![Gintonic llevando progresividad a la Sociedad Bilbaína](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202206/10/media/cortadas/bilbaina-1-k91-U170376455379UPC-1248x770@El%20Correo.jpg)
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El jueves acudimos a la Sociedad Bilbaína para catar a los antes ejecutantes de jazz fusión y ahora practicantes de un rock progresivo evidentemente setentero Gintonic. Llevan tres lustros funcionando con distintas formaciones, han editado tres discos homónimos y numerados, y en esta sesión presentaron ... ante una veintena de espectadores (mayoría femenina en un bolo de abono: 15 €, 12 € los socios; a la siguiente convocatoria seguro que acude más gente, aunque aún no se conoce al grupo) el repertorio que a partir de este lunes grabarán para su cuarto disco, que esperan vea la luz pasado el verano.
La función duró 74 minutos para 11 piezas, casi todas presentadas por su líder y portavoz divulgativo Mario Clavell (flautas y EWI, o sea 'electronic wind instrument', instrumento electrónico de viento, un híbrido entre el clarinete y un sintetizador), quien destacó que siempre tocan composiciones propias, originales, aunque por primera vez ese jueves iban a hacer dos versiones, que fueron 'Focus I' de los holandeses Focus y la doble 'Rhayader / Rhayader goes to town' de los británicos Camel, la primera algo étnica, setentera y televisiva, y la segunda dotada de una progresividad ascendente (ese despegue vía The Who), transicional (la flauta tipo los Itoiz de 'Ezekiel' en este tema y en otros también) y hasta ambiental a lo Triana.
El sonido en el salón de la Sociedad Bilbaína fue muy bueno (la batería de Eduardo Landeta estaba sin amplificar y perfectamente equilibrada en el cuarteto, sin atronar), el volumen el suficiente (a pesar de las amplias cristaleras la acústica fue pura y nítida), la visibilidad fácil (el grupo tocó a ras de suelo, sin focos, con la luz natural que entraba desde el Arenal), la comodidad inusual (esas butacas de cuero), los camareros uniformados y eficientes, y la única pega sería la estética en camiseta del bajista Eloy Urréjola y del líder Mario (aunque éste al acabar presumió ante una cuadrilla de seis damas informando: «Es una guayabera. La compré en Miami», y pronunció 'maiami').
Fue un encuentro creciente desde lo bueno hasta lo muy bueno, desde lo bueno de los instrumentales iniciales de sugerencias visuales (televisión y cine, desde el documental a lo erótico) hacia lo muy bueno de los dos últimos tercios a tope de progresividad setentera de intención no tan roquista y de raíz a veces muy folk (celta, inglés…). Gintonic comenzaron con aires que se arrimaron a Deep Purple, el efecto post-hippie de Focus, y el erotismo a lo 'Emmanuelle' y tal, esto sugerido en 'Sustraiak', presentado así de bien por Mario Clavell: «Este tema es una mezcla de ritmo latino de rumba y escalas que se tocan con la alboka, más unas notas de jazz».
A partir del quinto tema ya los Gintonic empezaron a volar cabezas. La primera cima de la cita fue la balada solemne muy Procol Harum 'Gute nacht', inspirada en la primera canción de las 24 de 'Los viajes de invierno' de Schubert. Luego la 'Bossa nostra' ocultó también influjos folk, una ruptura de la fórmula en todos los sentidos fue la única pieza cantada por la teclista Aukerne Núñez (la canción melódica 'Tú y yo', adaptación de un poema de Alfonsina Storni), la suite de Camel mostró sus distintos pasajes (al acabarla reconoció feliz y satisfecho Mario, aunque ya nos habíamos dado cuenta: «se hacía buena música en los 70, nosotros somos muy setenteros»), el folk rock hilando a Jethro Tull con Carlos Núñez alcanzo un estrato por momentos espacial ('Vincent & Theo', por los hermanos Van Gogh), el original de inspiración barroca del siglo XVII 'Folias novas' exhaló una progresividad cabalgadora que encantaría a Mägo de Oz, Derby Motoreta's Burrito Kachimba y a Budiño a la vez, ahí es nada, y el adiós del solicitado bis («nosotros tenemos más ganas que vosotros», dijo el divulgativo Clavell, antaño profesor de flauta del amigo Óscar Esteban), y el adiós lo dijeron con la brasileira 'Jauzi', una composición improvisada y poco preparada según avanzaron los músicos, pero funcionó igual de bien que las demás piezas, las que provocaron sonrisas tanto entre el respetable como entre los ejecutantes.
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