena mirandés. ¿Cómo abordará las cuitas de los dioses del Walhalla? Las cuatro óperas de 'El anillo del nibelungo' basculan entre lo sublime y lo prosaico, con mucho margen de acción. Como suele recordar el tenor Jonas Kaufmann, un intérprete muy sutil de la obra de Wagner, el dios Wotan no deja de ser un cabeza de familia con problemas para cambiar de casa y afrontar las deudas. En última instancia, una burbuja inmobiliaria 'sui generis' y la crítica socioeconómica, más allá de la redención por el amor y la búsqueda de un héroe, actúan como telón de fondo de toda la trama.

'El anillo del nibelungo', que dura en torno a 17 horas y tiene una densidad orquestal que lleva al nirvana a los más entusiastas, supone un reto mental al alcance de muy pocos. El propio Plácido Domingo fue abucheado en Bayreuth hace seis años en su faceta de director de orquesta, porque no convenció su interpretación de 'La valquiria', la segunda ópera de la tetralogía. En la meca wagneriana no se perdona ni una. Daba igual que Domingo hubiera aguantado más de cuatro horas en el podio a 40 grados de temperatura (un calor habitual en el foso semicubierto de Bayreuth). Se le reprochó sin miramientos una dirección «poco dinámica, vacilante y superficial». Defectos de los que carece Pablo Heras-Casado a oídos del público alemán. Los más optimistas ya lo ven como heredero de colosos de la talla de Daniel Barenboim y Christian Thielemann.