Con dos llenos en el palacio de deportes de Santander, a 6.000 almas por velada, se cerró el sábado la gira 'cada vez cadáver Tour' de Fito Cabrales. «Con un total de 347.000 asistentes, una noche inolvidable con el estadio San Mamés lleno ... con 47.000 personas y más de un millón de espectadores viendo el concierto desde sus hogares, cuatro WiZink Center (madrileños) completos y más de 20 'sold outs', la gira de Fito & Fitipaldis ha concluido esta noche en Santander con el cartel de nuevo de «entradas agotadas», informó la agencia de la banda.
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La gira arrancó el 18 de marzo en La Coruña al quedar aplazados los conciertos de Santander por rectricciones del covid, que se recolocaron al final de la plancha. De ahí, el entusiasta saludo de Fito: «Buenas noches, Santander, Cantabria. Muchísimas gracias por haber esperado. Es lo que vengo diciendo en los conciertos de esta gira, pero vosotros sois los que más habéis esperado. Seguro que disfrutaremos. Vamos a seguir cantando. Felices fiestas, ¿eh?». Pero no estábamos en Navidad, sino en las fiestas patronales, que honran a Santiago Apóstol.
Por lo demás, el sábado en La Ballena (así llaman en Santander a este pabellón), donde hizo un calorazo que contrastaba con el calor de fuera, Fito habló menos de lo que amenazó pues dijo que se iba a poner pesado, pero no lo pareció. Un par de veces halagó soltando un «sois una puta bendición», en alguna más recordó que era el último concierto de la gira y que ese sábado se iban a despedir de mucha gente que trabajaba en ella (y en el bis hubo una invasión del escenario con mogollón de técnicos vestidos con camisetas negras y con familiares y allegados, todos ondeando toallas), y Adolfo Cabrales también subrayó: «Muchísimas gracias, ¿eh? De verdad. Es el último concierto, el final de gira, y es muy emocionante tocar cada canción. Es la última vez que las tocamos... en mucho tiempo». Añadió sugiriendo que habrá otra gira futura y que sonarán casi las mismas canciones, pues el repertorio suena tan familiar, está tan plagado de éxitos, que traslada al oyente a giras ya vividas.
Fito y Fitipaldis tocaron 22 canciones muy guitarreras en dos horas y media, 152 minutos contando los saludos finales. Y los nuevos abrazos que repartió repartió Fito a cada miembro de su banda: desde Madrid su mano derecha el guitarrista Carlos Raya, al que introdujo en último lugar de manera especial, con su nombre en pantalla y con la masa coreándolo; desde Gernika el saxofonista con mucho protagonismo Javier Alzola («desde los inicios de la Galaxia conmigo», subrayó Fito); desde Valencia el bajista Alejandro 'Boli' Climent y desde Málaga el baterista Coki Giménez. Y también en ese momento postrero hubo abrazos a los teloneros de la gira: Morgan, con la pianista y cantante Nina al frente, que también se sumaron a los saludos finales, a la foto final.
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Fue el del sábado en Santander un concierto creciente por tres razones: primera la acústica, bastante mala en las dos primeras canciones y que se fue aclarando con el devenir (Fito cantó muy bien y vocaliza con claridad inusual, por eso es una pena que a veces ni se le entendiese), segundo por las luces y las visuales, que también medraron desde la simplicidad del show de aire televisivo a los haces de los focos y las pantallas en toda su magnitud; y tercera razón, por el propio repertorio, que dejó numerosos momentos coreables para el final, sobre todo los de 'Soldadito marinero', un pasaje repetido que duró unos ocho minutos y al que la gente se sumó gustosa y emocionada.
Y también se podría decir que Fito tiene tres tipos de canciones, todas muy guitarreras, pues ya giran sin teclista y así agilizan el repertorio: las suyas animadas, dinámicas, enredadas (el rock and roll a lo Leroi Brothers 'Ya no queda nada entre tú y yo', 'En el barro' o por supuesto la adhesiva (Que) 'Viene y va'), las suyas muy reflexivas y melancólicas ('Me equivocaría otra vez', la citada 'Soldadito...'), y solapándose a menudo con estas, las que encaran un rock adulto vía músicos que Fito ha oído mucho en casa, en bares, en la furgoneta...: 'Por la boca vive el pez', 'La casa por el tejado' y 'Antes de que cuente 10' a lo Dire Straits, 'Entre la espada y la pared' muy Fleetwood Mac, 'Cada vez cadáver' pureta a lo RyCooder, muetras de blues canónico ('Las palabras arden', 'A morir cantando' algo Tom Waits) y en general un acercamiento a Bruce Springsteen en lo que encarar el rock de estadio o de arena respecta, porque Fito es el Boss español.
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