La curva emocional de Fred Hersch

Óscar Cubillo

Sábado, 2 de julio 2022, 07:19

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Nos decía la mañana del mismo día el pianista vizcaíno Jon Urrutia desde Andalucía, donde vive y trabaja ahora: «Fred es una pasada. Todo lirismo y comunicación. Qué pena que no pueda estar ahí… ¡A disfrutarlo!». Se refería al pianista yanqui Fred Hersch (1955, Cincinnati), ... que este viernes encabezó la tercera de las cinco jornadas del 45º Festival Internacional de Jazz de Getxo. Reunió a 475 espectadores en el Muxikebarri para su concierto de 9 piezas (al menos una triple y otra doble) en 92 minutos en trío pero sin los escuderos anunciados, sus habituales John Hébert (contrabajista calvo) y Eric McPherson (baterista negro). Así, al salir de la sala Ereaga alguien comentó que parecía que había examinado a los dos subalternos, los cuales cumplieron su papel con estilo y sin dejar de mirar las partituras mientras el líder llevaba toda la música dentro de su cabeza.

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Fue un concierto introspectivo y diverso, siempre reflexivo, a veces abstracto y a menudo movedor. Por encima de su base rítmica por jerarquía y conocimiento del medio, Hersch, curvado sobre el teclado en una postura transmisora de emotividad, fue felliniano e improvisador en piezas propias de banda sonora, acarició lo minimal y lo amalgamó con la clásica, se marcó un alarde en la onda de la música contemporánea pero con técnica de fondo, en general osciló entre el jazz modal deudor de McCoy Tyner y el lirismo paisajista blanco y gélido de Esbjörn Svensson, y versionó al menos a estos tres que citó en sus presentaciones: con delicadeza inaugural a Cole Porter, de modo flotante y ralentizado a Wayne Shorter, y en el bis y en solitario revisó en tono réquiem el 'So it goes' de Billy Joel, al que definió como pop.