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Jon Careaga, el cantante francés de los Travellin' Brothers. CARLOS Gª AZPIAZU
'The French Connection' en el Arrasate Blues
El Bafle

'The French Connection' en el Arrasate Blues

El tolosarra Iker Piris y los vizcaínos Travellin' Brothers se postularon en Mondragón como los dos mejores proyectos de blues de Euskadi

Óscar Cubillo

Domingo, 19 de julio 2020, 15:01

El sábado condujimos hasta Mondragón para catar en la Herriko Plaza, en el marco del segundo festival Arrasate Blues, a los dos mejores exponentes del blues vasco. Ambos tienen agenda internacional en directo: el guitarrista tolosarra Iker Piris y el sexteto de Leioa The Travellin' Brothers, que ahí mismo dio uno de los mejores bolos que hemos visto este año, por sonidazo, brillo, ejecución, espectáculo, repertorio e intercomunicación con el respetable enmascarillado pero receptivo. ¿Y por qué titulamos con el peliculero 'The French Connection'? Pues porque el tolosarra actuó escoltado por tres profesionales franceses y porque el frontman (cantante) de los vizcaínos nació en Toulouse (nadie es perfecto, como ironiza el guitarra y líder de los Travellin').

Iker Piris con su guitarra Silvertone. CARLOS Gª AZPIAZU

Por la tarde, con luz natural, en la Herriko Plaza se salieron de la tabla Iker Piris & His Dual Electras con un invitado especial, el armonicista Nico Wayne Toussaint, que vive en Pau. Presentaban el disco 'Electra' (El Toro), del que no les llegaron las copias físicas aunque lo pueden oír en Spotify y durante 74 humeantes minutos se cascaron 12 piezas de ritmo y blues movedor y conmovedor. Con sonido retro y eléctrico, añejo pero no purista, Iker cantó como un negro pero sin imitarlos (hasta aullaba; no en vano, mantiene una carrera en solitario como bluesman acústico) y tocó la guitarra (una Silvertone de los años 60) con multiplicidad de recursos y alargándose en los punteos mientras le escoltaban con sobriedad Sus Dual Electras (Abdell B. Bop, de Saint-Vite, cerca de Cahors, al contrabajo, y Andy Martin, de Pau, a la batería) y mientras Nico soplaba inspirado casi como el líder del combo, papel que asumió en dos temas, sendas versiones: la cima de la cita que fue el 'Blowin' wind blow' de Muddy Waters, dinámico, espectacular, moderno y en plan como sonaba el maestro en sus LPs con Johnny Winter, y el boogie 'Everybody's in the mood' de Howlin' Wolf, al que le quedó largo el solo de contrabajo.

Durante el resto de ese show vespertino Iker Piris, que se pasó diez años capitaneando al trío blusero The Románticos (ahora en dique seco), fue el centro de la escena e interpretó temas originales, aunque en inglés. Iker hablaba al público en los tres idiomas que domina (euskera, castellano e inglés) y abrió fuego al frente del elegante cuarteto (chulas camisas los cuatro: en el blues español se cuida más más estética que en el jazz) con la muy cool 'The Bolt', a Los Fabulosos Thunderbirds remitió en 'Good husband', y apretó el acelerador en el swing resbaladizo de la Costa Oeste vía Rod Piazza 'Dance'.

Iker Piris & His Dual Electras con Nico Wayne Toussaint. CARLOS Gª AZPIAZU

Acabó tal terna y habló el líder: «Esto es empezar con energía. No vamos a gastar todos los cartuchos. Vamos a bajar la marcha», y de inmediato al melancólico Otis Rush resonó en 'I'm gonna move', antes de seguir con shuffle a lo Eddie Taylor en 'Out of control', con blues lento ardiente escuela B.B. King en 'Let me be', con boogie roquerizado a lo Canned Heat en 'Ain't just the same', y con un bis muy solicitado por la parroquia, que fue la tercera versión de la sesión: 'Just to prove my love for you' de Lowell Fulson (nos informó Iker, pero no encontramos el original), que sonó a funk del Mississippi marca Junior Wells, pues no olviden que la labor armonicista de Nico no perdió comba en ningún momento.

Mississipi Queen y Careaga, de los Travellin' Brothers. CARLOS Gª AZPIAZU

Iker Piris demostró que tiene el blues, que lo siente y sabe reproducirlo de modo original, y además comunicó con el respetable a la luz de la tarde. Y ya de noche, en ochote (como había presupuesto se sumó la corista Inés Goñi, alias Mississippi Queen, pues tiene carrera propia, y el segundo teclista, Ander Unzaga), Los Travellin' Brothers dieron uno de los mejores conciertos de lo que vamos de año (entrará en nuestra lista, si llegamos, claro). Era el segundo show suyo tras el mal llamado confinamiento. La semana pasada estuvieron en Reus, ¡y se les olvidó llevar los discos para vender! Pero para el de Mondragón estaban bien pertrechados de merchandising (discos y camisetas para vender), bien engrasados y muy hambrientos. Y es que ya lo agradeció su jefe, el guitarrista Aitor Cañibano: este bolo sabatino lo cerraron hace un año tras otra actuación en Eskoriatza, y ha sido el único de los 55 que tenían contratados y no se lo han suspendido.

Los Travellin' Brothers, plenos de inspiración, dieron un conciertazo y tocaron y cantaron y bailaron (esas coreografías) con el cuchillo entre los dientes. Con tantas ganas como un aficionado, o sea no dando uno más en una larga lista de agenda profesional. Lo vivieron encima del gran escenario y, como siempre, conectaron con el público. Su frontman francés le supo vacilar durante una actuación de 17 temas en 113 minutos, casi dos horas, mucho tiempo para lo que acostumbran, pues suelen rondar la hora y media. Y los Travellin' supieron (y pudieron, que no siempre querer es poder) excitar en los temas rápidos y emocionar en los abundantes medios tiempos plenos de clase, como esos números vocales tan empapados de góspel ('Oh, my river') o esas limpias inmersiones en los ritmos de Nueva Orleans ('Frenchmen street', la calle de los franceses, ya ven que hemos elegido bien el título).

Mikel Azpiroz, el miembro donostiarra de los Travellin' Brothers. CARLOS Gª AZPIAZU

El ochote, que fue noneto cuando se subió como invitado especial en dos temas el trompetista vitoriano Rubén Salvador (con carrera jazz propia y miembro de la big band de los Travellin'), tocó de maravilla, integrado y fulgurante, con unas tablas y profesionalidad que no desmerecen si se comparan con los mejores grupos guiris del ramo. Los vizcaínos abrieron batiendo tambores diddley beat y soplando saxo springsteniano ('The spur'), y a la segunda, ¡pumba!, el rock and roll a la Roomful Of Blues con punteo Albert Collins 'Oh, what a shame'.

Auténticos, estilistas, imaginativos y no conformistas a la hora de acomodarse en un estilo, en una zona de confort, asumieron el country del Johnny Cash más tranversal en 'This train is a bound of glory', una de las numerosas cimas la hollaron con la melaza góspel del 'Tenessee Whiskey' de su amigo Earl Thomas (tan emocionante les quedó que 'oso ondo' se oyó decir en la plaza), en la comunión góspel comunitaria incidieron en 'A better day', se marcaron un duelo de pianos antes de 'Swing & Jive', versionaron consecutivamente y sin sonar verbeneros a Fats Domino (el rock and roll 'Ain't that a shame') y Jackie Wilson (la difícil 'Reet petite'), se lucieron con más protosoul onda Johnny Adams en 'Sweet souvenir', se despidieron con la fiesta de 'Love, Joy & Happiness', y por petición popular regalaron un bis fuera de la lista, el 'Sweet Littel Angel' de BB King ejecutado de un modo más apabullante que creciente: primero en dúo con voz (a pelo, sin micro) y la guitarra del jefe Aitor (que punteó rasgando los agudos), y luego con la banda soltando trallazos al borde del tablado propios de roqueros escancinavos y colando solos de saxo propios del jazz a cargo de Alain Sancho, el Von Karajan de los Travellin', como le presentó Aitor.

Una gozada de concierto. De lo mejor del año. Para la lista de bolos memorables. Y una primicia: los Travellin' Brothers actuarán en Portugalete el 14 de agosto.

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