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En el remate de la primera jornada de las dos del 5º Festival Music Legends, los veteranísimos Hawkwind, formados en Londres en 1969 y liderados por el vetusto pero en forma Dave Brock, de 80 años, ofrecieron ya de madrugada un concierto sensorial de 7 ... largas piezas en 76 minutos crecientes en lo audiovisual, pues medraron desde el sonido y las meras composiciones hasta las visuales, que mutaron de lo fractal a lo espacial.
Justo antes en el escenario principal habían actuado dejando el pabellón muy alto los Status Quo. Si hubo 2.500 almas ante los Status, unas 500 permanecían ante Hawkwind. Sobre el suelo cubierto de la pista de basket se veía algún charco de bebida y numerosos vasos de plástico, algo que no se vio en el Azkena Rock Fest vitoriano porque te cobran por el vaso. El público había estado depositando los restos en las papeleras y encima se puede consumir pagando con dinero, no hay que cargar pulseras burocráticas. Ah, algunos espectadores incluso fumaron durante el viaje astral de los ingleses, de los que comentó Pato: «¿Estos tíos no se pasaron con el LSD?».
Hawkwind, el grupo en el que militó Lemmy antes de formar Motörhead, ofició en Miribilla en sexteto a tres guitarras, y delante de su pantalla y de sus haces de láseres arrancó en plan jam guitarrera, estirada pero sin relieve debido a la ecualización, que aplanó temas como 'Silver machine' o un viaje de ácido californiano que se refirió al cielo y al océano y cuyo título ignoramos.
Empero la acústica, la gente estaba entrando en su bucle, en su espiral. Entre el público había melómanos con camisetas de Yes, Jethro Tull, Nazareth… Y estaban Maika Makovski y sus músicos, que habían dado el segundo mejor concierto del día (los mejores fueron los Status Quo, los terceros en el pódium serían Hawkwind en la primera jornada).
Y en la cuarta pieza, a partir de medianoche el sonido mejoró y la pantalla se puso a emitir imágenes de ciencia ficción elaborada. Y el concierto ya despegó, separó su contacto con la tierra en 'Uncle Sam on Mars' (El tío Sam en Marte'), las pantallas se inspiraron cruzando a Nolan con 2001, y el sexteto perfiló más sus ingredientes, arrimándose al pop, tornándose tribal y espectacular (la sobredosis ácida de 'Born to go', recibida con las manos el alto por los fieles), y despidiéndose con atisbos de Motörhead en 'Brainstorm', un catálogo de progresividad realzado en su epílogo por los punteos marca Mike Oldfield.
Se acabó, se despidieron, el líder Dave Brock cogió el cuaderno con las letras que tenía en el atril, se marcharon los seis, la gente flipada pidió más con ahínco, pero salieron los técnicos a recoger, se encendieron las luces, y, hala, a rematar dentro de un rato el Festival Music Legends en su jornada final.
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